Aporte protestante al desarrollo dominicano en el s. XX
La carrera de enfermería fue un gran aporte del protestantismo, y crucial para el desarrollo nacional.
29 DE JUNIO DE 2025 · 08:00

Aporte protestante al desarrollo dominicano (1)
Para comentar con mayor propiedad el artículo del doctor Jorge Adarberto Martínez titulado “Aportes principales del protestantismo al desarrollo dominicano durante el siglo XX”, me permití la relectura de las páginas del libro “El pasado dominicano” del insigne historiador dominicano Frank Moya Pons.
Esta obra no se limita a relatar eventos, sino que ofrece una interpretación crítica de los procesos sociales, políticos y económicos que han moldeado la identidad dominicana. En particular, su tercera parte se enfoca en la modernización industrial y los profundos cambios que experimentó la sociedad dominicana durante el siglo XX.
Moya Pons destaca que, históricamente, ser dominicano se entendía como ser blanco, católico y español. Esta afirmación no refleja su visión personal, sino que describe una construcción ideológica impuesta por las élites dominicanas en los siglos XIX y XX para forjar una identidad nacional excluyente. Desde esta perspectiva, el protestantismo fue percibido como una expresión religiosa ajena, marginal y poco vinculada al proceso de desarrollo nacional.
Debido al arraigo que tiene esta visión en muchos historiadores y en el imaginario popular, el artículo de Adalberto Martínez, publicado en la revista especializada Polisemia (enero-junio 2025), representa una contribución significativa no solo para la misión evangélica en la República Dominicana, sino también para toda la historiografía nacional.
A menudo se ha pasado por alto en nuestros textos históricos que el protestantismo ha estado íntimamente ligado al avance científico y al progreso, gracias a factores culturales, teológicos y sociales. Uno de estos es el énfasis ha sido la educación. La Reforma protestante, impulsada por Martín Lutero en el siglo XVI, promovió la lectura directa de la Biblia, lo que motivó la creación de escuelas, incluso en zonas rurales, y sentó las bases para el desarrollo científico posterior.
Además, el pensamiento protestante está asociado a una ética del trabajo y a una visión del mundo ordenada y regida por leyes naturales establecidas por Dios, lo que favoreció una exploración sistemática de la realidad física. En esta línea, la conocida tesis de Max Weber sobre La ética protestante y el espíritu del capitalismo argumenta que ciertas formas de protestantismo —especialmente el calvinismo— promovieron un estilo de vida disciplinado, racional y orientado a resultados, que favoreció tanto el desarrollo económico como el científico.
En definitiva, no fue el protestantismo como dogma lo que impulsó directamente el desarrollo científico, sino su influencia en la cultura, la educación y la estructura social en determinados contextos históricos, especialmente en Europa y, posteriormente, en América del Norte. Es precisamente este protestantismo con vocación misionera el que el doctor Martínez rescata, destacando su impacto en la República Dominicana desde finales del siglo XIX hasta el siglo XX, particularmente en áreas como el transporte, la salud y la educación superior.
Entre los aportes concretos del sector protestante se encuentran el proyecto ferroviario Sánchez–La Vega, el hospital-escuela de enfermería Casa de Maternidad, el Hospital Internacional, el Hospital Dr. Elías Santana, así como la fundación de las universidades Adventista Dominicana y Universidad Nacional Evangélica.
Estos esfuerzos fueron decisivos para el desarrollo económico, social, cultural y educativo del país en ese período. Ahora con mayor convicción afirmo, como he estado insistiendo, que la Universidad Nacional Evangélica (UNEV) constituye el proyecto eclesial de mayor trascendencia surgido de la misión protestante en la República Dominicana.
El aporte de la enfermería protestante
El doctor Martinez entiende que la carrera de enfermería ha sido crucial para el desarrollo nacional, especialmente por los aportes del protestantismo en el siglo XX. Margaret Mears, enfermera escocesa, fue la primera profesional certificada y autorizada en el país. En 1909 fundó la Casa de la Maternidad en Puerto Plata, el primer hospital y escuela de enfermería del país.
Gracias al apoyo de misioneros protestantes, médicos y la Cruz Roja Americana, se establecieron programas de formación en enfermería en diversas regiones como La Vega, San Francisco de Macorís y Santo Domingo. La escuela del Hospital Internacional funcionó entre 1922 y 1955 en Santo Domingo, graduando a más de 200 enfermeras de diferentes nacionalidades. Esta institución fue reconocida por su rigor académico, ética profesional y atención humanizada al paciente.
A través del Hospital Dr. Elías Santana, la enfermería se integró a programas comunitarios de salud con campañas médicas móviles, atención gratuita y formación continua. Estas iniciativas no solo mejoraron la salud pública, sino que también empoderaron a las mujeres dominicanas, promovieron la equidad educativa y fortalecieron la infraestructura sanitaria nacional. La enfermería protestante sentó las bases de un sistema de salud orientado a la profesionalización, el servicio a los más vulnerables y la transformación social.
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