La teología, o es sal y luz, o no es verdadera teología

La iglesia evangélica debe involucrarse activa e integralmente en los asuntos culturales, políticos, económicos y sociales, guiada por la Palabra de Dios.

    25 DE MAYO DE 2025 · 08:00

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    Imagen de diseño propio realizada por IA

    La República Dominicana ha experimentado un notable y sostenido crecimiento económico, posicionándose como una de las economías de más rápido avance en América Latina. Además, cuenta con un sistema democrático sólido, estable y funcional.

    No obstante, se advierte que, a pesar de estos logros, la sociedad dominicana presenta signos preocupantes de descomposición: inequidad persistente, pérdida de valores, violencia creciente y transgresión generalizada de normas.

    Esta situación refleja un profundo problema socio-conductual y de salud mental colectiva. Ante este diagnóstico, una de la propuesta más atendible es recurrir a los recursos de la fe encarnados en la Iglesia de Jesucristo para desde un enfoque más pastoral y teológico, sobre la base de las Escrituras, emprender un esfuerzo restaurador capaz de motorizar cambios transformadores que impacten de manera positiva en el presente y futuro de nuestro país.

    En esta situación y desde una perspectiva contextual la Iglesia de Jesucristo tiene que cumplir su misión. El liderazgo social y espiritual de la nación tiene asumir un rol de mayor influencia e impacto sobre toda la vida de nuestra nación. Con conocimiento de causa y de manera informada la iglesia tiene que promover los valores del Reino de Dios y hacer sentir su voz profética sin prosternarse a las ideologías de moda, ni doblegarse a intereses coyunturales y pasajeros. Enarbolando la bandera de las verdades bíblicas y los valores centrales del Evangelio de Jesús, la iglesia tiene que ser una comunidad alternativa, dialógica y contracultural capaz de resistir las corrientes del mundo y del sistema y presentarse a favor de la vida, la verdad, la justicia, la libertad y el bien común.

    Para esto tenemos como pueblo de Dios que reflexionar desde una perspectiva bíblica y teológica. Reflexionar es un acto deliberado que involucra razón y sentimiento, significa poner la mente y el corazón en la Palabra de Dios para meditar conscientemente sobre su voluntad. Reflexionar implica detenerse para usar el entendimiento especialmente antes de tomar decisiones.

    La teología es un punto central clave para que reflexionemos sobre lo creemos. Mi amigo Harold Segura (1) define la teología como una actividad de la fe por la cual buscamos comprender mejor aquello que creemos. Lo explica de manera más amplia cuando dice que es un esfuerzo humano que nos ayuda a comprender aquello que creemos (razón), afinar aquello en lo que nos comprometemos (ética y misión) y celebrar la fe que confesamos (liturgia).

    La teología la podemos ver como un estudio académico y especializado. En este sentido tenemos que reconocer que todo esfuerzo organizado por conservar y promover un conocimiento especializado y específico asume una metodología, organiza un saber hacer conforme a determinados criterios. Nuestros centros de educación teológica para organizar el proceso enseñanza aprendizaje se valen del currículo, definido como el conjunto de criterios, planes de estudio, programas, metodologías, y procesos que contribuyen a la formación integral y a la construcción de la identidad cultural nacional, regional y local, incluyendo también los recursos humanos, académicos y físicos para poner en práctica las políticas y llevar a cabo el proyecto educativo institucional.

    A lo largo del Antiguo Testamento, Dios llama a Israel a detenerse y considerar el rumbo de su vida, su vocación como pueblo elegido y el compromiso de caminar en obediencia a sus mandamientos. Esta práctica de reflexión no solo era vital para mantener viva la memoria de las obras poderosas de Dios, sino también para asegurar que sus enseñanzas se transmitieran fielmente a las generaciones venideras, en medio de culturas que no conocían al Dios verdadero. Moisés, como portavoz del Señor, insiste en que el Dios de Israel es santo y celoso, y por ello el pueblo debía vivir de manera santa, permaneciendo fieles al pacto que los unía con Él.

    Gustavo Gutiérrez propuso una teología profundamente crítica y comprometida con la realidad latinoamericana, que cuestiona tanto a la Iglesia como a la sociedad desde una lectura contextualizada de las Escrituras. Su enfoque no se limitó al ámbito religioso, sino que buscó transformar también las estructuras económicas, sociales y culturales en favor de los pobres y marginados. Sostuvo que una teología desconectada de la realidad histórica es una teología falsa, ya que el verdadero quehacer teológico debe ser actual, encarnado y orientado a la justicia.

    La Reforma Protestante promovió transformaciones profundas en su época porque, como señala Gustavo Gutiérrez, desarrolló una teología basada en una crítica rigurosa a sí misma, a la iglesia y a la sociedad. Estas transformaciones no se limitaron al ámbito religioso, sino que, a partir de las Escrituras, alcanzaron también dimensiones económicas, sociales y culturales.

    Hoy, la Iglesia evangélica enfrenta una crisis de identidad en el ámbito de la educación teológica. Resulta urgente un reencuentro entre las instituciones teológicas y las iglesias, una adecuación del currículo a las verdaderas necesidades de la iglesia y de la sociedad. Si anhelamos un nuevo avivamiento capaz de impactar nuestra era posmoderna y globalizada, debemos revisar profundamente el currículo de educación cristiana con que le estamos dando formación y perfil ciudadanos a nuestros hombres y mujeres.

    Como en tiempos de la Reforma, esta actualización curricular debe centrarse en la autoridad de las Escrituras y estar guiada por el Espíritu. Para ello se requiere oración, estudio bíblico riguroso y una reflexión teológica fervorosa e inspiradora. En esta línea, Norberto Saracco propone un enfoque integral que articula tres dimensiones fundamentales: (1) una formación teológica sólida, (2) una educación ministerialmente útil, y (3) una propuesta contextualmente relevante.

    • Formación teológicamente sólida

    Saracco (2011) vincula la reflexión teológica con la espiritualidad, advirtiendo que el énfasis exclusivo en el nivel académico ha mermado la vitalidad espiritual en muchas instituciones. Sostiene que los grados académicos carecen de valor si no van acompañados de una vida consagrada. Una teología verdaderamente sólida será aquella capaz de integrar la Palabra de Dios, la reflexión teológica y la misión de la iglesia.

    • Educación ministerialmente útil

    En segundo lugar, Saracco plantea que una educación ministerialmente útil debe priorizar la formación de pastores y teólogos, complementándose con capacitaciones para otros ministerios. La metodología y el contenido deben responder a las necesidades reales de las iglesias, y no al revés. Desde la perspectiva del sacerdocio universal, la educación teológica debe servir para capacitar a todos los creyentes para la obra del ministerio.

    • Educación contextualmente relevante

    Finalmente, Saracco afirma que la educación teológica no puede mantenerse inmutable ante un mundo en constante cambio. En América Latina, debe enfrentar los desafíos de la religiosidad posmoderna, el abuso del poder espiritual y la proliferación de liderazgos autoritarios. La educación teológica debe formar líderes siervos, no monarcas megalómanos. Para ello, es indispensable “crucificar nuestras viejas estrategias” y dar paso a lo nuevo que Dios quiere hacer.

    Saracco concluye que la brecha entre la educación teológica y la iglesia no se cerrará con arreglos superficiales. Solo será posible mediante un sincero reconocimiento de nuestros fracasos, un retorno a la cruz, y una disposición humilde para participar en la obra renovadora de Dios.

    La consulta de líderes cristianos celebrada en agosto de 2011 en Boca Chica, República Dominicana, ya evidenció la urgencia de estos cambios. Entre las prioridades señaladas se destacaron:

    • Profundización bíblica con proyección social.

    • Un currículo cristiano aprobado por el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCYT), recurso con el que contamos a través de la Universidad Nacional Evangélica (UNEV).

    • Capacitación de líderes para la enseñanza y predicación.

    • Educación como modelo de vida.

    • Enseñanza de teología a todo nivel, con énfasis en la unidad en la cruz.

    Para afrontar estos retos se propusieron, entre otras acciones:

    • Fortalecer los programas de formación pastoral y laical.

    • Capacitar al liderazgo local para el servicio comunitario.

    • Mejorar la calidad curricular y docente en nuestras instituciones.

    • Formar equipos pedagógicos basados en principios bíblicos.

    • Invertir con visión y compromiso en la formación de ministros.

    • Hacer de la educación cristiana un estilo de vida conforme al modelo de Jesús.

    • Establecer encuentros permanentes de evaluación entre líderes.

    • Integrar la reflexión social en la predicación y la práctica pastoral.

    • Trabajar hacia nuevos modelos de educación teológica.

     

    Una agenda evangélica con perspectiva del Reino

    La iglesia evangélica debe involucrarse activamente en los asuntos culturales, políticos, económicos y sociales, guiada por la Palabra de Dios aplicada integralmente a la vida. Es necesario que los evangélicos en República Dominicana formulen una agenda profética basada en los valores del Reino de Dios, que confronte la desigualdad y la violencia, fortalezca la espiritualidad y participe con claridad bíblica en los debates públicos, sin someterse a los poderes temporales.

    Inspirados por la cruz de Cristo, vista como brújula y ancla, se hace un llamado urgente a una revolución bíblico-teológica que encarne el evangelio con convicción y esperanza ante el cierre de la historia humana. La Biblia debe ser nuestra bandera, levantada con pasión, vida y compromiso.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Para vivir la fe - La teología, o es sal y luz, o no es verdadera teología

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