¿‘¡Oh, negra Navidad!’?

El árbol de navidad viene de negro en la moda de esta temporada.

    20 DE OCTUBRE DE 2024 · 08:00

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    De acuerdo a un reportaje de tendencia de modas, el tradicional arbolito viene de negro en estas navidades. Así lo pude leer en el periódico Hoy en una crónica del domingo 6 de octubre 2024 con el título “Navidad negra: ¿has utilizado el color negro en tus decoraciones navideñas?

    Por razones de escrúpulos religiosos muy particulares, que yo no comparto, una parte de los evangélicos ha apagado el arbolito de navidad. Bíblica, histórica y culturalmente he pensado que se trata de una limitación en la compresión del significado y sentido del festejo cristiano de las navidades.

    Esta limitación no contribuye al entendimiento de la batalla cultural que libramos los cristianos hoy en un mundo que quiere borrar a Dios de la mente de la generación actual. Quiere desconocer y erradicar de plano al Rey Soberano del universo, que nosotros los creyentes con tanta convicción y fervor proclamamos.

    La consigna es que Dios debe ser erradicado de todos los ámbitos de la vida, incluso, de la ciencia, de la historia, de la cultura y de la vida, aunque haya que apelar a los razonamientos más absurdos y a los más inconcebibles disparates. Uno de las claves de este destierro ha sido y es la descalificar la historicidad de Cristo con todos los elementos que pueden hacer comprensible su verdad y existencia.

    La Navidad es una festividad de contenido histórico incorporada a la cultura y enriquecida con un alegre sentido estético y creativo que ha perdurado en el tiempo. La Navidad es una época, un ambiente, una temporada de memorias y vivencias reproducidas con una gran variedad de elementos culturales que los pueblos occidentales celebraran en el marco de sus valores y creencias. Siempre centrada en un motivo histórico, la recordación del nacimiento del hombre más extraordinario y singular que ha pisado la tierra: Jesús de Nazaret.

    La pedagogía de Dios a todo lo largo del relato bíblico enseña que las grandes intervenciones de Dios en la historia, sus eventos liberadores, los momentos que Dios marcó para que su pueblo le sirviera y fuera señal salvadora entre las naciones, había que celebrarlo con fiestas. Las fiestas santas y ceremonias evocativas del Dios de Israel son una constante en las Escrituras.

    La primera Navidad fue una gran fiesta. Una fiesta de luz y de color, de alegrías y albricias variadas, de sorpresas, regalos y canticos, de adoración y alabanzas. El nacimiento del hijo de Dios es una paradoja de humildad humana y grandeza inmensurable y sideral en la que el cielo se cruza con la tierra en un festejo que surca los siglos. Es, como ya han dicho otros, la más bella historia jamás contada.

    Sobra decir que el significado esencial de la Navidad ha sido estropeado por extravagancias, excesos y desenfrenos que han deformado su sentido y le ha restado a su verdadero valor histórico y cultural, sin mengua del entusiasmo y colorido que de todas formas despierta esta fiesta con la que se cierra cada año del calendario.

    La Navidad es una fiesta de carácter histórico. Es la celebración de la vida sin igual de un hombre que vivió en el tiempo y el espacio. Por tanto, de esta fiesta deriva una connotación histórica que no es ajena a la dinámica cultural que la envuelve.

    Los pueblos alcanzados por el impacto del cristianismo transformaron su cultura y asumieron símbolos festivos propios de sus costumbres y tradiciones y lo integraron a su particular manera de celebrar la Navidad. Uno de esos símbolos es el tradicional “arbolito de Navidad” con todos sus accesorios decorativos alusivos al nacimiento de Cristo.

    Esta fiesta pletórica de arte, composición, poesía, música, decoraciones diversas, y el más expresivo lenguaje que destaca la paz, el amor y la esperanza testimonia la historia de un hombre que dijo y demostró, más allá de sus palabras, que era la encarnación de Dios y su propósito de salvación y vida para todos los hombres.

    La mentalidad dominante de esta generación se resiste aceptar esta verdad, por eso tergiversa y deforma, contamina y corrompe todo lo que tiene que ver con la verdadera esencia de la Navidad.

    Y es aquí donde tiene que entrar el discernimiento espiritual y teológico de los creyentes evangélicos. Dios es un ser que se nos ha revelado en palabras, pero también fiestas y alegría, en colores y luces. Nos permite apreciarlo en las expresiones y reproducciones más vivas, naturales y espontaneas que brotan de la vida misma.

    Cuando los evangélicos niegan y rechazan un símbolo tradicional del cristianismo el festivo como el árbol de Navidad en medio de una cultura que masifica la rebelión contra Dios no están asumiendo la mejor causa. Alegar que las navidades son una fiesta pagana y anatemizar el arbolito de Navidad es dejarle toda la cancha al enemigo. Por eso no resulta extraño que hoy se anuncie una Navidad con el color negro como la tendencia dominante para decorar el “arbolito”, uno de sus símbolos más reconocido y celebrado.

    Como una obra de Satanás el arbolito de Navidad ahora quiere poner sombra y tinieblas donde había luz; un color de expresión lúgubre, luctuosa y de muerte para ocultar el colorido luminoso y alegre de matices que expresan vida y alegría.

    Ignoramos muchos evangélicos que Dios dejó plasmada en la Biblia toda una teoría pedagógica del color. Podemos decir con certeza que toda la teología bíblica encuentra una expresión didáctica en la teoría de los colores. Los momentos y ceremonias mas relevantes en la Biblia, desde el Genesis al Apocalisis tienen un color significante que de forma brillante y pedagógica ilustran una verdad contundente.

     

    Los colores en la Biblia y la psicología del color

    En la Biblia, el blanco, uno de los símbolos más universalmente reconocidos, sugiere pureza, rectitud y santidad. Las vestiduras blancas se mencionan en Apocalipsis como el atuendo distintivo de los redimidos (Apoc 7:9). También Elías y Moisés en la transfiguración con Jesús aparecen con vestidos resplandecientes muy blancos como la nieve (Marcos 9:3).

    El rojo simboliza sacrificio, expiación y la sangre de Cristo. A menudo se asocia con el sistema sacrificial del Antiguo Testamento y el sacrificio supremo de Jesucristo en la cruz.

    El azul en la Biblia a menudo representa los cielos. Es un color que dirige nuestra mirada hacia arriba, recordándonos lo divino y lo eterno. (Éx 28:5). En la Biblia, el púrpura se usa para simbolizar la majestad y el reinado de Dios y Jesucristo: "Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas" (Mar 15:17). El oro es un color que representa divinidad, realeza y valor eterno. A menudo se asocia con la naturaleza divina de Dios y al reino eterno del cielo. (Apoc 21:18).

    Los colores nos ayudan a entender la naturaleza multifacética del mensaje de Dios a la humanidad. A medida que estudiamos estos colores y sus significados, ganamos una apreciación más profunda por la divina artesanía tejida a lo largo de las Escrituras, recordándonos la belleza, complejidad y verdad profunda de la Palabra de Dios.

     

    Los colores negros del arbolito

    El reportaje citado dice que preferir un árbol de Navidad negro gana cada día más seguidores y fanáticos, porque en la actualidad aporta elegancia, modernidad y sobriedad. Asimismo, expertos en la materia aseguran que este estilo de árbol añade un toque de misterio y sobresale al contrastarlo con las decoraciones tradicionales e ilumina el espacio utilizado de una manera única.

    Sin embargo, en la pedagogía cromática de la Biblia el color negro se asocia al luto, al juicio y a las consecuencias del pecado. Refleja la gravedad de la pecaminosidad humana y la seriedad del juicio de Dios. En la Biblia, el negro se asocia con el luto y la lamentación. Como se puede ver el uso de colores en la Biblia está lleno de simbolismo y significado, cada color añade profundidad y matiz a la narrativa bíblica.

    No todos los seguidores de Cristo han comprendido la trascendencia de su advenimiento. Para muchos, más que a restaurar todas las cosas, el Señor ha venido a fundar una religión y a competir con otros “iluminados” en el terreno de las creencias.

    Mientras tanto, yo seguiré decorando mi arbolito de Navidad con los vivos y luminosos colores como siempre lo he hecho.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Para vivir la fe - ¿‘¡Oh, negra Navidad!’?

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