La música cristiana y su aporte a la cultura teológica del pueblo

Lutero valoraba la ‘función profética de la música’, pero esperaba que nunca reemplazara al mensaje, como está sucediendo.

    18 DE AGOSTO DE 2024 · 08:00

    Providence Doucet, Unsplash,violín, instrumento musical
    Providence Doucet, Unsplash

    Cada época tiene su forma muy particular de expresarse y celebrarse a través de la música. El siglo XVI la Reforma Protestante y el Renacimiento fueron dos movimientos que tuvieron notable impacto cultural para la producción musical de ese tiempo (*). Mientras el Renacimiento, influido por el espíritu humanista, desarrolló la música profana e instrumental y profesionalizó su ejercicio, Martín Lutero (2014) introdujo en las iglesias protestantes el coral a cuatro voces y el contrapunto.

    En la medida que la Reforma Protestante avanzaba bajo el impulso de Lutero, las nuevas corrientes humanistas ampliaban el carácter popular de la música y desde las iglesias protestantes se buscaron melodías de fácil interpretación, a las que se le puso letra de textos didáctico-morales en lengua alemana, que sustituyeron el canto gregoriano en latín por el canto congregacional.

    El protagonismo y nivel de participación popular que adquirió el pueblo a través del culto protestante no ha sido evaluado en su justa dimensión. Aquí la Reforma Protestante hizo una verdadera revolución de la cultura en medio de las grandes transformaciones que en todos los órdenes se venían gestando a lo largo de la época. A través del canto congregacional las personas redescubrieron un nuevo y trascendente significado de Dios y de sí mismas.

    Lutero, además de teólogo fue un apasionado con la música, desde donde realizó notables aportes no solo a la liturgia de la Iglesia, sino a toda la cultura universal. Amós López Rubio (2007) apunta que Lutero, siempre disfrutó del canto y amenizaba muchas reuniones con la familia y los amigos tocando el laúd y la flauta. Lutero pensaba que después de la teología la música debía tener un lugar prominente en la iglesia.

    Igual que hoy, también en la Reforma Protestante rugían muchas tempestades alrededor del tema de la música apropiada para el culto a Dios. Ricardo Faulkes (1999) apunta que los dos reformadores principales, Martin Lutero y Juan Calvino, a pesar compartir mucho de su teología, no pudieron ponerse de acuerdo en el tema de la música cristiana.

     

    Música y pedagogía: participación del pueblo

    Samuel Escobar (2004) reconoce que la Reforma popularizó el canto congregacional de los fieles como forma de expresión participativa del pueblo junto con los pastores, práctica que tiene una enorme influencia en la época moderna.

    Los participantes del culto protestante ya no son observadores pasivos, sino actores con rango estelar, con un nuevo rol sacerdotal. La música y el idioma pusieron al alcance del pueblo la interpretación de la vida y el disfrute directo de su fe. El canto, además de fortalecer las convicciones individuales fue un elemento de cohesión social y de empatía colectiva.

    Esta creación cultural fue posible gracias al invento de la imprenta de tipos movibles de Gutenberg, y facilitó la difusión de las ideas y prácticas de los reformadores. Para Samuel Escobar (2004) esta práctica del canto congregacional refleja la influencia del principio del sacerdocio universal de los creyentes, y presupone una comunidad que utiliza los recursos culturales disponibles para expresar su vitalidad espiritual y vivir con entusiasmo un renovado sentido de adoración.

    Faulkes destaca el rol pedagógico de una nueva liturgia que, al combinar una letra sagrada atractiva con una música apropiada, logra que muchas doctrinas bíblicas, suprimidas y olvidadas por siglos pasaran a tomar parte activa en la vida de los creyentes a través de la música. Muchas reformas doctrinales se hacían indirectamente por medio de la letra de los himnos. Es incalculable el impacto de esta himnología en la formación de una nueva manera de ser cristiano.

    En cada culto se vivía la predicación desde el púlpito y la predicación desde el himnario. Miguel Angel Dorino (1999) afirma que, aunque Lutero se regocijaba con la “función profética de la música”, sostenía la esperanza de que ésta nunca llegará a reemplazar al mensaje, como está sucediendo en muchas iglesias en estos últimos tiempos. Martín Lutero decía: “Después de la teología, le doy a la música el lugar y honor más alto”.

     

    (*) De mi más reciente libro LA IGLESIA DEL V CENTENARIO DE LA REFORMA PROTESTANTE

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Para vivir la fe - La música cristiana y su aporte a la cultura teológica del pueblo

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