La vida metropolitana de la ciudad de Santo Domingo es agitada e intensa.  Es cara y dispendiosa. En más de un sentido, es transgresora, irreverente y procaz. Y como dice Carlos Granés, la vida de nuestra ciudad se ha hecho un  espectáculo en el que nadie espera un talento especial y auténtico, sino lo contrario, simpleza, ingenio, campechanía, impudor y vulgaridad disfrazada de arte.

“Las vaginas son ateas”

La mejor muestra de lo que acabo de decir lo trae la reposición de esta obra pautada para este fin de semana (viernes 15 al domingo 17 de marzo) en el Bar Juan Lockward del Teatro Nacional.  “Las vaginas son ateas”, es un agresivo ataque a la religión, al pudor, a la decencia, al rescate, a la castidad, al matrimonio y a todo lo que se llame, en término de moralidad, respeto, dignidad y decoro.  Piensen en la carga ideológica que contiene esta obra en una sociedad que, de manera hipócrita, también quiere hablar de valores.

El argumento de esta obra, según explica una crónica del Listín Diario de este viernes 15,  es interpretado por  dos mujeres actoras (Yanela Hernández y Xiomara Rodríguez),   quienes   despojadas  de prejuicios,  obedecen, con picardía, a un texto irreverente. Salen a flote, con maestría, cuando les corresponde plantear temas tabúes, en lo que, ni siquiera el buen tacto es capaz de salir ileso, so pena de ser excomulgadas por una turba pía y reaccionaria que pudiera sentirse atacada por sus planteamientos.

Uno de los personajes es una mujer casada, acosada por el machismo de un esposo que ha perdido el interés sexual hacia ella, dadas las trabas mentales y “morales” con las que fue formada, las mismas que la impidieron disfrutar una sexualidad libre, en la que imperó más la doctrina católica, que la propia razón o el pensamiento crítico.

Entre risas, las actrices logran que el público se cuestione y, de paso, cuestione doctrinas impositivas que durante siglo se han enmarcado en las mentes de millones de personas, sin que nadie tome una pausa y reflexione acerca de lo que es en verdad pecado.

Dos noches con el poderío urbano de Karol G

En este fin de semana (el viernes), la cantante colombiana Karol G inicia dos noches en el Estadio Olímpico Félix Sánchez que está habilitado para 50 mil personas en cada función.

En este concierto los fans van vestidos al "estilo Karol G" con top, sombreros, ropas bastante coloridas, sexys, y blusas con frases conocidas por la artista de Medellín como "Bichota", "Mamiii". Algunos van más allá y se colocan pelucas a tono con el color de Karol G, que esta vez es rosado, ya que cambia de estilismo constantemente.

Además, esta fiebre también la aprovechan los salones de bellezas para ofrecer servicios de maquillaje, peinado y uñas especiales para asistir al concierto. Los "rent a car" tampoco se quedan atrás y es que algunos crearon un servicio especial para llevar a los asistentes al show en vehículos de lujo.

“El diablo es sucio”

Me llegó a la mente esta frase, muy usual en nosotros los pentecostales, cuando dándole seguimiento a la sección de espectáculo en los medios a la ópera “El caminante de Nazaret”, me encontré en ella con estos dos eventos que acabo de reseñar y que indican con mucha contundencia la intensa lucha cultural que estamos librando los creyentes de este tiempo.

Pienso que, ante esta embestida cultural e ideológica, lo mejor que hacemos los cristianos es prepararnos y tomar toda la armadura de Dios. Prepararnos para reflexionar, para reformular nuestros contenidos teológicos a la luz de la Palabra y ver en un nuevo contexto nuestra misión evangelística y de discipulado desde una perspectiva más integral, seria y comprometida. ¡Que Dios nos ayude!