Expolit -y Coicom- precisan una profunda revisión

Falta sentido de actualización y pertinencia, una clara ruta de fe y misión que defina compromiso y propósito ante los desafíos ideológicos y culturales.

14 DE MAYO DE 2023 · 08:00

Imagen de Expolit 2023,Expolit 2023
Imagen de Expolit 2023

La versión de Expolit 2023 celebrada en Santo Domingo a finales de abril pasado, tuvo un calamitoso traspié que por el bien del desarrollo cultural y del avance del evangelio merece ser constructivamente analizado.

Resulta inexplicable que quienes gerenciaron y organizaron este evento no hicieran lo posible para darlo a conocer al público al que se supone debe estar dirigido. Es asombrosa la cantidad de personas que conocieron acerca de este evento cuando ya se estaba desarrollando o cuando ya había concluido.

No cabe en razón alguna que un evento orientado y dedicado a fomentar la comunicación con la tecnología más avanzada y las relaciones humanas al más alto nivel tuviera dificultades para dar a conocer su presencia, contenido y propósito.

Aunque entre su público principal están artistas, comunicadores, escritores, conferencistas, editores, promotores, y productores provenientes de varios países, no se explica cómo los responsables de esta actividad la manejaron con la parquedad de una logia impenetrable en la que toda información sobre la misma estaba gravemente censurada.

La Exposición de la Industria Cristiana Latina (EXPOLIT) surgió en 1992, precisamente cuando la comercialización de bienes religiosos comenzó a alcanzar su pico. Estaba en boga el evangelio de la prosperidad, la guerra espiritual, la promoción de “apóstoles”, junto a una gran expansión de la música y los medios de comunicación evangélicos en todo el mundo hispano.

Las casas editoriales eran verdaderos emporios multinacionales y la publicación, ventas y comercialización de libros había alcanzado niveles astronómicos. Los ministerios musicales y las casas disqueras evangélicas eran réplicas comerciales que competían con sus iguales en el mundo secular.

Era propicio entonces capitalizar esta convergencia de factores favorables y aprovecharlos con el desarrollo de modelos de marketing como el que tuvo su arranque en las primeras versiones de Expolit que se celebraban en Miami, USA.

De la misma época son otros congresos como el que celebra la Confederación Iberoamericana de Comunicadores, Pastores, Lideres y Medios Masivos Cristianos, (COICOM). Los mismos han constituido la avanzada de un proceso de globalización y conexión de lideres, comunicadores, técnicos y otros trabajadores de medios con un público con capacidad de consumo que pagaba y hacía altamente rentables estos eventos.

Este entramado estratégico y comercial convirtió a la Ciudad del Sol en la meca de la industrialización y comercialización del arte evangélico empacado como un producto que se servía sin mayores consideraciones bajo la implacable ley de la oferta y la demanda.

Expolit se convirtió en una gran feria, en laboratorio experimental del marketing, venta y negocios de bienes religiosos. Además de un destino continental para hacer turismo entretenido y sano, servía para que el visitante conociera gente de diferentes países y para que jóvenes cristianos soñadores de fama y fortuna buscaran oportunidades y se dieran a conocer ante los magnates del arte y de la industria evangélica de los medios de comunicación.

En pleno apogeo de Expolit abundaban los libros de autoayuda, de testimonios dramáticos, de éxitos ministeriales, de cómo ser feliz en el matrimonio y este tipo de literatura. Aunque también otros títulos académicos y teológicos continuaban teniendo una apreciable salida. Sin dudas, el auge del libro evangélico comenzó a menguar, y Expolit se concentró en la industria de la música.

Es notable que la rápida transformación de los medios a formatos digitales le fue restando interés al libro, que avanzaba unido a la nombradía y la prestancia de pastores y lideres de grandes iglesias.

El libro ya no era tan importante por la calidad de su contenido, sino por el nombre de la de persona que estuviera destacado en su tapa. A fin de cuentas, los recursos digitales modernos para hacer comunicación y arte evangélico desplazaron la relevancia de Expolit, que a pesar de esos cambios se mantuvo siendo un evento importante.

Con el proceso de digitalización avanzando de forma vertiginosa, ya no solo los libros impresos perdieron impacto en esta feria, sino que también se transformaron los medios que daban salida a la música evangélica.

Las disqueras, las emisoras, los ministerios que trabajaban en la promoción y organización de actividades comenzaron a tener menos demanda de parte de cantantes, promotores, comunicadores y productores músicas que requerían de menos mediación para conectar con un público orientado a las redes que ya podía consumir productos sin contar con el enlace de empresas y ministerios que no respondían a las demandas vigentes.

Comenzó a imponerse el streaming como servicio que depende de una conexión a internet para poder transmitir de forma fluida el contenido a consumir. Este sistema ha revolucionado de manera significativa el funcionamiento de la industria del entretenimiento y del espectáculo.

Cuando fui a Expolit en Miami en 2014, los libros estaban ya más para decorar que para vender. Hordas juveniles guitarras e instrumentos diversos al hombro recorrían los pasillos gestionando entrevistas y buscando darse a conocer para impulsar sus ministerios. Los talleres, conferencias, exposiciones eran de contenido irrelevantes y suscitaban poco interés. Sí me encontré con muchos amigos con quienes tuve tiempo conversar y disipar el tedio.

El problema de estos eventos es que le ha faltado criticidad, le ha faltado sentido de actualización y pertinencia, le faltado una clara ruta de fe y misión que defina su compromiso y propósito en términos de los desafíos ideológicos y culturales que nos plantean los tiempos. Su presentación es la comunicación por la comunicación misma. Son réplica del aforismo más conocido de Marshall McLuhan “el medio es el mensaje”.

Expolit tiene que someterse a una rigurosa autocritica y verse de cara a los cambios que se han producido en estos últimos 30 años. El evangelio light y consumista no se expande ajeno a la presión de la gran batalla cultural e ideológica que se vive hoy en el mundo. La tecnología y la forma de comercialización de los bienes de consumos religiosos y de todos los productos ha cambiado drásticamente. Tomar como escenario ciudades diferentes a Miami USA para desarrollar un evento que en su formato y contexto ya no responde a la necesidad de un publico que vive su fe en medio de una feroz batalla que llama a la reflexión y análisis implica cambios y adaptaciones muy significativos.

Tanto Expolit, como el mismo Coicom tienen que revisar seriamente su formato, su contenido, el manejo de su marketing. Estos tienen que responder a los compromisos y desafíos de un mundo que necesita por todos los medios escuchar a Dios en la realidad de un contexto hostil y desafiante, por lo que estas estructuras tienen que reorientar su enfoque de manera urgente.

Nuestro deseo es que el traspié inocultable en la organización, montaje, desarrollo y contenido de Expolit en Santo Domingo, sirva como una advertencia, un sacudión de alerta y un llamado vital a una institución que aún con sus trasiegos y desfaces constituye una estructura evangélica que puede y debe mejorarse.

La presentación de Expolit en Santo Domingo, aún con los desatinos de quienes la gestaron pudo tener un impacto más edificante y provechoso. Quiera Dios que los gestores de Expolit evalúen con espíritu crítico y humildad cristiana las debilidades de este evento, tanto en su formato como en su contenido, para que en la próxima ocasión en que sea presentado este evento tenga un impacto más beneficioso y feliz , para gloria de Dios.

Finalmente, quiero sugerir que el equipo organizador de Expolit 2023 presente una explicación sobre lo sucedido. Entre las personas del equipo organizador aparecen hermanos y hermanas, creo que todos y todas, de los cuales soy amigo y a quienes conozco muy bien, me consta que tienen la suficiente integridad cristiana y la debida competencia profesional y ministerial para la realización de eventos al más alto nivel.

No le pido a esos amigos y amigas a quienes valoro y respeto que revelen interioridades ni que ofrezcan detalles que no aportan nada. Eso no hace falta, sino que con elegancia y altura, en dos líneas, ofrezcan la disculpa que el pueblo cristiano de República Dominicana se merece. Dios les bendiga.

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