La paz no es la meta, es el camino

Olvidamos que como cristianos somos llamados a construir un reino cuya característica esencial es la paz que viene de Dios.

    12 DE FEBRERO DE 2023 · 08:00

    Fotorech, Pixabay,mano trigo, campo trigo
    Fotorech, Pixabay

    Entre las cosas que hacen falta para conseguir la paz, es entender qué es la paz, y desearla. Lo primero que hay que entender es que la paz es un estado de bienestar que está más allá de la ausencia de conflicto. Si hay hambre, si hay exclusión social, si no se está viviendo sobre valores que exalten la dignidad y la condición humana, entonces, podemos de decir que se carece de paz. Cuando el medio no garantiza un estado de bienestar digno, la paz no es posible. La paz está alterada.

    Paz es un término difícil cuando se pretende abarcar en toda su plenitud. Paz es algo más que quietud, más que inmovilidad. Paz implica compromiso. La persona indiferente al dolor no puede definirse como un pacificador. En una ocasión Nelson Mandela expreso: “Si uno quiere hacer la paz con su enemigo, tendrá que trabajar con su enemigo. Entonces él se convertirá en el socio de uno.”

    Esto implica que la paz es más que un deseo. Es una búsqueda en la que tenemos que tomar en cuenta y escuchar aquellos que se oponen a lo que nosotros entendemos como la paz. Lo que yo entiendo como paz, mi contraparte puede entenderlo como lo contrario. De manera que la paz es un espacio donde debe, por necesidad, tener lugar la justicia. Y no olvidemos que la justicia es una de las características de Dios.

    El Creador quiere la justicia. Él quiere que nos entendamos dentro de un marco de orden. No se trata de una paz impuesta por la fuerza. Es una paz colectiva, es una paz construida con la participación responsables de quienes amamos el bien, de quienes amamos la vida.

    Hoy se habla de una cultura de paz en medio de prácticas y mensajes persuasivos que exaltan el individualismo, que magnifican el poder y la riqueza. Olvidamos que para que haya poderosos tienen que haber oprimidos, para que hayan privilegios tiene que haber despojos y humillaciones. Son el poder y las riquezas los valores que mayor promoción reciben, por tanto, no es posible construir una cultura de paz desde esta perspectiva.

    El individualismo ha provocado la crisis de lo colectivo. El individuo es él, en detrimento de los demás.

    La paz implica reconciliación, acuerdos sobre bases firmes y justas. La paz requiere de una voluntad que exprese el amor, que lo traduzca en acciones concretas, que facilite relaciones justas y que cree condiciones de bienestar e igualdad. La paz no es un estado para dormirse en el, es una búsqueda día a día, es una vigilia permanente por el bien colectivo, por relaciones justas, por vías de entendimiento más fluidas equitativas y claras.

    Hoy, no se promueve el sacrificio y el compromiso como una virtud, sino que se  promueve el poder y la riqueza. Olvidamos, en ocasiones, que estamos como cristianos llamados a la construcción de un reino, un reino cuya característica esencial es la paz, esa paz que viene de Dios y nos impacta a todos. La paz individualista no es más que una forma de violencia, la verdadera paz ha de tener contenido social y colectivo.

    Dios promete guardarnos en paz: “Tu guardarás en completa paz aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”. (Isaías 28:3). La confianza en Dios, depender de Él y guardar su Palabra es una forma de construir la paz. La paz no es posible donde los valores de Dios no prevalecen.

    Y los valores de Dios no son necesariamente valores de carácter religioso. Religión y paz no son sinónimos. La justicia va de mano con la paz, porque la justicia es parte esencial del carácter de Dios. Si somos hijos de Dios, debemos reflejar la justicia que es y será el camino más expedito hacia una paz firme y perdurable.

    Si estamos firmes y comprometidos con Dios y su reino, no hacen faltan tantas cosas para conseguir la paz.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Para vivir la fe - La paz no es la meta, es el camino

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