La ‘condena’ de ser ‘mujer virtuosa’

Varón, si estás buscando a la mujer virtuosa para casarte con ella, ¡dale la bienvenida a la soltería!

    13 DE JULIO DE 2023 · 08:00

    Edu Lauton, Unsplash,mujer flotando con un paraguas
    Edu Lauton, Unsplash

    Soy varón, pero me gusta escabullirme alguna vez en algún congreso para mujeres. No hay conferencia de este tipo que no contenga por lo menos dos cosas: aporreemos a las mujeres con un mensaje sobre la mujer virtuosa de Proverbios 31 y luego consolémoslas con otro de sanidad interior.

    Me parece estar allí mirándolas al tiempo en el que la conferencista en turno comienza a leer el susodicho pasaje bíblico y el ambiente jubiloso hasta esos instantes se convierte en una atmósfera más densa que la de Marte. La pesadez es general, todas saben que les esperan garrotazos bíblicos con cada frase del capítulo. Después de que todas sonrieron y dieron hasta carcajadas de asentimiento externo (más reprobación, culpa y remordimiento interno), habrán de aplaudir, saludarse y declarar que fue una gran bendición. Pero tú y yo sabemos que quisiste salir corriendo, pero cristianamente te detuviste (bueno, alguna que otra tuvo su graciosa huida hacia el baño, donde por cierto perdió el mayor tiempo que pudo y dio gracias a Dios de encontrarse a otra conocida con quien platicar de lo que fuese).

    No mientas, te sentiste muy cargada después de semejante arenga.

    Esto me ha hecho reflexionar, ¿qué tiene Proverbios 31 que tanta mujer le pone las cruces y huye despavorida en su interior?

    Dice la versión Reina Valera: “palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre” (Pr. 31:1). ¡Por Dios! ¡Cómo es que no se lee primero este versículo antes de soltar las piedras restantes? La palabra que leemos traducida como “profecía” en hebreo es massá. Dicho término significa literalmente “carga, tributo, pronunciamiento principalmente de maldición”.

    ¡Proverbios 31 es un mensaje dado con el propósito de cargar al receptor! Casi el cien por ciento de las veces que aparece en la Biblia la palabra massá se refiere a una profecía de juicio. ¿Ahora entiendes por qué te sienta tan mal un mensaje acerca de la famosa y pocas veces vista mujer virtuosa? Es una carga que te hace sentirse culpable, indigna, esclava.

    Volvamos a leer: “palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre” (Pr. 31:1). Para estos momentos sé que estás diciendo: “ya sabía yo que una suegra estaba detrás de esto” (perdón, creo que eso lo dije yo y no tu).

    Mira la Palabra: es la enseñanza de la mamá del rey Lemuel. Proverbios 31 son las mejores intenciones de una madre con respecto a su hijo, pero ¿te das cuenta de qué no menciona absolutamente nada acerca de Dios y de la vida espiritual? La madre de Lemuel estaba interesada en el beneficio terrenal de su hijo y de sus nietos. ¿Crees tú que llegarás a ser alguna vez conforme a las expectativas de tu suegra? Pero no me malentiendas, no digo que no te ama y que tu no la amas, y tampoco estoy diciendo que no te valora o no te ve como una buena esposa para su hijo, pero no nos engañemos, que, si se trata de una madre enseñándole a su hijo soltero acerca de la clase de esposa que debe tener, el estándar es en verdad alto, ¿no harías lo mismo con tus hijos?

    Lo interesante de este capítulo es que trata del “consejo que la suegra le dio mi marido”, una palabra para hombres que sólo es dada a las mujeres; este el verdadero propósito del mismo.

    Lee con atención: Primero, el capítulo está dirigido, como ya dije anteriormente, a un varón y no a una mujer.

    Segundo, la madre de Lemuel le enseñó por lo menos sobre dos temas de gran importancia a su hijo: cómo ser un verdadero rey (versículos 1 al 9) y cómo ser un verdadero esposo (versículos del 10 al 31). Es por eso que es una porción bíblica que debe predicarse a los hombres y no a las mujeres.

    Ahora bien, ¿cómo podría predicarse sobre la mujer virtuosa a los varones? Entendiendo primeramente que una mujer virtuosa no se halla, sino se forma, por eso leemos “mujer virtuosa, ¿quién la hallará?” (vr. 10); como dando por entendido la enorme dificultad que implica hallarla. El consejo bíblico es que el hombre halle esposa (no dice “mujer virtuosa”) y con ella encuentra el bien y alcanza la benevolencia de Yahwéh (Pr. 18:22).

    El hecho de que “su estima sobrepase largamente a la de las piedras preciosas” implica no solo el gran valor de una mujer con esas características, sino el esfuerzo de la transformación del carbón en diamante, así como la formación larga y paciente de las perlas.

    Permíteme una palabra exclusiva a los hombres (así que mujer, no leas lo siguiente): varón, si estás buscando a la mujer virtuosa para casarte con ella, ¡dale la bienvenida a la soltería! Y si reprochas a tu mujer que no sea la alabada “mujer virtuosa”, estás viendo un espejo de la clase de marido que eres. Pero si consideras que tu mujer reúne esas virtudes, ¡felicidades, haz hecho un gran trabajo! (no te rías mujer, que se supone que tú ya no estás leyendo esto).

    El principio bíblico es: maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres… (Efesios 5:25-28).

    Si quieres la esposa perfecta, la mujer soñada por la madre de Lemuel, ¡entonces hazla! Nota como Cristo tuvo el anhelo de una esposa, la iglesia gloriosa y para obtenerla estuvo dispuesto a darse por ella, no a ella, pero si por ella a Dios, a fin de obtenerla.

    Eres tú quien la elige y también la obtiene formándola y perfeccionándola para presentártela a ti mismo. No te quejes diciendo “la mujer que me tocó”, pues no te salió como premio en una máquina tragamonedas, ¡tú la escogiste! Y tú la estás formando también (o deformando en algunos casos). La clase de esposa que tienes dice mucho acerca de la clase de esposo que eres.

    ¿Encontraste una mujer dulce y la has convertido en rencillosa, amarga y murmuradora? Mi amigo, tienes mano de albañil cuidando flores. Tienes en tus manos un vaso frágil que Dios te confió para que lo formaras.

    Ahora, quiero que te fijes muy bien, ¿a qué imagen está Cristo formando a su esposa, la iglesia? A su propia imagen. Entonces, ¿cuál es la imagen y semejanza que tiene tu esposa? ¡Pues la tuya, mi estimado alfarero despistado!

    Vuelvo a ti, dulce dama que no paras de reír y de musitar entre dientes: ¡Aleluya! Proverbios 31 es una carga, pero una carga para ser llevada por el hombre y no por la mujer. La próxima vez que estés en un Congreso de Mujeres y vuelvan a predicar sobre este capítulo, di descansadamente: “como no se me ocurrió traer a mi marido.”

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Palabra viva - La ‘condena’ de ser ‘mujer virtuosa’

    1 comentarios
    1 18/07/2023 · 21:09h
    jorge varon
    Y los varones agradeceríamos otro de estos artículos contra " y vosotros sed perfectos como vuestro Padre Celestial es Perfecto..". Y estaríamos listos, para parar la búsqueda de la virtud y de la perfección por parte de los creyentes mujeres y varones. Un pastor de estos es lo que necesitamos ! ¿ O no ?