Así las cosas en Culiacán, Sinaloa
AMLO, líder de esta gran nación debe deshacerse del plan bolivariano. La 4T no debe convertirse en la Cuarta Deformación.
22 DE OCTUBRE DE 2019 · 12:00
Los recién entrenados conquistadores no podían dar crédito a lo que les había sucedido, las entusiastas tribus de Israel, después de tomar de forma majestuosa y sobrenatural la enorme y poderosa ciudad de Jericó, puerta y orgullo de la tierra prometida, fueron avergonzados perdiendo una batalla ridícula con una pequeña ciudad llamada Hai, tan pequeña que se necesita generosidad para llamarla ciudad.
No podían dar crédito a lo sucedido. Todos los que conocemos algo de Biblia sabemos cuán ignominiosa fue esta derrota relatada en el libro de Josué.
La cual, dicho sea de paso, se debió principalmente a dos causas:
La primera, por no consultar a Dios su inteligencia militar no fue muy inteligente, menospreciando a Hai enviaron muy pocos soldados contra ella y no consideraron la pasión con la que se defenderían del exterminio.
La segunda, llevaban consigo anatema, palabra que describe maldición. Uno de sus soldados llamado Acán escondió de la batalla anterior un lingote de oro, otro tanto de plata y un manto babilónico entre sus posesiones, aunque Dios había ordenado no tomar nada de Jericó. Dios se molestó por esto dejándolos sin su respaldo.
Así me pareció lo sucedido hace unos días en Culiacán, Sinaloa, cuando un contingente del honorable Ejército Mexicano y fuerzas Federales de Seguridad se dieron a la tarea de arrestar a Ovidio Guzmán, hijo del famoso narcotráficante “El Chapo” Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa y huesped distinguido del Gobierno de las Barras y las Estrellas en la prisión de máxima seguridad, La Correccional Metropolitana de Manhattan.
En dicho evento, como para olvidarlo, los habitantes del insigne Culiacán, vivieron momentos de terror cuando el ejército se vio obligado por fuerzas muy superiores y mejor organizadas a soltar a Ovidio Guzmán, el junior del narco. Vergüenza que se viralizó mundialmente y que escribió en la majestuosa historia de nuestro Ejército el episodio de la ignominia. Una mancha que no debería existir y que por la misma, en otros países despedirían a los responsables de su planeación.
En Hai tuvieron detrás del error táctico, el pecado del un hombre; antes de que las tinieblas venzan a un ejército, primero dominan el corazón humano, en este caso, de un hombre llamado Acán.
Pero en Culiacán, ¿quién fue el hombre a quien las tinieblas conquistaron su corazón?
Si decimos que el Presidente de la Republica, Andres Manuel López Obrador, sería ingenuo asumir que todo lo que pase en el país es su culpa, me parece más ver aquí una mezcla de hombres y mujeres que abrazaron una ideología sin Dios.
Dios dejó a los israelitas cuando estos tomaron del anatema de Jericó y el ejército mexicano no tiene muchas posibilidades de victoria cuando el enfoque ideológico de la nación atenta contra la vida y la familia, así como los principios de la fe cristiana.
El gobierno mexicano únicamente tiene dos opciones: o replegarse y no meterse más con el narco dejando en paz sus malos intereses, cosa que no les permitirá el país de las barras y las estrellas; o se lanza con todo contra ellos intentando nuevamente el arresto y la desarticulación del cartel (ya intentado asiduamente, pero sin éxito por el expresidente Felipe Calderon).. pero, ¿por que ambos panoramas parecen destinados al fracaso?
Porque el problema está más allá.
Se trata de un lingote de oro, plata y un manto babilonio escondidos en la ideología del presente gobierno de izquierda; una estrategia comercial que jamas ha funcionado en el mundo, corrupción más disfrazada que erradicada y el autoritarismo detrás de promesas de democracia y de acciones nobles por los necesitados (agradar a las masas para obtener los mazos siempre ha sido el estilo del tirano en crecimiento).
Lo delicado de esto, es que nadie busca librarse de la maldición del lingote de oro ni de la plata ni del manto babilonio, sino que se toma la actitud nacional de “vamos a darle una oportunidad al nuevo gobierno”, lo mismo que sucedió en Venezuela y ya ven cómo van las cosas, por mencionar un solo país (el continente africano tiene muchos ejemplos más).
La falta de conocimiento histórico ante lo que ha pasado en muchas naciones con la ruina de millones; así como la ceguera voluntaria de la mayoría del pueblo de Mexico, está gran nación, mi nación, ha puesto en la fila de otro país más devastado por la izquierda.
Una izquierda compuesta por muchos hombres y mujeres, la mayoría, quiero pensar, con buenas intenciones, especialmente el Señor Presidente. Personas que desean un cambio y mejorar las cosas en esta tierra del águila y la serpiente, pero que a pesar de su buen interés, fueron engañados por una ideología socialista diametralmente opuesta al evangelio y que en la práctica jamás ha funcionado.
Siguen dándole vuelta a la llave de un automóvil sin motor. No funciona. Antes de que apareciera el evangelio predicado por el protestantismo, el mundo tenía el 98 por ciento de su población en pobreza extrema, el camino que cambió al mundo es el camino que necesitamos tomar. No es una derecha extremista y de tintes raciales, sino el evangelio aplicado a la economía, el gobierno y la justicia. El evangelio, no alguna institución eclesiástica, sino políticos, hombres y mujeres, creyentes o no, pero cuyas ideas son semejantes a la economía y gobierno protestante.
Josué, líder de Israel, se atrevió a enderezar las cosas de raíz deshaciéndose del anatema; nuestro Presidente, líder de esta gran nación y un hombre que desea un México mejor, debe deshacerse del plan bolivariano inmediatamente. La 4T no debe convertirse en la Cuarta Deformación.
Señor Presidente: todavía puede convertirse en el mejor Presidente que hemos tenido, como usted mismo expresó dicho deseo; pero si continúa la línea bolivariana se convertirá en el peor que hemos sufrido…
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Palabra viva - Así las cosas en Culiacán, Sinaloa