Mi experiencia con Fidel Castro y con Cuba

Que la revolución castrista estaba contra la religión no es del todo cierto. Los protestantes llegan al millón con cinco seminarios y varias revistas.

    14 DE OCTUBRE DE 2018 · 08:00

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    La Habana (Cuba), foto de Nick Karvounis en Unsplash

    La segunda tierra que pisó Colón en su aventura americana fue tierra cubana. Tuvo lugar el 27 de octubre de 1492. Desembarcó en la costa meridional de la isla, en lo que hoy se conoce como Puerto de Bariay, en la actual provincia de Holguín. Dicen que al contemplar la bella naturaleza, el navegante exclamó: “esta es la tierra más hermosa que ojos humanos han visto”.

    La isla de Cuba está asentada sobre aguas del mar Caribe, la mayor y más occidental de las Grandes Antillas, ocupando una extensión de 114.524 kilómetros. Actualmente tiene una población de doce millones de habitantes, a los que hay que añadir otros dos millones y medio que viven fuera del país, especialmente en Estados Unidos y con preferencia en el estado de Florida.

    La colonización por España comenzó tres años después de la llegada de Colón. Entonces había en el país en torno a un millón de indígenas. Después de treinta años de ocupación española sólo quedaban cinco mil y años más tarde fueron reducidos a mil. ¿Murieron? Hay muchas formas de morir. Matando también se muere. La desaparición de la población indígena obligó a la importación masiva de esclavos negros.

    Clasificados por razas en Cuba viven actualmente 7.158.000 blancos y 4.842.000 entre negros y mulatos.

    Desde el siglo XVI hasta mediados del XVIII Cuba fue reconstruyendo lentamente su población. En 1898, después de años de guerras con España y otros de intervención norteamericana, los gobernantes españoles renunciaron a sus derechos sobre Cuba. En julio de 1953 el abogado y político Fidel Castro inició la insurrección contra la dictadura de Fulgencio Batista, entrando triunfalmente en la Habana en enero de 1959. Castro gobernó la isla hasta 2006, cuando dejó el poder a su hermano Raul. Fidel Castro, hombre carismático, referente ideológico de la nueva izquierda en América Latina, murió el 25 de noviembre de 2016.

    Llegado a este punto me veo obligado a cambiar el estilo de redacción y expresarme en primera persona. Es obligatorio.

    Yo nací en Rabat, Marruecos. En Tánger fui convertido a la doctrina de Cristo. Tenía entonces 21 años. Poco tiempo después asumí tareas de líder, que ostento hasta hoy, habiendo anunciado a Cristo en 48 países del mundo y en 29 de los 50 estados que tiene la unión norteamericana.

    El año 1965 puse fin a mi estancia en Marruecos y me instalé en Madrid. Con dos propósitos: establecer en España el movimiento de Restauración, donde están encuadradas las Iglesias de Cristo, y hacer lo propio en Cuba. Lo primero se logró a lo largo de años. Lo segundo fue menos fácil.

    En enero de 1966 inicié en Madrid la publicación de una revista con el nombre de “Restauración”. Tenía 44 páginas. Era de periodicidad mensual. Desde el principio me puse en contacto con tres predicadores cubanos en la Habana, de mi misma familia denominacional. Me enviaban información sobre la situación religiosa en la isla. Me pedían insistentemente que fuera y les ayudara. Año tras año yo iba a la Embajada de Cuba en Madrid solicitando visado para viajar a la isla. En vano. Una de las veces me dijo el funcionario tras la ventanilla: “Ni queremos ni necesitamos periodistas religiosos en Cuba”.

    Hasta enero de 1985. El día 10  Daniel Ortega, en nombre de las guerrillas sandinistas, vencedoras en las elecciones de noviembre 1984, tomó posesión de su cargo como presidente de Nicaragua.

    El 27 de diciembre 1984 me llegó por correo una carta del nuevo ministro de Asuntos Exteriores de Nicaragua, Miguel D´Escoto. Me pedía que estuviera presente, como periodista, en la toma de posesión de Ortega.

    Allá me fui.

    Me alojaron, por cuenta del gobierno, en el Hotel Camino Real. Éramos 350, casi todos de la entonces Unión Soviética y de los países comunistas del Este de Europa. De España sólo estábamos Julio Anguita, por aquellas fechas Alcalde de Córdoba, y yo. El gobierno español no envió ningún delegado.

    También estaba, naturalmente, Fidel Castro, quien había contribuido al triunfo del sandinismo en Nicaragua.

    Por expreso deseo del nuevo presidente los 350 asistentes a la ceremonia debíamos vestir pantalón negro y guayabera blanca.

    Todos obedecimos.

    Todos menos Fidel, destacado en altura física, impresionante en su uniforme verde oliva.

    Yo mantenía una sola obsesión. Hablar con él. Era difícil. Siempre estaba rodeado de gente importante y de guardaespaldas.

    Una tarde se produjo el milagro.

    Lo localicé en un lugar apartado hablando con el presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua obispo Pablo Antonio Vega.

    Me acerqué.

    Pedí disculpas por interrumpir la conversación.

    Me dirigí a Fidel:

    -“Señor presidente: ¿puedo hacerle una pregunta?”.

    Giró la cabeza, me miró y dijo:

    -“¿Quién eres tú, chico?”.

    -“Soy Juan Antonio Monroy, periodista español”.

    -“¿Y qué quieres saber?”

    -“Por qué no hay libertad religiosa en Cuba”.

    Si una mirada pudiera matar yo no estaría escribiendo este artículo.

    Respondió con otra pregunta:

    -“¿Qué no hay libertad religiosa en Cuba? Ve y compruébalo”.

    -“Eso quiero, señor presidente. Pero su embajada en Madrid no me da visado”.

    -“Pues pídelo otra vez”.

    Ni una palabra más. Giró el cuerpo y continuó hablando con el obispo.

    Nunca llegué a imaginar que el presidente de un país, con los problemas que debía tener, recordara la conversación con un periodista insignificante. Regresé a España, volví a la Embajada de Cuba en Madrid, obtuve el visado, fui a Cuba.

    En mi primer viaje comprobé que la Iglesia de Cristo sólo tenía unos doscientos miembros en la isla.

    Me puse el mono de faena, inicié mi trabajo. Busqué dinero para pagar pastores, para edificios, para necesidades sociales. Al día de hoy he viajado a Cuba ochenta veces. La Iglesia de Cristo cuenta ahora tres mil miembros. Yo no he hecho todo el trabajo. Han sido los cristianos cubanos. Pero en algo he contribuido.

    No sólo la Iglesia de Cristo ha crecido en Cuba. También otros grupos religiosos. La idea de que la revolución castrista estaba en contra de la religión no era del todo cierta, alimentada por los enemigos del régimen durante años.

    Números cantan.

    La Iglesia católica clama cuatro millones de seguidores en la isla, es decir, cuatro millones de bautizados, según su manera de contar, pero no necesariamente practicantes. Los protestantes llegan al millón con cinco seminarios y varias revistas. Aquí no están incluidos los Adventistas ni los Testigos de Jehová, que suman 95.620 seguidores, presentes en todas las ciudades de la isla. Al hablar de la religión en Cuba es obligatorio mencionar la presencia mayoritaria de los cultos africanos, como la santería, llevada a Cuba por los esclavos procedentes de África. Las estadísticas le dan un 70 % de practicantes en la isla.

    Fidel Castro murió en noviembre de 2016 a los 89 años.

    Raul Castro dejó la presidencia del país el jueves 19 de abril del 2018. Tenía 86 años.

    Ese mismo día los 605 miembros del Parlamento de Cuba eligieron al ingeniero Miguel Díaz-Canel como nuevo presidente de la República. Fue un día histórico para la isla bonita.

    Díaz-Canel, casado en segundas nupcias, con dos hijos, nació en Placetas, provincia de Villa Clara, el 20 de abril de 1960. A los 34 años, después de haber servido en una unidad de misiles antiaéreos, fue elegido primer secretario del Partido Comunista en Villa Clara. Su carrera política fue ascendente, pero pausada. Tras graduarse como ingeniero electrónico, en 2003 fue nombrado miembro del Buró político del Partido Comunista Cubano, años después ministro de Educación Superior y en 2013 vicepresidente del Consejo de Ministros.

    En los círculos políticos internacionales se cree que el cambio de presidente no borrará 59 años de política castrista. El día de su elección Díaz-Canel prometió que habría continuidad revolucionaria en Cuba. Aunque dimitido como presidente del país, Raul Castro sigue como presidente del poderoso Partido Comunista. La Constitución de 1976, revisada en 1992 y 2002, establece que el partido comunista es “la vanguardia organizada de la nación y la fuerza superior dirigente de la sociedad y del Estado”.

    La economía es uno de los grandes retos que tiene el nuevo presidente. Fidel Castro supo superar épocas difíciles. El brutal e injusto embargo que el gobierno de Estados Unidos aplicó a la isla en octubre de 1962 afectó grandemente su economía. En agosto de 1990 Fidel anunció la imposición de un llamado Período Especial, un programa de ajuste económico tras la caída de la Unión Soviética. Ahora, con Venezuela en bancarrota, el nuevo socio energético de Cuba es Rusia y el soporte económico es China.

    En público y en privado, cuando ha surgido el tema, he dicho que soy un enamorado de Cuba. No de la Cuba de sol y playa, vivo enamorado de las joyas coloniales que posee, como el centro histórico de la Habana. Vivo enamorado de ciudades como Camagüey, Trinidad, Cienfuegos y tantas otras con sorprendente personalidad. Enamorado de su cultura, su literatura, su música, y más allá de todo, del pueblo cubano, su gente alegre y amigable.

    He escrito y publicado dos libros sobre Cuba. Una guía de viaje y una biografía de Frank País, el auténtico segundo de Fidel en la lucha revolucionaria, con más protagonismo que el Che Guevara. Frank era hijo de un pastor bautista gallego emigrado a Cuba. El mismo se mantenía activo en la segunda iglesia Bautista en Santiago. Fue vilmente asesinado por la policía del presidente Batista el 30 de julio de 1957. Tenía 23 años. Mi biografía sobre éste héroe cristiano y revolucionario fue publicada en España y en Cuba, donde se acaba de poner a la venta la octava edición.

    La cita que cierra este artículo es de la periodista Flavia Company, quien pasó un mes recorriendo La Habana. Dijo: “Cuba es un lugar de esos de los que una no se iría, justo porque, de un modo u otro, se respiran aires de revolución. Y quien todavía cree no está vencido”.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Países y culturas - Mi experiencia con Fidel Castro y con Cuba

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