Panorama de la Iberoamérica evangélica

“Es sorprendente que el gran avance de población evangélica no se ha traducido, como sería natural, en una mejora general de la calidad de vida humana en todos sus aspectos”

19 DE MARZO DE 2021 · 21:00

George Bakos, Unsplash,mapa mundial
George Bakos, Unsplash

Presentación del documento “Panorama de Iberoamérica por la Vida y la Familia” coordinado por Xesús Manuel Suárez García, responsable del Centro de Estudios del Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia; durante el sexto encuentro de esta plataforma el 19 de marzo de 2021.

 

El documento es el fruto del trabajo de más de veinte personas; mi tarea se ha limitado a leer, entender e integrar sus informes y ofrecer una perspectiva global, inevitablemente subjetiva, de lo que el Señor está haciendo en Iberoamérica. El esquema del documento permite que cada uno de ustedes pueda revisarlo y diseñar su propia visión, su propio panorama, y esto será siempre enriquecedor.

No tengo tiempo de desgranar cada uno de los grandes apartados de este informe y por eso, confiando en que lo van a tener íntegro a su disposición, me limitaré a citar los diferentes apartados y centrarme sólo en alguno.

Quiero iniciar esta presentación agradeciendo de corazón la labor de cada uno de los hermanos que prepararon los informes nacionales, las piezas fundamentales sobre las que se construyó el documento.

Y quiero de inmediato poner delante de ustedes y del Señor a dos personas que representan a muchas más y que son compañeras en las labores de nuestro Congreso: Jeanine Áñez, detenida y encarcelada de forma improcedente, para la que reclamamos con firmeza su liberación inmediata, y el pastor Sandy Cancino, a quien el gobierno cubano ha retirado de forma arbitraria su permiso para viajar al extranjero desde que estuvo con nosotros en el último congreso; reclamamos abiertamente que se respeten sus derechos personales y los de tantos evangélicos cubanos en su misma situación.

Nuestro “Panorama” se inicia evaluando la situación espiritual, y nos parece fundamental, porque de ella dependen todas las demás. La situación espiritual condiciona la economía de cada país, la acción política, la legislativa o la propia respuesta ante la pandemia, y pueden ustedes comprobarlo en los sucesivos informes.

Es cierto lo que decía ayer nuestro hermano Luis Lam: la mayoría de las naciones latinoamericanas mantienen una perspectiva cristiana a favor de la vida y la familia y, como señalamos en el documento, esta es la mayor barrera que la ideología de género se ha encontrado en su avance por el mundo. Al mismo tiempo, el avance del Evangelio ha sido espectacular en Latinoamérica y hoy los evangélicos representamos una parte significativa de su población.

Ahora bien, es sorprendente que ese avance de población evangélica no se ha traducido, como sería natural, en una mejora general de la calidad de vida humana en todos sus aspectos: el alma colectiva de nuestros pueblos no se ha visto en general modificada por nuestra sal y persisten, salvo excepciones, los mismos niveles de corrupción, violencia e injusticia; tampoco se ha producido el esperable avance social y económico y la democracia no ha profundizado sus raíces ni han progresado como sería de esperar los derechos de la persona o la independencia de poderes y la soberanía de las esferas. Un hermano de El Salvador lo describe en pocas palabras: “más del 40% somos evangélicos, sin embargo, la incidencia política y social del pueblo evangélico no hace mayor impacto”.

Muchos señalan que una parte importante de evangélicos no traducen a su vida diaria sus compromisos con su fe; esto limita las posibilidades de que sanemos a nuestra sociedad como la sal que somos.

Desde el Congreso Iberoamericano debemos reflexionar sobre el tema, porque esta incongruencia en la puesta en práctica de valores cristianos deja a nuestras sociedades indefensas ante el avance de la ideología de género y limita nuestra autoridad moral y nuestra capacidad de defensa de la vida y la familia.

De aquí surge además otra pregunta inquietante: ¿Por qué en la casi totalidad de los países la presencia de parlamentarios evangélicos es varias veces inferior al porcentaje de población evangélica? Si en un país los evangélicos son entre el 20 y el 30%, no sería difícil optar a tener un presidente evangélico, y sin embargo en todos los países a lo más que optamos es a apoyar a un presidente no evangélico que nos prometa defender nuestros principios; y después lo cumple o no. A esto hay que darle una vuelta.

Ayer mismo varios hermanos señalaron que el aislacionismo político, el ausentarse de la arena política, nos hace ineficaces en la promoción de la vida y la familia. Tenemos que aclarar nuestra estrategia al respecto; varias alternativas han surgido, pero no siempre son las más sabias: el mercadeo no es la mejor, no es sabio entrar en el intercambio de favores con candidatos: “Tú me das esto para la iglesia y yo te doy nuestros votos”, como tampoco lo es, a mi parecer, lo que denomino el asalto al poder: “Vamos a hacernos con el poder por los medios que sea, porque nos pertenece como hijos de Dios”. Parece más sabio penetrar en las estructuras de poder político en igualdad de condiciones con los demás y trabajar con inteligencia en la sociedad civil, como nos recordaba ayer Luis Lam, para lo que contamos con una infraestructura muy interesante.

El documento presenta una serie de propuestas de acción a considerar, y las cito: Construir unidad (no puede ser casualidad que todos los informes nacionales insistan en esto; desde el Congreso Iberoamericano debemos promocionar esta unidad porque sin ella nos diluimos y con ella nos hacemos fuertes), concienciar a nuestro pueblo evangélico, preparar adecuadamente y promocionar a nuestros hermanos, promover la unidad y coordinación de nuestras iniciativas políticas, continuar trabajando en las instancias internacionales y en las acciones de lobbying, incidir en la sociedad civil y apoyar todo con la oración, pero voy a dedicar unos minutos a una de ellas: construir un modelo propio.

Ayer escuchamos a Guillermo Ledesma convocarnos a salir de nuestra burbuja y presentar a la sociedad una propuesta global que penetre en el corazón de la sociedad. Escuchamos también a Gabriela Aparicio revelarnos que Dios está entrenando a personas en el campo de enfrente para batallar desde este lado; esta visión nos sacudió. Después de leer e integrar todos los informes de este documento “Panorama”, concluimos que debemos revisar nuestras estrategias a la luz de las aportaciones que ayer nos compartieron todos nuestros hermanos:

No tenemos que encerrarnos a preservar lo que tenemos, sino salir a extender lo que creemos, y no tenemos que mirar la batalla de valores desde enfrente, sino desde arriba, con la visión que Dios tiene de esa batalla. No nos tenemos que limitar a confrontar, sino debemos salir a conquistar, y no desde la imposición, sino desde la convicción, no desde la cruzada, sino desde la persuasión con argumentos y propuestas amplias y realistas, desmontando las mentiras de la ideología de género, pero abriendo nuestro corazón para acoger a las personas.

La mayoría de los evangélicos sigue sin votar a evangélicos, y es porque hemos restringido nuestras propuestas a un programa defensivo, no propositivo; nos hemos limitado a la defensa de la Vida y la Familia, pero los ciudadanos necesitan algo más que dos puntos de programa político, necesitan una propuesta global, un nuevo modelo integral para todas las áreas de la actividad social y política con respuestas originales, no compradas a la derecha ni a la izquierda. Fíjense que cuando nuestro hermano el embajador Lam nos informó ayer de su programa de defensa de la Vida y la Familia, explicó que la comisión gubernamental la formaban representantes de una lista amplia de ministerios desde Educación a Sanidad, desde Agricultura a Gobernación; para todas las áreas necesitamos construir un modelo propio fundamentado en una cosmovisión bíblica.

Necesitamos construir una agenda política básica compartida por todos los evangélicos; cada uno puede luego desarrollar su perspectiva social y política de forma diversa, pero tenemos que ponernos de acuerdo en un modelo básico que defendamos desde Alaska a Patagonia.

La lectura de los sucesivos informes nacionales nos concita a reflexionar sobre nuestras estrategias. Tenemos que revisar nuestra estrategia ante la ideología de género, porque nos han metido en una trampa: La izquierda ha asumido esa ideología como propia, cuando realmente nada tiene que ver con la izquierda, y nosotros, en vez de desmontar esa falacia y demostrar que esa ideología no tiene nada que ver con el progreso, nos la hemos tragado y nos hemos colocado frente a todas las propuestas de la izquierda y a favor de todas las de la derecha; hemos vinculado indisolublemente nuestra posición política a la derecha. ¿Qué le debemos a la derecha? ¿Qué le debemos a la izquierda?

Nos han engañado vendiendo todas las normativas derivadas de la ideología de género como definitivamente progresistas y vinculadas a los derechos humanos, han embaucado así a la sociedad y a los evangélicos también, tanto que no es raro escuchar a hermanos nuestros protestar contra “esa gente progresista y de los derechos”. ¿Qué tiene de progresista matar a un niño antes de nacer? ¿Y acaso el aborto es un derecho? El aborto no es un derecho ¡es un drama!

La ideología de género ni es progresista ni defiende derechos, es reaccionaria y totalitarista; por lo tanto, sus propuestas tienen que ser confrontadas justamente desde la bandera del progresismo, los derechos humanos y la libertad, no desde el puro conservadurismo. Nosotros, los evangélicos, hemos sido históricamente la gente del progreso, la gente de los derechos, la gente de la libertad; no le entreguemos esa bandera a la ideología de género.

Tenemos delante, en palabras de Gerardo Amarilla, la tarea de ofrecer desde Latinoamérica un nuevo modelo socio-político al mundo, y ese modelo lo vamos a construir los evangélicos. Es una tarea titánica, imposible para ti y para mí, pero no para Aquel que nos llamó por Su gracia; en esa fe proclamamos: “a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, [incluida la actual] por los siglos de los siglos. Amén.” (Ef 3.20-21).

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Ollada latina - Panorama de la Iberoamérica evangélica