El creyente Luis Fernando Camacho lidera levantamiento popular contra Evo Morales

En plena asamblea general de la Alianza Evangélica Mundial en Yakarta, las hermanas bolivianas me muestran con expectación en sus teléfonos celulares las noticias que les mandan de su país.

Me empiezan a contar cosas que no salen en las agencias y me animan a sentarme a hablar con un hermano. Cuando le pregunto por su actividad a Carlos Nanetti Pereira, me contesta con una sola palabra: “pastor”. Insisto en preguntarle más sobre él, pero no quiere hablar más. Entonces Fátima Oliva, que me ha presentado al pastor Nanetti, empieza a explicarme que creó la Fundación Las Rocas, pero él nos corta y dice: “Mi único currículum es este: era ciego y ahora veo”.

Pregunta.- ¿Cuál es la situación que está viviendo Bolivia en este momento?

Respuesta.- Es complicada. El hasta ahora presidente cree en la violencia, hace culto a la Pachamama (la diosa de la tierra) y le hace sacrificios; actúa desde una posición espiritual y asistimos así a una verdadera batalla espiritual. Esa batalla espiritual se ha levantado porque la Iglesia ha despertado.

Evo Morales llevaba tres períodos consecutivos y parece que la nación estaba dormida, a pesar de la mucha hechicería que se hacía. La Iglesia llevaba orando años hasta que Dios nos mostró que habían despertado los dioses antiguos, aquellos principados, y que sólo Dios podía lidiar con ellos.

Así, tras mucha oración, Dios nos indicó que iba a limpiar la nación. No sabíamos cómo, pero al final Dios levantó un liderazgo nuevo; el principal dirigente es un joven creyente, Luis Fernando Camacho. Él ha conseguido, de una forma milagrosa, despertar y unir a la nación, que estaba dividida porque el gobierno se había ocupado de sembrar divisiones.

P.- ¿Cómo se han desencadenado los últimos acontecimientos?

R.- Hubo elecciones y se detectó un fraude generalizado; entonces el pueblo se ha levantado y por primera vez todas las ciudades han parado contra el gobierno.

La fuerza del gobierno estaba en los militares: había comprado a los principales generales, pero no a la Policía. La Policía tenía resentimiento contra el gobierno porque les tocaba hacer el trabajo sucio y no tenían recompensa por ello.

Luis Fernando Camacho ha llamado a un paro nacional y las ciudades han respondido, se ha detenido el transporte, las fronteras han sido cerradas, etc., y en esta situación llevamos diecisiete días. Entonces la Policía se ha levantado y el ejército se ha quedado parado, no quiere salir de sus cuarteles. Entretanto, gente de todas las ciudades están marchando hacia La Paz por miles.

Esto acontece porque las iglesias, la católica y la evangélica, han orado para que se abra la luz y Dios ha sacado todo a la luz.

P.- Volvamos a las elecciones del pasado 20 de octubre. ¿Cómo se desarrollaron? ¿Cuál fue el resultado?

R.- La jornada de elecciones fue pacífica, pero el gobierno preparó un fraude; lo supimos en el momento en el que el conteo de votos se paró, y se paró por más de un día. Al reanudarse el conteo, la tendencia de resultados cambió totalmente a favor de Evo Morales, con lo que la sospecha estaba clara.

Un grupo de ingenieros informáticos hizo un estudio a partir de las propias páginas web de la Junta Electoral, encontraron fraude y lo hicieron público; mostraron, por ejemplo, cómo en circunscripciones claramente contrarias a Evo, los recuentos salían a su favor. El fraude salió a la luz.

Esto fue una respuesta a la oración que estábamos haciendo para que Dios sacase las cosas a la luz; durante bastante tiempo no habíamos tenido respuesta, pero finalmente Dios sacó todo a la luz.

P.- ¿Cómo han llevado las iglesias evangélica y católica todo este proceso? ¿Cuál ha sido su actitud?

R.- Un año antes de las elecciones, Evo quiso establecer una nueva legislación de tipo comunista, castrista. Los médicos, los más afectados, salieron a la calle y protestaron, pero la población general no hizo mucho caso. Luego se levantaron los transportistas, y luego las iglesias descubrieron que la nueva legislación iba a prohibir las reuniones y las predicaciones; entonces las iglesias salieron a la calle a orar. En ese momento el gobierno retiró la nueva ley.

Las iglesias entonces comenzaron a pedir perdón por las divisiones y empezaron a orar con toda entrega. Esto fue lo que detuvo la ley; se reprendieron los espíritus de hechicería y brujería y el país despertó.

En esta última protesta contra el fraude electoral las iglesias están con el pueblo orando en las calles, y esto está cambiando el rumbo de la nación.

P.- Se ha presentado la idea de que detrás de las reclamaciones de anulación de las elecciones están prejuicios, discriminación y racismo. ¿Qué nos puede decir al respecto?

R.- Evo es aymara y usa este argumento falso para intentar poner a los aymara en contra del resto de los bolivianos, pero el mayor racista es él. De hecho, al principio los aymara le apoyaban, pero últimamente son cada vez más los que le están retirando el apoyo en su propio grupo étnico.

P.- ¿Qué esperan los evangélicos bolivianos que traiga el futuro inmediato?

R.- Esperamos una manifestación de la vida de Dios escondida en Su Iglesia.

P.- ¿Escondida?

R.- Sí. En la Iglesia hemos tenido ya un avivamiento, ya hay un río de vida corriendo dentro de la Iglesia, pero ahora Dios está haciendo manifiesta esa vida escondida en la Iglesia.

Ahora esperamos que Evo sea suficientemente inteligente para escapar, porque si se queda lo va a pasar mal porque hay mucha gente que no le quiere bien.

P.- ¿Y quién puede pasar a liderar el país?

R.- El dirigente Luis Fernando Camacho se ha ganado el apoyo generalizado de la población; expuso su vida seriamente en defensa de las libertades de todos y de hecho ha estado protegido oculto porque el gobierno le quería echar mano. Él ha liderado este movimiento y la gente le respeta y le sigue, pero aún no ha manifestado su intención al respecto.

Cuando muchos pensábamos que otra vez un tirano se iba a perpetuar en el poder mediante el fraude, la opresión y el miedo, la historia toma un rumbo inesperado. Eterno sólo es Dios; Él “quita reyes y pone reyes” (Dn 2.21). La esperanza vuelve a abrirse paso en las calles y los corazones de Bolivia