Decenas de arrestos y condenas: la represión de Teherán contra los cristianos
El gobierno iraní recurre a falsas acusaciones de violación de la seguridad nacional y espionaje para "silenciar" a las minorías.
Asia News · 16 DE SEPTIEMBRE DE 2022 · 18:50
Pese a las proclamas de libertad religiosa, en Irán es cada vez más dura la represión del gobierno contra los cristianos y este año se ha verificado una escalada de arrestos y condenas que ya superan las cifras de años anteriores.
En 2022 los jueces impusieron 25 condenas frente a las 15 registradas en todo el 2021. En cuanto a los arrestos, en el primer semestre de este año las cifras hablan de 58 ciudadanos interrogados y encarcelados, con cifras que ya se acercan a las 72 detenciones totales del año anterior.
Activistas y ONG pro derechos humanos apelan a la comunidad internacional, que no puede "permanecer en silencio" mientras Teherán recurre a acusaciones espurias de violaciones "de la seguridad nacional y espionaje" para "silenciar a las minorías, expulsarlas u obligarlas a desplazarse".
En la última década, explica Article18, que se especializa en documentar casos de violaciones de la libertad religiosa en Irán, el gobierno ha cerrado casi todas las iglesias de habla persa y las que quedan deben demostrar que "sus miembros eran cristianos antes de la revolución de 1979". Al mismo tiempo, está "estrictamente prohibido" el ingreso de nuevos fieles.
El último caso documentado se refiere a un hombre de 63 años arrestado a mediados de agosto junto con su esposa, enfermo de Parkinson en estado avanzado. Además, otras dos personas de 58 y 48 años a principios de septiembre, todos encerrados en la tristemente célebre prisión de Evin, en las afueras la capital. Se los acusa de profesar la fe cristiana, aunque las autoridades iraníes dicen que solo uno de los cuatro es un "verdadero cristiano": Joseph Shahbazian, de 58 años, de origen armenio y por tanto de "etnia cristiana". Mientras que los otros (Homayoun Zhaveh, su esposa Sara y Malihe Nazari) son persas, nacidos musulmanes y, a ojos del gobierno, lo siguen siendo. Sin posibilidad de conversión, ni libertad de culto.
Si los iraníes de origen armenio (y asirio) pueden celebrar, al menos parcialmente, los ritos de su fe en sus respectivas iglesias, no pueden, sin embargo, enseñar en el idioma local ni acoger en la comunidad a los que nacieron profesando el Islam. Esta represión condujo a una escalada de arrestos arbitrarios y provocó que numerosos grupos activistas y proderechos dieran la voz de alarma sobre la difícil situación de los cristianos en el país.
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