Adul, el pequeño héroe de la cueva de Tham Luang
Sus padres, cristianos y por ello doblemente perseguidos, le sacaron de Myanmar y le llevaron a una iglesia evangélica que le acogió.
La Tercera · 12 DE JULIO DE 2018 · 18:00

Adul Sam-on tiene 14 años y es portero del equipo de fútbol infantil que quedó atrapado durante más de dos semanas. Su dura historia de vida le dio una habilidad que tuvo gran utilidad para que él, su entrenador y los demás menores salieran con vida
A los seis años, Adul Sam-on escapó con su familia de Mae Sai , una zona de Myanmar donde dominaban la guerrilla, el cultivo de opio y el tráfico de metanfetamina.
Mae Sai está cerca del llamado Triángulo Dorado, la triple frontera donde convergen Tailandia, Myanmar y Laos. "Un centro de contrabando y un santuario para miembros de varias milicias étnicas que han pasado décadas impulsando la autonomía del gobierno de Myanmar que los reprime rutinariamente", describió el periódico de Nueva York.
Tras cruzar a Tailandia hace ocho años, los padres de Adul, de fe cristiana, lo dejaron en una iglesia bautista local en Mae Sai. Allí le pidieron al pastor y a su esposa que lo cuidaran. Según detalla The New York Times, en la escuela Ban Wiang Phan, donde el 20% de los estudiantes son apátridas y la mitad pertenece a minorías étnicas
Ellos se quedaron en Birmania pero lo visitan en la iglesia cristiana evangélica que lo acogió y donde vive.
Ahora, a los 14 años, Adul volvió a lograr escapar a un enorme peligro, esta vez de la cueva de Tham Luang.
Aún en circunstancias extremas como la situación de la cueva, donde pudo haber muerto, Adul estuvo atento a los consejos de sus padres, preocupados siempre por su educación. "Cuando salgas —le escribieron en una nota llena de fe en su liberación que le hicieron llegar— tienes que darle las gracias a cada uno de los oficiales".
Y así lo hizo.
SIEMPRE RESPONSABLE EN LA VIDA
Hambriento y exhausto, Adul jugó un papel clave en el rescate: fue el intérprete de los buzos británicos que les descubrieron. Por su historia de vida, el descendiente de la etnia Wa, emigrado sin nacionalidad, era el único que hablaba con fluidez inglés, además de tailandés, birmano y mandarín.
En un país donde menos de un tercio de la población entiende el idioma. Esto hizo que rápidamente se convirtiese en el portavoz del grupo en el interior de la cueva.
Adul es el mejor alumno de su clase en la escuela Ban Wiang Phan, en Mae Sai. Por su trabajo e inteligencia obtuvo enseñanza gratuita y un almuerzo diario. La quinta parte de los estudiantes carecen de nacionalidad y pertenecen a minorías étnicas, dijo el director, Punnawit Thepsurin, a Beech.
Él cree que esa misma vulnerabilidad —la falta de documentos de cualquier país, la suerte de haber escapado de una tierra que sólo le ofrecía un lugar en la guerrilla— le permitió fortalecerse. "Los niños sin nacionalidad tienen un espíritu combativo que los hace querer destacarse. Adul es el mejor de los mejores".
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