‘Frente Amplio’ y sus antivalores podrían perder en Uruguay

Es posible derrocar en estas próximas elecciones al Frente Amplio, tras 15 años en el poder, que se enfrenta a muchos candidatos en armonía con valores cristianos.

    21 DE OCTUBRE DE 2019 · 08:00

    ,elecciones en Uruguay

    A mediados del siglo pasado, Uruguay comenzó a tener una serie de barreras para alcanzar su estabilidad social, económica y política; la dinámica se sorteaba entre grupos extremistas armados, caos económico y político. Esto desembocó a mediados de 1973, en una dictadura cívico-militar, que resultó en violaciones a los DDHH, cercenamiento de libertades políticas y un terrible saldo que se estima en más de 6.000 desapariciones forzadas.

    A principios de los 80, pequeños pasos comenzaron a darse en el restablecimiento de la democracia. Consultas, acuerdos, plebiscito y mesas de dialogo llevaron a los uruguayos al convencimiento de no soportar más la dictadura. En 1985 se dio inicio a una transición democrática y plural en la política uruguaya.

    Tradición democrática, voto libre y alternancia del poder fueron los resultados del cese de la dictadura en la República Oriental del Uruguay.

     

    Anti Valores

    No fue sino hasta la aparición del Frente Amplio (una coalición de partidos de izquierda) que la ciudadanía y familia de este pequeño país se vio atacada en sus convicciones como nación occidental.

    El Frente Amplio alcanzó el poder y lleva quince años. Asumió ante la ciudadanía una postura permisiva complaciente en temas como, casamiento de personas del mismo sexo, legalización de drogas y subsidios a personas transexuales fueron algunas de las cosas que encendieron la alarma, en la iglesia cristiana en particular y la sociedad uruguaya en general.

    Comenzaron a ser cuestionadas las iglesias y sus enseñanzas y se sembró la idea de que la iglesia es el peor enemigo. Con un discurso de libertad religiosa en lo protocolar, pero con un fuerte accionar sobre el consciente social respecto de la idea, de que la iglesia no debe opinar, no debe intervenir, pues su operar ataca las raíces de la laicidad y la democracia.

    Para finales del 2011, inició una campaña agresiva con políticas anti-valores, en consonancia con el Foro de San Pablo y las directivas de organismos internacionales respecto de la llamada Ideología de Género. En diciembre de ese año se aprobó una ley de aborto, que fue la primera estocada de muchas más.

    En 2013 se oficializó el matrimonio entre personas del mismo sexo y cerró el año con la legalización del consumo y comercialización de la marihuana. Todo esto gracias a mayorías automáticas en las cámaras de diputados y senadores. Uruguay pasó a ser cabeza de naciones de Latinoamérica en aprobar las leyes llamadas “progresistas” contra los “retrógrados”, “homofóbicos” “anti-derechos” y “ultraconservadores de derecha” que vendríamos a ser los cristianos precisamente.

    La última joya, ha sido la aprobación de una ley de defensa de los derechos trans que nos convierte en una especie de Sodoma y Gomorra del Siglo XXI que subsidia a través de los dineros públicos, la autopercepción de género de las personas (es decir, el subsidio de las ilusiones o sentimientos de las personas).

     

    ¿Cómo estamos?

    Este fin de mes se vislumbra la posibilidad de ganar en elecciones al Frente Amplio, que después de 15 años hegemónicos en el poder, ve sus fuerzas disminuidas.

    La repuesta de las organizaciones Pro-Vida, tanto partidos políticos, ONGs e iglesias en general, dimos un paso al frente y nos unimos para dar respuesta, aunque tardía, ante sus avances. Diputados Nacionales como Álvaro Dastugue y Gerardo Amarilla, ambos de la iglesia evangélica y Carlos Lafigliola, de la iglesia católica, fueron algunos de los defensores de las posturas pro-vida y pro-familia.

    El escenario electoral se amplió este año con nuevos protagonistas que aparecieron en el terreno político. Uno de ellos: el General Guido Manini Ríos, ex Comandante en Jefe del Ejército Nacional, destituido por el gobierno el 12 de marzo de este año y ahora, candidato a la Presidencia por un nuevo partido, “Cabildo Abierto”, se ha posicionado con un 10% en la intención de votos, lo que podría permitirle alcanzar más de 5 representantes en la cámara de diputados y su puesto en el senado. Se estima que un buen porcentaje de cristianos lo votará en las próximas elecciones. Un caso muy parecido a lo que sucede en Argentina con Gómez Centurión y Cynthia Hotton.

    Manini Ríos (de extracción católica), es un claro portavoz de los derechos de la vida y la familia, cuyo partido político fue aprobado legalmente el 10 de marzo de este año y su incursión en la arena política comenzó en abril. Es la gran sorpresa política.

    El otro caso es Juan Sartori, quien para algunos representa la renovación del Partido Nacional, se posicionó en segundo lugar para la interna de su partido, se trata de un actor totalmente nuevo en política que inició su carrera también, este año. Este fenómeno no vino solo con su participación, sino que contó con una alianza sólida de iglesias evangélicas. Líderes evangélicos del país de fuerte presencia en todo el territorio, decidieron trabajar en este nuevo espacio político.

    Sartori logró un 22% de los votos del Partido Nacional, y genera expectativas, lo que también permite a las organizaciones Pro-Vida tener mayor participación en el aporte de luz para la conciencia del pueblo uruguayo, considerando la política como un territorio misionero no alcanzado.

    Sin duda alguna, en las próximas elecciones del día 27 de este mes, alcanzaremos nuevos espacios de participación en la defensa de la Laicidad, la democracia, la vida y la familia y muy probablemente, un triunfo importante contra las expectativas populistas del, hasta ahora dominante, Frente Amplio.

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