Sed de justicia

Puedes llamarlo Siria,/ o el holocausto nazi,/ o los feminicidios en Argentina,/ o en Ciudad Juárez./ O verlo en el rostro del que emigra/ del leviatán en las fronteras.

    28 DE AGOSTO DE 2018 · 12:00

    Johnny McClung / Unsplash,niña bebiendo, sed agua
    Johnny McClung / Unsplash

    Cuando la injusticia

    (de tan real casi imaginaria),

    te pese en el infiel de la balanza

    que equilibra su cruz asimétrica,

    notarás cómo todo tu peso no alcanza

    a igualar la terrible métrica

    de su canción lógica y arbitraria.

     

    Puedes llamarlo Siria,

    o el holocausto nazi,

    o los feminicidios en Argentina

    o en Ciudad Juárez.

    O verlo en el rostro del que emigra

    del leviatán en las fronteras.

     

    O quizás, más cercano,

    escrito en los nombres

    de los inmolados

    del último atentado terrorista.

     

    O como el dolor íntimo

    de una madre,

    o el de la espera

    del sufrimiento inevitable.

    Tú, como yo, lo sabes.

     

    Y ceder es creer en el destino.

    Y luchar es convertirte en naúfrago

    de mil mares.

    Y aceptar es ser parte del dominio

    de la corriente de los sarcófagos

    flotantes.

     

    Cuando la injusticia

    (de tan real casi imaginaria)

    llegue a emponzoñar tus aguas,

    descubrirás una sed vital,

    más necesaria:

    la sed de justicia, la sed que fragua

    la arquitectura honda de tu vida.

     

    La sed que sólo sacia el manantial

    de la sangre del único inocente,

    Todopoderoso e impotente,

    por tí y por mí masacrado.

    Es la sangre del Mesías,

    del judío torturado

    bajo el látigo romano.

     

    El ha roto a la injusticia su cetro,

    entre el hierro de sus manos

    horadadas

    y el yunque del perdón de su boca.

     

    Aunque yo aún no comprenda

    (de tan real casi imaginario),

    por qué Dios confió a los hombres

    el control de la libertad y el arbitrio

    de los otros, de los que son sus hermanos.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Mirad@zul - Sed de justicia

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