¿Queremos a Barrabás?

Vemos a Barrabás en muchos gobiernos y lugares de preeminencia. Miente, es corrupto, asesina en nombre del pueblo y de Dios. Aun así, muchos prefieren a Barrabás.

30 DE OCTUBRE DE 2022 · 08:00

Jesús, Pilatos y Barrabás / Film 'La Pasión de Cristo',Jesús Pilatos, Jesús Barrabás
Jesús, Pilatos y Barrabás / Film 'La Pasión de Cristo'

Se cuenta que en uno de los reinos de la Europa medieval, había dos reos en prisión; uno era un malhechor y estaba condenado a muerte; el otro un hombre bueno condenado a varios años de prisión por causa de su fe. El malhechor tenía esposa e hijos. El bueno era soltero y estaba consagrado a la fe que lo llevó a la cárcel.

Llegado el momento de ejecutar al reo malhechor, el joven cristiano pidió hablar con el rey. Una vez en su presencia le rogó que le cambiara por el malhechor, a lo que el rey replicó: «A usted solo le falta un año de prisión y está por cargos religiosos, mientras que él es un criminal».

El joven le respondió: «Su majestad, él tiene mujer e hijos que le necesitan, yo en cambio soy soltero; si él muere irá a la perdición, mientras que yo me iré al cielo donde mi Padre me espera».

El rey asombrado por tan grande muestra de amor, llamó al reo de muerte y le indicó que alguien había pagado el precio de su muerte y que él en cambio permanecería tan solo un año y luego saldría para reunirse con los suyos.

Una vez ejecutado el joven cristiano, el malhechor le comentó a sus compañeros de celda, lo siguiente: «Durante años nos habló del amor de Jesucristo y de su sacrificio en la cruz para salvarnos del pecado y de la condenación eterna; pero hoy puedo comprobar el tamaño de su amor, quien no escatimó su vida por salvar la mía, este joven sin duda alguna era un fiel seguidor de su Maestro Jesús.

El resultado de tamaño hecho conmovió no solo a los presos quienes recibieron a Jesucristo como su Señor y Salvador, sino a aquel reino completo.

Lo mismo que esta historia en la vida real, sucedió hace casi dos mil años. El Hijo de Dios murió no solo por un hombre sino por todos nosotros. «Porque así como por la desobediencia de un solo hombre (Adán) muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo (Cristo) muchos serán constituidos justos» (Romanos 5:19 -Énfasis añadido). El Padre puso todo el pecado del mundo en su Hijo Jesús para que por medio de este sacrificio toda la humanidad tuviera acceso a la salvación de Dios en Cristo.

El joven de esta historia murió por un solo hombre. «Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. En el cuerpo, sufrió la muerte; pero en el espíritu fue vivificado» (1ª Pedro 3:18).

La sangre de Cristo sirvió para santificar a este joven y posteriormente la sangre de este joven trajo a los pies del Señor a cientos de habitantes de aquel reino medieval.

Cuando el Justo murió por nosotros los injustos, se nos dio, por gracia, la oportunidad de ser hechos justos delante de Dios. El Padre nos mira a través de la justicia de su Hijo Jesús.

Llegado el tiempo del sacrificio del Maestro en la cruz, Pilato preguntó: «¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo?»; la multitud enardecida y manipulada por los principales sacerdotes pidió al injusto. Pidió la libertad de un homicida y revolucionario judío y prefirió la muerte del Justo. Prefirieron a quien luchaba por la libertad del pueblo de Israel con las armas, a aquel que traía la libertad espiritual a través de su mensaje, su muerte y resurrección.

Todavía hoy sigue siendo igual, la gente prefiere a quienes les llevan un mensaje de autolibertad y felicidad terrenal y rechazan a quienes traemos el mensaje de la verdadera libertad y gozo eterno en Jesucristo.

El grito sigue siendo el mismo: «¡Queremos a Barrabás!». Vemos a Barrabás en muchos gobiernos. Barrabás está en muchos lugares de preeminencia. Barrabás promete traer el cielo a la tierra, pero no cumple. Barrabás miente, es corrupto, asesina en nombre del pueblo y de Dios. Aun así, muchos prefieren a Barrabás.

Se observa, sin embargo, cómo existe un ejército que responde órdenes divinas, que es gobernado por Dios mismo, que vive y predica la verdadera libertad; una libertad que Barrabás jamás podrá darle a la gente. Un ejército que al igual que en aquel día del injusto juicio, no estaban entre la revuelta, no gritaban consignas; oraban y confiaban en que la poderosa mano de Dios haría justicia.

Y se hizo justicia... El Justo padeció por los injustos, fue llevado a la muerte física, pero su Espíritu fue vivificado con mayor gloria que la que tenía antes de hacerse hombre. Su muerte y resurrección nos llevó a Dios. Barrabás se quedó en la tierra, el Maestro subió a los cielos.

El pueblo de Barrabás pereció en desobediencia diciendo: «Su sangre (la de Cristo) sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos», el pueblo redimido por el Señor fuimos «sentados en lugares celestiales juntamente con Cristo».

Gracias a Dios por jóvenes cristianos como el de la historia narrada al inicio, su entrega voluntaria hizo que muchos alcanzaran la salvación a través de Jesucristo. Menos mal que no todos gritan: «¡Queremos a Barrabás!». Cada día muchas más personas escogen al Maestro como su Señor y Salvador, porque han visto que Barrabás es puro cuento; Barrabás es temporal, promete pero casi nunca cumple, su alegría deja un gran vacío. Barrabás lleva a la muerte.

El apóstol del amor nos recuerda: «Si saben que él es justo, sepan también que todo el que hace justicia ha nacido de él» (1ª Juan 2:29). En Cristo, el justo, hay un nuevo nacimiento y una nueva vida en justicia para todos los injustos.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Magacín - ¿Queremos a Barrabás?