Masacre en Bondi Beach: quizás escuches
Mientras el mundo judío llora el atentado en Bondi Beach (Sidney), recuerdo aquel canto en medio del desierto donde Hamás convirtió un festival de música en una matanza.
14 DE DICIEMBRE DE 2025 · 10:00
El desierto, a veces, es más que un paisaje: es un testigo silencioso.
Y allí, en el terreno donde la música del Festival Nova fue apagada por la violencia, vivimos uno de los momentos más profundos de nuestro caminar como creyentes y activistas.
Ese lugar —un campo convertido en memorial con cientos de fotografías de jóvenes asesinados— fue parte de nuestro recorrido durante el Ambassadors Summit, convocado por el Dr. Mike Evans y el equipo de Friends of Zion (FOZ), quienes nos extendieron una invitación directa.
Comprendimos la importancia de ese llamado gracias a nuestro querido amigo Mario Bramnick, un puente fiel entre la Iglesia y el pueblo de Israel.
Lo que ocurrió allí cambió algo en nuestro espíritu.
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En medio de ese desierto, una joven llamada Michal Greenglick se puso de pie para cantar.
No era un espectáculo.
Era un acto de fe, de memoria y de resistencia espiritual.
Su hermano, el capitán (res.) Shaul “Shauli” Greenglick, murió el 26 de diciembre de 2023, enfrentándose a integrantes de Hamás durante una operación militar en Daraj Tuffah, al norte de Gaza.
Tenía 26 años y un talento musical evidente; incluso audicionó en “HaKokhav HaBa”.
Pero renunció al programa para regresar al frente.
Michal escribió para él una canción que es, al mismo tiempo, oración y duelo: “אולי תשמע — Maybe You Will Hear.” (Quizás escuches).
Ese día, la cantó sobre la tierra donde cientos de jóvenes fueron perseguidos, quemados vivos, torturados, violados o ejecutados el 7 de octubre.
¿Quizás escuches?
El caos y la desesperación
juegan con mi alma…
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— Rosi Orozco (@rosiorozco) December 15, 2025
Su voz fue un derrumbe suave. Un grito que no buscaba hacer ruido, sino verdad.
Mientras la escuchábamos, entendimos con claridad espiritual algo que no podemos ignorar: el mal siempre busca deformar el corazón de los inocentes, y uno de sus métodos más crueles es el adoctrinamiento de menores para fines violentos.
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Recordamos entonces la lucha que dimos en México: la Ley General contra la Trata de Personas, aprobada por unanimidad, que reconoce que reclutar o instruir a un menor para cometer delitos es trata de personas. Es un crimen que esclaviza y destruye.
Y aunque en diversas regiones del mundo existen personas nobles y llenas de bondad, también hay grupos violentos que han convertido esta explotación infantil en estrategia.
No es un problema de pueblos: es un problema de estructuras de odio.
Hemos recorrido Siria, Líbano, Jordania, y pasado tiempo en Irán, donde en ciertos discursos oficiales y sectores específicos se repite un antisemitismo doctrinal que nada tiene que ver con la fe, la cultura o la vida cotidiana de la gente buena que también conocimos.
Pero incluso frente a ese odio promovido por algunos sistemas, la existencia del pueblo judío es un milagro estadístico:
- Entre 1.6–2 mil millones practican el islam
- 15.8 millones son judíos
- 50–53 países tienen mayoría islámica
- 1 solo es un Estado judío
Y aun así, Israel vive.
Y vive no solo por su fuerza, sino por la fidelidad de Dios.
Fue allí, entre fotografías clavadas en la arena, que dos versículos cobraron vida:
Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga maldeciré. — Génesis 12:3
y
Abre tu boca por los que no pueden hablar” — Proverbios 31:8
Uno nos recuerda la responsabilidad espiritual de honrar y acompañar a Israel.
El otro nos llama a defender a las víctimas, a los inocentes, a quienes no tienen voz ni fuerza para enfrentar la maldad.
Ambos juntos forman un mandato moral que la Iglesia no puede ignorar.
Hoy, mientras el mundo judío enfrenta nuevamente ataques, como el reciente atentado en Bondi Beach durante el inicio de Janucá, comprendemos que la batalla continúa.
- Pero también continúa la luz.
- La luz se enciende cada vez que una hermana canta.
- Cada vez que una familia se niega a olvidar.
- Cada vez que Israel se levanta.
- Cada vez que la Iglesia decide no ser indiferente.
Porque si Michal pudo cantar en el lugar donde la muerte gritó, nosotros podemos hablar, orar, bendecir, defender y amar. Y mientras lo hagamos, una verdad seguirá firme:
Israel nunca estará solo
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