Maduro: “Mene, Mene, Téquel, Parsin”

En lo que más se parece Maduro y su gente a Belsasar, es que ha pisoteado los actuales utensilios del templo viviente de Dios en Venezuela: la amada Iglesia de Cristo.

    29 DE ABRIL DE 2020 · 08:00

    Kevin Keith, Unsplash,bola del mundo, venezuela
    Kevin Keith, Unsplash

    Mi muy apreciado Fílos:

    Como te habrás enterado, la justicia norteamericana puso precio a la cabeza de muchos jerarcas del régimen de nuestro país, la lista la encabeza el usurpador de Nicolás Maduro, todos solicitados por narcotráfico, lavado de capitales y vinculación con grupos terroristas como las Farc de Colombia.

    Para nosotros los venezolanos la noticia no resultó nueva, teníamos años denunciando y orando por esto; no obstante, la medida judicial es importantísima, porque significa que el reloj de la libertad de Venezuela comenzó su cuenta regresiva.

    Más significativa es para los cristianos que tenemos años orando para que la justicia de Dios se manifieste y haya una salida. El Eterno, como siempre, supo hacerlo. Cuando la salida política no funcionó, los exhortos a dejar el poder usurpado tampoco, vino lo inapelable e infalible: el juicio por corruptos, narcotraficantes y terroristas; como decimos en Venezuela, “unas verdaderas joyas”.

    Lo impactante del proceder divino, mi dilecto Fílos, es el aislamiento mundial al que los fue sometiendo Dios para luego correrles el telón y mostrarlos al mundo tal cual son. Hoy el mundo atareado con la pandemia, sus grandes “aliados”, China ocupada con su culpa viral y Rusia golpeada por las sanciones, nada podrán hacer, porque ahora el tema no es político, sino judicial. ¿Dime si el Eterno no es tremendo?

    Todo esto me recuerda el episodio cuando el rey de Babilonia, Belsasar, descendiente del rey Nabucodonosor, tomó los utensilios del templo de Jerusalén para embriagarse durante un festín con mil de sus príncipes y allegados, alabando en medio de la ebriedad a las falsas deidades caldeas; cuando de pronto el Eterno escribió en la pared del palacio, la frase: “Mene, Mene, Téquel, Parsin” (Daniel 5). Este episodio histórico es muy similar al caso del régimen venezolano, ya verás porqué.

    “Pues bien, esto es lo que significan esas palabras: Mene: Dios ha contado los días del reino de Su Majestad, y les ha puesto un límite. Téquel: Su Majestad ha sido puesto en la balanza, y no pesa lo que debería pesar. Parsin: El reino de Su Majestad se ha dividido, y ha sido entregado a medos y persas ... Esa misma noche fue asesinado Belsasar, rey de los babilonios, y Darío el Persa se apoderó del reino” (vss. 26-28, 30).

    Salvando las distancias, Maduro y su régimen se han comportado con la misma necedad del caldeo Belsasar. Sabes bien, amigo mío, que Nicolás heredó la perversión de los comunistas de vieja data que pervivieron en Fidel Castro y de este a varios líderes latinoamericanos, entre ellos Hugo Chávez, quien “dejó” la encomienda expansionista en manos de Maduro; expansión que hacen a todo costo, incluyendo relaciones terroristas, narcotráfico, lavado de dinero y persiguiendo al único enemigo abierto y declarado del ateísmo comunista: la Iglesia de Cristo.

    Belsasar tomó los utensilios sagrados del templo de Salomón cuando Nabucodonosor jamás se atrevió a hacerlo; por su parte, Maduro ha dilapidado las riquezas que Dios puso en Venezuela desde la misma creación y que usará en estos tiempos del fin para expandir su Reino en la tierra, previo a la venida del Mesías por su Iglesia. Ha perseguido a gente inocente, ordenado torturar y ajusticiar a venezolanos por el solo hecho de disentir de su régimen, ha destruido la estructura nacional dejando morir a miles de personas por desnutrición, falta de medicamentos y hospitales arruinados, lo que ha llevado al país a una crisis humanitaria que amenaza multiplicarse con la llegada del Covid19.

    Lo peor no es eso, apreciado Fílos. En lo que más se parece Maduro y su gente a Belsasar, es que ha pisoteado los actuales utensilios del templo viviente de Dios en Venezuela: la amada Iglesia de Cristo. Antes de salir del país a mi exilio obligado, vi cómo Maduro y su régimen encarceló a muchos líderes cristianos para presionarlos a no hablar la verdad, presionó y hasta amenazó de muerte a periodistas del Señor, prohibió a organizaciones cristianas recibir ayuda extranjera para repartirla a los pobres, cerró decenas de emisoras de radio cristianas por no ser sus aliadas, empezó a cobrar impuestos a la iglesias; sus colectivos armados y camaradas de varios consejos comunales expropiaron terrenos e inmuebles adquiridos por las iglesias con mucho sacrificio.

    La lista de atropellos es larga. Si eso no es pisotear y profanar los utensilios de Dios, ¿qué lo será?

    Pero maravilloso es Dios quien siempre revela sus designios a sus siervos los profetas, quienes desde hace unos años a la fecha han venido señalando que ‘el Eterno ha cortado a Maduro y su régimen’, que dejarán de ser y terminarán como un mal recuerdo, pues para lo único que han servido es para preparar el corazón del venezolano para el último y gran avivamiento que el Señor derramará sobre Venezuela y Latinoamérica.

    ¿Qué hizo Maduro ante estas advertencias de Dios?, hundirse más en la brujería, confiar más en sus chamanes y paleros, financiar la expansión del comunismo y el terrorismo; seguir explotando las riquezas venezolanas, el narcotráfico y lavado de capitales. Hasta que Dios a través de su instrumento escogido para el escarmiento, la mano que escribió en la pared del implacable tribunal neoyorquino, le dijo el pasado jueves 19 de marzo a Nicolás Maduro y sus socios venezolanos: “Mene, Mene, Téquel, Parsin”.

    Ahí te dejo mi análisis a través de esta epístola, mi buen amigo y hermano Fílos.

    Desde el exilio seguimos en oración y muy pendientes de los movimientos de Dios. Saludos a tu familia...

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Epístola de Isacar - Maduro: “Mene, Mene, Téquel, Parsin”

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