Religión y ciencia ¿condenadas a entenderse?
Aunque lo ha venido pretendiendo desde antiguo, la ciencia jamás podrá alejar a Dios de su campo.
11 DE DICIEMBRE DE 2018 · 18:00

Un estudio publicado en la prestigiosa revista “Nature” reveló que un 40% de los científicos en Estados Unidos cree en la existencia de Dios. Un 45% se define como ateo y un 15% se mantiene en la frontera escéptica del agnosticismo.
La Academia Nacional de Ciencias en Estados Unidos declaró oficialmente que “la religión y la ciencia son esferas desligadas e incompatibles del ser humano”.
Con esta declaración, la Academia volvía a los viejos tiempos en los que ciencia y religión o religión y ciencia se empeñaban en batallas ideológicas.
Parece que el pensamiento actual discurre por aguas más serenas. El hecho de que un 40% de científicos se declaren creyentes en la existencia de Dios está llevando a muchos investigadores a enterrar el hacha de guerra que durante siglos ha enfrentado la ciencia con la religión.
En su libro “Dieu face á la science” (“Dios frente a la ciencia”), Claude Allégre escribe que, aunque lo ha venido pretendiendo desde antiguo, la ciencia jamás podrá alejar a Dios de su campo.
“La ciencia, por sí misma, ¿tiene poder para negar la existencia de Dios?”, pregunta el autor. El famoso físico británico Stephen Hawking dijo antes de morir que la exploración científica del Universo es una forma de descubrir “la mente de Dios”.
En medio de este ambiente de cordialidad, universidades tan prestigiosas como Cambridge y Princenton han creado cátedras dedicadas exclusivamente a la reconciliación entre la religión y la ciencia. En otros lugares de Estados Unidos se han fundado instituciones con este mismo objetivo, como el Centro de Chicago para la Religión y la Ciencia, o el Centro de Teología y Ciencias Naturales de Berkley.
El acercamiento de los dos bandos es positivo, aunque existan motivos pragmáticos. Los líderes religiosos son conscientes de que, ante una población cada vez más educada, es necesario compatibilizar las creencias en el más allá con los descubrimientos de la ciencia. Al mismo tiempo, los científicos están convencidos de que, ante una mayoría social que no ha abandonado la fe en Dios, deben ser respetuosos con las creencias religiosas.
En el siglo XVIII, uno de los autores de la Enciclopedia francesa, Denis Diderot, escribió que, para él, era suficiente estudiar algo tan sencillo como el huevo de una gallina para derribar “todos los templos y las iglesias del mundo”.
Han pasado más de doscientos años, hemos entrado en el tercer milenio. Diderot es solo una referencia histórica en libros de consulta. Nadie estudia ahora el huevo de la gallina. No solo no se han derribado los templos, ni han desaparecido las iglesias, sino que cada día se construyen nuevos templos, se fundan nuevas Iglesias, y Dios continúa alimentando los sueños humanos y llevando paz a las almas angustiadas.
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