Al menos 24 personas han muerto a causa de los incendios registrados en la ciudad de Los Ángeles, una tragedia que inició el pasado martes y hasta los momentos a destruido más de 12.000 edificaciones, incluidas algunas iglesias.

A una semana de este suceso, las autoridades continúan trabajando para sofocar el fuego y así evitar que se siga propagando, especialmente en Palisades y Eaton, lugares donde se contabilizaron los fallecidos.

“Se siente como si estuviéramos perdiendo parte de nuestra ciudad. Palisades parece haber desaparecido… Como si nunca hubiera estado allí”, dijo Alex Watlington, pastor principal de la iglesia Pacific Crossroads de Santa Mónica a un medio estadounidense.

“Todo el mundo necesita ayuda, pero no sabes por dónde empezar… Te enfrentas a la pérdida de la gente, y es irreparable” agregó Watlington.

Con los recientes incendios han tenido que ser evacuados unos 150.000 ciudadanos y el monto de daños materiales asciende a unos 25.000 millones de dólares. También continúan desaparecidas 23 personas.

Varias zonas de California continúan bajo advertencia por los fuertes vientos que pudieran ampliar o generar nuevas llamas.

La reacción de los creyentes

Ante esta realidad, los creyentes pertenecientes a las iglesias locales activas, prestan ayuda a los afectados, como, por ejemplo, los de la iglesia Pacific Crossroads que apoyan a miembros de su congregación a través del ministerio Hope for LA.

Por otra parte, los encargados de la iglesia de Pacific Palisades, agradecieron en sus redes sociales por las oraciones y donativos que reciben para su reedificación. “Muchos en nuestra congregación han sufrido enormes pérdidas, así que agradecemos sus plegarias” dijeron.

Durante los primeros días de la tragedia, iglesias de otras denominaciones también abrieron sus puertas para ayudar a los afectados, como la iglesia luterana Trinity, en Pasadena que hizo un servicio especial el pasado domingo para orar por los ciudadanos de Los Ángeles.

No es primera vez que California sufre los embates de voraces incendios, algunos pastores que sobrevivieron a tragedias similares dijeron que las iglesias deben prepararse para una recuperación larga y no lineal.

Explicaron que los primeros días giran en torno a cubrir necesidades básicas como alojamiento y alimentos. Pero luego empieza el duelo, así como la ansiedad que viene con mudarse o quedarse para reconstruir.

“Lo que encuentras tres o cuatro meses después, son retos espirituales: gente que discrepa sobre cuánto tiempo debe durar el duelo o que echa de menos el edificio de su antigua iglesia. Toda la carga que conlleva el dolor” -dijo Josh Lee, pastor principal de la Iglesia Presbiteriana Ridge de Paradise- “Ese es el tipo de cosas de las que debes ser muy consciente en el ministerio pastoral. Todo el quebranto que viene después”.

 

 

 

 

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