¡O sanctas simplicitas!
Juan Hus, en el martirio de la hoguera, exclamó “¡Oh santa ingenuidad!” ante una anciana que llena de celo religioso arrojaba más leños a las llamas.
06 DE MAYO DE 2022 · 08:00

Una breve nota biográfica señala que “Jan Hus fue un religioso nacido en Bohemia que estudió y enseñó en la Universidad de Praga. Donde fue influenciado por John Wyclifee. Como rector de la Universidad desde 1402, se convirtió en el líder de un movimiento reformista que criticó la corrupción del clero católico”.
La condena de la iglesia a las enseñanzas de Wyclifee amenazaron el movimiento y su posición se vio más socavada aún por su postura en la lucha de poderes entre papas rivales.
Fue excomulgado en 1411, pero continuó predicando. Criticó la reanudación de la venta de Indulgencias por el antipapa Juan XXIII, lo que a su vez llevó a que se reabriera el caso de herejía en su contra.
Fue invitado al Concilio de Constanza para que explicara sus puntos de vista. Aunque se le prometió un salvoconducto, fue detenido, enjuiciado por herejía y quemado en la hoguera.
Sus escritos fueron importantes en el desarrollo del idioma checo, así como en la teología de la reforma eclesiástica. Sus seguidores fueron llamados “husitas”.
Según la leyenda la última frase pronunciada por Hus, cuando ya estaba en el martirio de la hoguera fue “¡O sanctas simplicitas!”; o sea “¡Oh, santa ingenuidad!” al fijarse en como una viejecilla, movida por su celo religioso, arrojaba más leños a las llamas en las que aquel ardía.
Muchas veces advertimos en nuestra sociedad que como aquella viejecilla hay muchos que adoctrinados por el dogma oficial, religioso o político, que a pie juntillas acatan el mensaje que le imponen y lo defienden a capa y espada, muchas veces sin siquiera detenerse a razonar lo que están defendiendo.
Es tanta su “santa ingenuidad” por arrimar leños a la hoguera de los que no piensan como se lo han inculcado sus dogmáticos mentores, que llegan por defender aún lo indefendible hasta a pelearse con sus familiares y amigos.
Adocenados por un relato único y unilateral lo acatan ciegamente hasta las jotas y las tildes y al defenderlo con vehemencia como si fuera un dogma sagrado son funcionales a los dictados de quienes se los inculcan.
Es lamentable que en su “santa ingenuidad” no se arredran ante nada y como tienen al igual que Sancho panza “poca sal en la mollera” se empeñan en rebatir y menospreciar a todo aquel que no esté de acuerdo con el mensaje único que emana del poder autocrático de estos líderes entre comillas “con pies de barro”.
Estos militantes llanos y cegados que se convierten en “pedantes y verdugos adoctrinados en los discursos de piojerías” al decir de Rabelais “como estudiantes que solo aprendieron a discutir sin pensar, haciendo creer a los demás que tienen razón aun cuando saben que están equivocados, o guardarse la pelota, si la tienen en la mano y arrancarla si la tiene el otro”.
¿Intuirán alguna vez que esos líderes proclives a los desaguisados y que “nunca supieron distinguir entre lo malo y lo peor y entre lo bueno y lo mejor” los uniforma en sus decisiones desatinadas y los envían como dóciles autómatas a proclamar sus dictados?
La famosa frase de Jan Hus al ver la actitud de la viejecilla al pie de la hoguera es semejante a aquella del evangelio: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Desde Valcheta - ¡O sanctas simplicitas!