Las palmeras en la Biblia

“La palmera es la limosna de Alá a los países pobres”, así dicen los habitantes de África y del Oriente refiriéndose a la palmera de dátiles y, en verdad pocos dichos populares son tan justos como éste.

La palmera o, para ser más exactos, las palmeras, ofrecen el material para la construcción de las modestas viviendas; brindan productos alimenticios muy apreciados, constituyen la materia prima de ciertas fibras textiles y dan madera entre otros beneficios.

Por ese motivo las palmeras son objeto de una de las mayores actividades comerciales y agrícolas de las tierras tropicales.

En general, las palmeras son árboles con un tallo delgado, no ramificado (estípite), que lleva en su cima un gran penacho.

Las flores se agrupan por lo común en racimo compuesto y están envueltas por una gran hoja protectora (bráctea) que se llama “espata”. Las palmeras viven todas en las zonas tropicales o subtropicales, porque tienen necesidad de temperaturas propias del clima cálido.

El aspecto de la palmera dactilera es hermoso y tiene una altura de 15 a 30 metros. Su tronco es cilíndrico y áspero, debido a las escamas, que son los residuos de los pedúnculos de las viejas hojas. Tiene un diámetro que llega al medio metro y lleva en la punta una corona de 30 a 60 hojas muy grandes.

Las flores femeninas, después de la fecundación, dan los frutos, los famosos dátiles, que son bayas rojas o marrones cuando están maduras, con una sola semilla llena de albumen córneo.

El dátil es un fruto sabroso y nutritivo porque contiene aproximadamente un 50% de azúcar; cada árbol produce por año un promedio de 25 kg. de frutos y, excepcionalmente hasta 135 kg., y esto permite calcular su utilidad para el hombre.

El vértice vegetativo de la planta, cortado, deja salir una linfa dulzona, que se consume al natural o bien puesta a fermentar para hacer vino, vinagre, aguardiente y jarabes dulces.

Este árbol, alto y resistente tiene una notable capacidad para sobrevivir en climas difíciles. Al respecto es puesta por ejemplo en el Salmo 92 que dice: “El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantado en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerá. Aún en la vejez fructificará; estará vigoroso y verde, para anunciar que Jehová, mi fortaleza, es recto y que en El no hay injusticia”.

Según la Biblia las hojas de las palmeras se juntaban y se esparcían como símbolo de alegría: “También tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles (palmeras) y las tendían por el camino”.

Es así como las palmeras se convirtieron en el emblema nacional del pueblo judío. Tal vez por lo expresado en el evangelio de Juan 12-13: “Tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el rey de Israel!”

La cita más notable está en el libro de los Jueces 4 donde dice que “Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová porque aquel tenía novecientos carros herrados y había oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años. Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetiza, mujer de Lapidot; y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora entre Ramá y Betel en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio”.

Para finalizar una cita lírica en el libro del Cantar de los Cantares, donde el amado le dice a la amada: “¡Qué hermosa eres, y cuán suave, oh, amor deleitoso! Tu estatura es semejante a la palmera y tus pechos a los racimos”.