La Biblia y dos cuartetas de Jorge Luis Borges
Como el gran lector que era la Biblia no podía estar ausente y su versión preferida era la Reina-Valera
14 DE SEPTIEMBRE DE 2023 · 08:00

El escritor argentino Jorge Luis Borges supo decir “que otros se jacten de los libros que han escrito, a mí me enorgullecen los que he leído”.
Lamentablemente la ceguera le impedía ese verdadero deleite de la lectura, a pesar de haber sido designado como director de la Biblioteca Nacional donde estando rodeado de millones de libros no podía leerlos.
Por eso en su famoso “Poemas de los dones” se refirió a esa aciaga circunstancia: “Nadie rebaje a lágrima o reproche/ esta declaración de la maestría/ de Dios, que con magnífica ironía/ me dio a la vez los libros y la noche”.
Como el gran lector que era la Biblia no podía estar ausente y su versión preferida era la Reina-Valera. En uno de sus magníficos textos analiza la frase de Pablo, Apóstol de Jesucristo, cuando dijo “que ahora vemos por un espejo”.
Dios nunca está ausente en la obra de Borges y muchos de sus poemas y cuentos reflejan esa preferencia.
En esta breve nota deseo referirme a dos cuartetas de su poema “Unas monedas”, incluidas en su maravilloso libro “La moneda de hierro”.
La primera cuarteta lleva el título “Génesis IX, 13”:
El arco del Señor surca la esfera
y nos bendice. En el gran arco puro
están las bendiciones del futuro,
pero también está mi amor, que espera
Sabemos los cristianos que se está refiriendo al pacto de Dios con su patriarca Noé: “He colocado mi arco iris en las nubes el cual servirá de señal de mi pacto con la tierra”.
La otra cuarteta que lleva por título “Mateo, XXVII, 9” nos transporta en cambio al Nuevo Testamento y se refiere a Judas Iscariote. (Uno de sus mejores textos en prosa se titula “Tres versiones de Judas”).
La cuarteta en cuestión dice:
La moneda cayó en mi hueca mano.
No pude soportarla, aunque era leve,
Y la dejé caer. Todo fue en vano.
El otro dijo: aún faltan veintinueve.
De esa forma se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: tomaron las treinta monedas de plata, el precio que el pueblo de Israel le había fijado y con ellas compraron el campo del Alfarero.
Hemos espigado en la brevedad y justeza de estas dos cuartetas de Borges para dar una idea de la profundidad de nuestro escritor para tratar los temas que su erudición le dictaba.
Hay un gran trabajo de construcción detrás de cada línea que rebela la maestría y la excelencia del maestro.
Otros poetas han tratado el tema del arco iris, por ejemplo nuestro Leopoldo Lugones, que una feliz metáfora comenzó su poema diciendo: “Por la lindo puente de siete colores/ muere la luz casta de la tarde amena”, bella sin duda pero no tiene la profundidad de la poesía de Borges.
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