Ezequiel, profeta de desgracia y esperanza

Es el profeta de la desgracia por anunciar el asedio de Jerusalén y el de la esperanza por su pasaje donde asegura que los huesos “vivirán”.

    05 DE NOVIEMBRE DE 2023 · 08:00

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    Sergey Chuprin, Unsplash

    La vida del profeta Ezequiel es una de las más sacrificadas y dolorosas de toda la Biblia. Hay pocos datos de aspectos de su vida. Casi exclusivamente el libro se dedica a narrar las experiencias de Dios y su profeta, al cual solía llamar el “Hijo de hombre”, frase por demás misteriosa.

    Es que el libro de Ezequiel de austera y maravillosa prosa encierra muchas analogías, metáforas y comparaciones. Cada página deja ejemplos y enseñanzas.

    Según algunos estudiosos y teólogos llaman a Ezequiel “el profeta de la desgracia y de la esperanza”, y en ese orden está escrito.

    Se considera a Ezequiel el tercero de los cuatro grandes profetas escritores del Antiguo Testamento. Se sabe que nació en Sadoc pero no se puede fijar con certeza la fecha exacta de su nacimiento.

    Según el escritor argentino Luis Gusmán “se sabe que en el año 597/98 fue deportado a Babilonia después del asedio de Jerusalén por parte de Nabucodonosor y la rendición de la ciudad. Cinco años más tarde, y ya en el destierro, comenzó a ejercer su actividad profética, que desarrolló durante veinticinco años, siendo el último oráculo que se le atribuye el que escribió contra Egipto en el 571 antes de Cristo”.

    Ezequiel es muy conocido por ser el profeta de la visión de los huesos. “El profeta habla por boca de otro, es decir, Dios mueve los labios de Ezequiel y lo exhorta a través de todo el libro bajo la fórmula como ya dijimos de “Hijo de Hombre”.

    El nombre del profeta significa como “Dios es fuerte” o “Dios fortificado”, aunque en griego significa “Dios es mi fuerza”, que me parece más acertado. Como se sabe muy antiguamente al decir del escritor Jorge Luis Borges “el nombre era arquetipo de la cosa”.

    Ante la orden imperiosa de Jehová, Ezequiel no tuvo alternativa posible. Tuvo que obedecer y  decir: “Hijo de Hombre, profetiza y di que la espada está afilada y aún acicalada para pasar a degüello las víctimas”.

    Y lo coloca en una difícil encrucijada: “Y tú, Hijo de Hombre, señálate dos caminos por donde venga la espada del rey de Babilonia: de una misma tierra salgan ambos y echa mano de la suerte. En el principio del camino de la ciudad lo harás”.

    Es el profeta de la desgracia porque anuncia el asedio de Jerusalén y el profeta de la esperanza por su pasaje más conocido donde los huesos como dice un conocido corito “vivirán”: “Los huesos se acercan unos a otros y se recubren de nervios, de carne y de  piel. ¿Es anuncio de la gloriosa resurrección del Señor, el cual también se auto llamaba “Hijo de Hombre”?

    Pero sobre todo, más allá del rollo y de los huesos, del alimento de estiércol, de la posición en la cama al dormir, hay una frase esperanzadora para el pueblo que estaba disperso y del cual Ezequiel fue su profeta: “Por eso di: Así dice el señor Jehová. Yo os recogeré de en medio de los pueblos, os congregaré de los países que habéis sido dispersados, y os daré la tierra de Israel… Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo; quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne para que caminen según mis preceptos”.

    En el Capítulo 9 hay otro texto misterioso. Dice: “Después gritó a mis oídos con voz y dijo: Acercaos los que debéis castigar a la ciudad, cada uno con sus instrumentos de exterminio en la mano. Y por la calle de la puerta de arriba llegaron seis hombres. En medio de ellos había un personaje, vestido de lienzos, con la cartera de escribanía en la cintura”.

    ¿Era el profeta Ezequiel, él mismo, el sexto hombre? Un libro maravilloso con claves y misterios.

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