Me llaman ‘aleluya’

La palabra aparece en la versión de los Setenta como transcripción griega del hebreo “halal” en los Salmos; traducida al español como “alabad al Señor”

04 DE DICIEMBRE DE 2020 · 08:00

Mat Reding, Unsplash,trompeta
Mat Reding, Unsplash

Cuando hace ya sesenta años dí mis primeros pasos en una Iglesia Evangélica dos cosas me llamaron la atención: Un hermoso dibujo pintado en la pared detrás del púlpito que mostraba un paisaje marino con el mar entre las rocas y el sol que nacía esplendoroso. El dibujo realizado, supe después, por el artista y hermano en la fe Pedro Sivaroli, tenía un texto bíblico del libro del profeta Malaquías que decía: “Nacerá el sol de justicia y en sus rayos traerá salvación”. Han pasado los años, el cuadro ya no está, pero siempre vuelve a mi memoria.

Lo otro que me llamó la atención fue la música –no pude ser de otra manera- y aquellos himnos y coritos que hoy ya casi no se cantan más. ¡Una verdadera lástima! La Iglesia tenía un coro grande, de varios integrantes y muchos instrumentos, predominando los acordeones y las guitarras.

Uno de los coritos que se cantaban decía: “El diablo está enojado/ y tiene razón/ fue desechado de mi corazón/ me llaman aleluya/ aleluya soy”.

En aquellos tiempos ser evangélico solo servía para las burlas y las chanzas y nos apodaban en la calle como “aleluyas” y también “canutos”, por el Obispo Juan Canut de Bon, que difundió la fe protestante en Chile.

El término “aleluya”, según la definición del Diccionario de la lengua española, deriva del hebreo “halelu-yah”, que significaría “alabar con júbilo a Yahvé”. Voz que usa la Iglesia en demostración de júbilo, especialmente en tiempo de Pascua.

También usado como “cantar” la aleluya o el aleluya. También en otra de las acepciones sería “pareado de versos octosílabos generalmente de carácter popular o vulgar”.

También se refiere a una planta perenne de la familia de las oxalidáceas, con la raíz dentada y encarnada, escapo con una sola flor y hojas de tres en rama, en figura de corazón al revés, que florece en verano. Es comestible, tiene gusto ácido y se saca de ella la sal de acederas”. También se corresponde a “noticias de alegrías”.

Para el caso que nos interesa el Diccionario de la Biblia de Jerusalén define por aleluya al “cantado por la multitud en el cielo (Ap. 19:1) , que significa “alabad al Señor”, como, por ejemplo, en Salmo 135:3. Este grito fue incorporado al culto cristiano y, según indica Agustín, constituía la respuesta del pueblo al gradual cantado tras la primera lectura de la Escritura”.

Más escueto, el Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado de Vila-Escuain expresa que esta palabra aparece en la versión de los Setenta como transcripción griega del hebreo “halal” en los Salmos. Traducida al español como “alabad al Señor”. Es una adscripción de alabanza a Dios. En el libro de Apocalipsis se oye este clamor en el cielo, en la jubilosa alabanza por la introducción en el Reino de Dios”.

Varios himnos y coritos inspirados tomaron para sí esa voz y era usual entonarlos en los cultos, cuando todavía no se conocían los espacios actuales de adoración.

“Anunciando la trompeta/ la feliz resurrección/ surgiremos, ¡Aleluya!/ ¡Gloria a Dios! / Será inmenso el regocijo/ de los salvos por Jesús… / ¡Surgiremos! ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!   Cuando ya resucitemos/ las cadenas romperemos/ viviremos ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!   De la resurrección el día/ será hermosa la reunión… / al mirar a nuestros padres/ redimidos y demás.  ¡Oh, que hermoso pensamiento! ¡Yo veré a mi Salvador!  A Jesús manso cordero/ que por mí en la cruz murió.  En aquel glorioso día/ ¡Gloria a Él!”

Creemos los cristianos que así será.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Desde Valcheta - Me llaman ‘aleluya’