La Biblia y las palabras

Cuando Poncio Pilatos armó un “tole tole”.

26 DE NOVIEMBRE DE 2020 · 08:00

Geralt, Pixabay,letras de colores
Geralt, Pixabay

En la Biblia, lo sabemos, las palabras tienen una gran importancia. No en vano San Juan comienza su Evangelio afirmando textualmente que “En el principio era el Verbo. Y el Verbo era en Dios y el Verbo era Dios. Y todas las cosas fueron hechas por el Verbo”.

La palabra, el Verbo del principio, tenía el poder creador. Por eso Jorge Luis Borges en su poema “El Golem” expresaba que en “la palabra rosa está la rosa/ y todo el Nilo en la palabra Nilo”.

La misma idea expresa poéticamente San Juan de la Cruz: “Mil gracias derramando, / pasó por estos sotos con presura, / y yéndolos mirando, / con sola su figura/ vestidos los dejó de hermosura”.

Colegimos entonces que la palabra  es la causa primera constitutiva de las esencias, y creadora de las existencias.

El escritor argentino Daniel Balmaceda en su ameno libro “Historia de letras, palabras y de frases”, dedica un ameno texto al significado original de algunas palabras bíblicas. Y conviene para ilustrar al lector transcribir textualmente.

En la Biblia podrán encontrarse muchas frases que mantienen su vigencia e incluso su sentido, como: “La costilla de Adán” (Génesis); “Ojo por ojo, diente por diente” (Éxodo) o “Sembrar cizaña” (Evangelio según San Mateo). Pero también hay algunas palabras que han perdido su originalidad por el efecto de malas traducciones o interpretaciones”.

“Sabemos que Cristo significa “el Ungido”. ¿Por qué? Primero, porque es una forma de aclarar que es el elegido. Esto se debe a una antigua tradición de untar con óleos y bálsamos en la frente a quien ha sido designado para un alto cargo, en un reino o en el templo”.

“En griego, khrisma es ungüento perfumado. En el latín fue chrisma y dio origen a cresme en francés antiguo, cream en inglés y crema en español. Pero lo más curioso es que la palabra terminó designando no sólo al ungüento, sino también al sitio donde se aplicaba, es decir la frente. Entonces, si escuchamos a alguien decir: “Se cayó y se rompió la crisma”, ya sabemos dónde está: en la cabeza, en la frente”.

“Luego tenemos los textos de San Pablo, que recorrió Asia Menor predicando la Palabra de Dios. En Éfeso, a orillas del mar Jónico, no la pasó bien. Incluso, estuvo a punto de ser linchado por la multitud instigada por los comerciantes, quienes rendían culto a Artemisa”.

“San Pablo relató sus penurias en la Epístola Ad Efesios (Carta a los Efesios). En el texto además de censurar la ingesta de vino, daba consejos matrimoniales. Con el tiempo a esas costumbres se las calificó de adefesio”.

Agra Balmaceda un dato más: “El autor español Ángel Ganivet escribió en 1896 en Cartas finlandesas: “Una mujer con pantalones no es un varón, es un adefesio”.

La otra gran curiosidad se encuentra en uno de los principales pasajes del Nuevo Testamento. “Nos referimos al momento en que Jesús fue presentado ante el prefecto romano de Judea, Poncio Pilatos. Recordemos que Pilatos era el representante de Roma en la región y que se encontraba en Jerusalén porque allí se generaban revueltas todo el tiempo y él estaba encargado de reprimirlas. Pilatos tenía el objetivo de romanizar Judea, pero no lo logró”.

“Jesús fue llevado ante el prefecto, quien lo indagó para saber si era galileo. Como lo era, envió al prisionero a Herodes, el gobernador de Galilea que en esos días se encontraba celebrando la Pascua en Jerusalén. Pero Herodes lo devolvió a Pilatos. En realidad, este último no veía motivos para condenar a Jesús. Sin embargo, los instigadores impusieron su postura empujando al pueblo para que mostrara su malestar. Según el Evangelio de San Juan, Pilatos se plantó delante de la masa y anunció, señalando a Jesús: “He aquí vuestro rey”. Los manifestantes comenzaron a gritar: “¡Sácalo, sácalo! ¡Que lo crucifiquen!”.

“Por supuesto, los evangelistas no escribieron los textos en latín. Pero no olvidemos que el crecimiento del cristianismo se dio a partir de su consolidación en el Imperio Romano.  En aquellas traducciones de los evangelios al latín, la frase del pueblo se convirtió en: “Tolle, tolle, crucifige eum” que significaba el “¡sácalo, sácalo! ¡Que lo crucifiquen!” que ya hemos mencionado”.

“De tolle, -finaliza Balmaceda- aquel imperativo del verbo tollere (sacar, quitar) se generó la expresión que habla de alboroto, confusión y enojo de un grupo: “¡Se armó un tole tole!”.

Como vemos, hay en todos los idiomas palabras tomadas de la Biblia, no podría ser de otro modo siendo “la Palabra de Dios”, y son para el lector atento y curioso un verdadero tesoro inagotable de enseñanzas.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Desde Valcheta - La Biblia y las palabras