Biblia, leche y literatura

La lectura de la Biblia –en la versión Reina-Valera- influyó sobremanera en varios textos de Jorge Luis Borges.

    25 DE ENERO DE 2024 · 08:00

    Robert Hrovat, Unsplash,gota de leche salpicando
    Robert Hrovat, Unsplash

    Como introducción de esta breve nota sobre la Biblia, la leche y la literatura, sería atinado reproducir la definición que de la segunda da el Diccionario de la Biblia de W. R. F. Borwning, en un tomo adjunto a la la versión en cuatro tomos de la Biblia de Jerusalén.

    Canaán era considerada una tierra que manaba leche y miel (Ex 3,8), y la leche se convirtió en símbolo de prosperidad (Is 60,16). Pablo (1 Co 3,2) y la carta a los Hebreos (5,12)  se refieren metafóricamente a la leche en el sentido de la enseñanza elemental al comienzo de la vida cristiana; y se exhorta a los conversos a desear la leche incontaminada, como niños recién nacidos (1 P 2,2), lo cual puede ser una alusión a la leche que se daba inmediatamente después del bautismo, mezclada con miel –un eco de la era mesiánica predicha pos Isaías (Is 7,15)-. También se daba una taza de leche a los iniciados en los ritos mistéricos paganos”.

    Por su parte el Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado Vila-Escuain agrega que “la leche  es un alimento de suma importancia en el Oriente. En la actualidad de sigue consumiendo, como en el pasado, la leche de vaca y de oveja (Dt 32,14), de cabra (Pr 27,27) y de camella (Gn 32,15. Esta última es excelente y alimenticia, aunque falta de azúcar. Se tomaba la leche agria o natural, y se transformaba también a queso (Dt 32,14; Jue 5,25). Se conservaba en odres  y se servía en tazones (Jue 4,19; 5,25)”.

    “En el Nuevo Testamento la leche se usa casi exclusivamente  como una imagen de la Palabra de Dios en sus enseñanzas básicas para los cristianos recientes, en tanto que usa la ‘vianda’ para aquellas verdades que enseña a los más maduros (1 Co 3,2; He 5, 12 13; 1 P 2,2)”.

    Eran conocidos desde antaño sus principales derivados como ya hemos dicho los quesos, también la leche cuajada (nuestro actual  yogur) y la mantequilla.

    Los escritores argentinos Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares escribieron juntos (después utilizarían el seudónimo de Honorio Bustos Domecq, autor ficticio de sus novelas policiales) varios trabajos, siendo uno de ellos sin ninguna importancia literaria relevante, dado que era un encargo que le hacen a Bioy (su familia era dueña de la empresa láctea La Martona) para escribir una propaganda de la leche cuajada que resulto una pieza enjundiosa y de exquisita prosa y una ardua investigación.

    Al respecto cuenta Bioy Casares que “me encargaron un folleto seudocientífico y comercial sobre le leche cuajada y el yogur. Como pagaban bien le propuse a Borges que lo escribiéramos juntos. Cuando estábamos haciendo ese trabajo, que me atrevería a decir era aburrido, comentábamos que lo que realmente convendría la pena sería escribir cuentos juntos”. Esto fue en el año 1935, antes que la celebridad literaria alcance a ambos.

    Y permítaseme una breve digresión al decir que Borges consideraba a la Reina-Valera como la mejor versión de la Biblia.

    “Los dos escritores se fueron a una estancia durante una semana provistos de abundante bibliografía sobre el tema, y allí no solo redactaron el folleto (que consta de veinte páginas) sino que, además, crearon un soneto y un cuento policial basado en una trama ideada por Borges”.

    En uno de sus párrafos dice “El arcano y la maravilla suelen estar a nuestro alrededor: la costumbre nos impide percibirlos, miramos sin ver, creemos que nada queda por ver, y nos dirigimos hacia lo lejano, lo remoto, en busca de esfinges y maravillas. Sin embargo el elixir de la larga vida, de los cuentos, y de algunas débiles fallas de nuestra desesperanza, es por todos conocido: la leche cuajada, el alimento de Matusalén”.

    “Desde las más remotas edades los hombres eligieron como acidificante la leche cuajada. Hay prueba de ello en la Biblia –dicen los autores-. Cuando Abrahán, sentado a la puerta de su tienda en el calor del día, vio que tres hombres o tres ángeles se le acercaban, les ofreció leche cuajada. Y agregan que según el libro de Deuteronomio 22,14, Dios mismo incluye entre los alimentos concedidos al pueblo de Israel la leche cuajada”.

    Según los críticos literarios la presencia de Borges en la redacción y elaboración del texto parece ser de vital importancia. A través del mismo reconocemos inmediatamente una gran cantidad de palabras y formas de escrituras que son propias del autor de El Aleh.

    Podemos afirmar para cerrar esta breve nota que la lectura de la Biblia –en la versión Reina-Valera- influyó sobremanera en varios textos de Jorge Luis Borges.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Desde Valcheta - Biblia, leche y literatura

    0 comentarios