El silbo apacible

Pasó el viento huracanado

doblando la copa de los árboles

levantando piedras

y cascajos

achaparrando sobre el suelo

a todo ser viviente.

Pero Dios

no estaba

en el viento huracanado.

Pasó el terremoto

desarraigando árboles

y abriendo grietas

en los montes.

Pero Dios

no estaba

en el terremoto.

Pasó el fuego

calcinando las piedras

y lamiendo

con su lengua caliente

las hojas de los árboles

y las cortezas

de los montes.

Pero Dios

no estaba

en el fuego.

Y pasó el

Silbo Apacible

y Dios estaba

en el Silbo Apacible.

¿Dónde yo te reconoceré

mi Señor y mi Dios?