Una estrella saldrá de Jacob: Dios habla por labios malvados
La Iglesia es columna y fundamento de la verdad pero la verdad no es patrimonio exclusivo de la iglesia.
22 DE DICIEMBRE DE 2024 · 08:00

Partimos de lo ya establecido en el sentido de que es bien cierto que la Iglesia es “… columna y fundamento de la verdad” (1 Timoteo 3:15).
Pero ello no significa ni mucho menos que la verdad sea patrimonio exclusivo de la iglesia.
Podemos al respecto señalar algunos ejemplos puntuales en la Biblia que lo demuestran y confirman.
Entonces, por ello, nuestro deber de someterlo todo a prueba y aferrarnos a lo bueno (1 Tesalonicenses 5:21) es independiente de dónde o de quien proceda.
Sorprendentemente, el profeta Balam es un ejemplo de ello.
A pesar de ser descalificado de muchas maneras en las Escrituras, este profeta mercenario pronunció, sin embargo, una clara profecía mesiánica. Una profecía que se convirtió en todo un referente para la espera del mesías en Israel.
“Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca. Una estrella saldrá de Jacob; un rey surgirá en Israel. Aplastará las sienes de Moab y el cráneo de todos los hijos de Set. Edom será conquistado; Seír, su enemigo, será dominado, mientras que Israel hará proezas. De Jacob saldrá un soberano, y destruirá a los sobrevivientes de Ar” (Números 24:17-19).
Dicho anuncio profético fue probablemente el que tuvieron en cuenta los sabios o magos de oriente ꟷun ejemplo también de que la sabiduría no es patrimonio exclusivo del pueblo de Diosꟷ para seguir la estrella hasta Belén con ocasión del nacimiento de Cristo.
La profecía de Balaam sobre Israel muestra que Dios puede hablarnos la verdad incluso por intermedio de personas que no cuentan con su aprobación.
Es más. En el Nuevo Testamento, el evangelio de Juan atribuye también afirmaciones ciertas de carácter profético a personajes tan antagónicos al evangelio como Caifás y Pilato. Ciertamente ambos autores intelectuales de la ejecución de Cristo.
Podemos leerlo en Juan 11:49-51 y Juan 19:19-20 respectivamente
Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación (Juan 11:49-51)
Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín (Juan 19:19-20)
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