Dios, con voz de mando y trompeta
Las bajas del ejército de Dios en la guerra cósmica del bien y el mal son temporales, y la victoria final irrevocable.
22 DE SEPTIEMBRE DE 2024 · 08:00

Nunca han faltado mártires a la iglesia a lo largo de sus dos mil años de historia, incluso hoy en día pese a que, bajo la órbita de la cultura occidental actual y su ideal de tolerancia, esta posibilidad pueda haber llegado a parecer cada vez más excepcional y remota.
Y sin duda nuestro tiempo es muy diferente a las condiciones del contexto pagano del imperio romano antiguo, con sus históricas y representativas hostilidades, siempre latentes o efectivas hacia el cristianismo.
Pero en la actualidad una persecución similar continúa, guardadas las proporciones, en muchas culturas y sociedades dominadas por otras religiones. Como por ejemplo en las naciones árabes, y otras en las que prevalece el islam; o en muchas de las religiones del Oriente tales como el hinduismo, el budismo, el confucionismo, el taoísmo y el sintoísmo.
A esto hay que añadir los regímenes políticos ateos, perseguidores también del cristianismo.
Y sin duda estas pérdidas son dolorosas y lamentables, para la iglesia y para el mundo por igual; y puede darse la impresión de impotencia o desinterés de parte de Dios hacia los suyos.
Esto último hace comprensible, entonces, el clamor de los mártires para que los reivindique y haga justicia como recoge el libro de Apocalipsis recoge el clamor de los mártires cristianos en estos términos:
“… ¿Hasta cuándo, Soberano Señor, santo y veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?” (Apocalipsis 6:10)
En respuesta a este clamor, Dios mismo promete hacerlo con creces en su momento, al revelarnos que:
“El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16), con los mártires a la cabeza de todos ellos.
Todas las bajas que el ejército de Dios pueda experimentar en la guerra cósmica entre el bien y el mal son siempre temporales, y la victoria final irrevocable.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - Dios, con voz de mando y trompeta