La arqueología y los cuatro Evangelios

Ciudades, lugares e Incluso detalles aparentemente triviales de los relatos de los evangelios han sido confirmados.

    28 DE ENERO DE 2024 · 08:00

    Los escalones junto al estanque de Siloé,estanque Silóe
    Los escalones junto al estanque de Siloé

    La arqueología ¿corrobora o refuta el N. T.? (3)

    Dejando de lado los lugares de nacimiento y sepultura del Señor, Sheler expone: “En todo el territorio del actual estado de Israel y en Cisjordania, existen numerosos lugares que reivindican dudosas tradiciones relativas a Jesús”. 

    Entre ellos podemos destacar el pozo de Jacob en el que Jesús se encontró con la mujer samaritana, del cual el suplemento arqueológico de la Biblia Thompson dice: “es uno de los lugares más auténticos de todas las tierras bíblicas”. Y en relación con el diálogo del Señor llevado a cabo allí con la mujer samaritana y la declaración que ella hace en el sentido que: “nuestros antepasados adoraron en este monte…” (Juan 4:20) en alusión al templo samaritano en el monte Gerizim, destruido por el sacerdote y rey Juan Hircano de la familia judía y sacerdotal de los macabeos en el 128 a. C. ꟷpunto culminante de la hostilidad entre judíos y samaritanosꟷ, sobre cuyos restos el emperador Adriano, fiel a su modus operandi, construyó otro templo para Zeus en el siglo II d. C., y posteriormente el emperador cristiano Justiniano construyó una iglesia en el siglo VI d.C. que fue destruida por los árabes un siglo después; la Biblia de Estudio Arqueológica nos dice: “Los arqueólogos han descubierto restos de la iglesia de Justiniano, del templo de Adriano, y del templo que destruyó Juan Hircano”.

    La ciudad de Corazín condenada por Jesús por su falta de arrepentimiento también se ha identificado con el bien conocido parque arqueológico Khirbet Karaze, cinco kilómetros al norte del Mar de Galilea.

    También en Galilea, Caná, el lugar de las famosas bodas donde el Señor hizo su primer milagro, transformando el agua en vino, se identificó inicialmente con Kefr Kenna, seis kilómetros al noreste de Jerusalén, que cumplía todos los requisitos para reclamar ser el lugar en cuestión. Aunque recientemente se ha ubicado con mayor seguridad en Khirbet Kana, doce kilómetros al norte de Jerusalén.

    Pero tal vez la ciudad de los evangelios más abundantemente atestiguada por la arqueología en sus detalles es Capernaúm, en donde se halla un imponente complejo arqueológico conocido como Tell Hum, visitado continuamente por los peregrinos. Allí se encuentran las ruinas de una magnífica sinagoga de piedra caliza del periodo bizantino y, debajo de ella, una de roca basáltica del siglo primero en la que muy probablemente Jesús enseñó y realizó, al menos, un milagro. Esta sinagoga, además, según Lucas 7:5, fue construida bajo el auspicio de un centurión romano que amaba al pueblo de Israel. Y muy cerca de allí se encuentra incluso la que, con mucha probabilidad, fue la casa del apóstol Pedro con todas las características de haber sido transformada desde el primer siglo en una “casa iglesia”, como lo afirman peregrinos cristianos desde el siglo IV d. C.

    El enlosado de Gabatá o pavimento de piedra cerca de la puerta de Jafa en donde Jesús compareció ante Pilato, según Juan 19:13 “… al que llamaban el Empedrado (que en arameo se dice Gabatá)” también ha sido excavado en parte en la torre Antonia, residencia probable del gobernador, en el ángulo noroccidental de la explanada del Templo. Allí se puede apreciar que el terreno se eleva efectivamente (en arameo Gabatá significa «estar elevado, ser alto») y en ese punto estaría colocado el tribunal, delante del pretorio o palacio de gobierno.

    Podríamos seguir enumerando, además del ya mencionado estanque de Betesda, el estanque de Siloé, mencionado tanto en el Antiguo Testamento en relación con el acueducto del rey Ezequías ꟷun logro extraordinario de la ingeniería antigua que aún hoy en día funcionaꟷ como en el evangelio en relación con la curación de un ciego a quien Jesús envió a lavarse allí, cuya ubicación está claramente establecida y existe todavía.

    Incluso detalles aparentemente triviales de los relatos de los evangelios y del libro de los Hechos de los apóstoles han sido confirmados. Sheler da cuenta de uno de ellos: “El evangelio de Marcos (Marcos 14:3), por ejemplo, cuenta que en una ocasión una mujer rompió un frasco de alabastro, y derramó un perfume muy costoso sobre la cabeza de Jesús. La descripción de la escena deja al lector perplejo, dado que el alabastro es tan duro, que romper un recipiente de ese material equivaldría a partir una roca. Pero la evidencia arqueológica y literaria ha revelado que, en algún momento, durante la época helenística desde fines del siglo cuarto hasta el final del siglo primero a. C. los frascos de alabastro fueron reemplazados por envases de vidrio en los que se conservaban los perfumes costosos, aunque la gente seguía llamándolos «alabastros». Para abrir estos envases de vidrio sellados era necesario romperlos. De modo que no hay duda de que el autor de Marcos estaba en lo cierto cuando escribió que la mujer había roto el frasco para abrirlo”.

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    Artículos anteriores de esta serie sobre La arqueología ¿corrobora o refuta el Nuevo Testamento?

    1.- La arqueología y el ‘Cristo histórico’

    2.- El establo de Belén y la tumba de Jesús

    3.- La arqueología y los cuatro Evangelios

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - La arqueología y los cuatro Evangelios

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