Génesis y la creación ¿mito o verdad?

La cultura occidental actual mantiene su mito científico de que el universo no requiere de Creador alguno.

23 DE ABRIL DE 2023 · 08:00

EvgenitT, Pixabay,hombre universo, vía láctea
EvgenitT, Pixabay

¿Es la Biblia un mito más? (1)

Uno de los señalamientos contra el cristianismo que ganó fuerza en la modernidad y que muchos de quienes se encuentran al margen de él aún esgrimen en su contra, es calificar las narrativas bíblicas como “mitos” para así poder descalificarlo y dejarlo sin ninguna validez.

Ahora bien, la noción del “mito”, cuando se saca de su acepción popular que significa simplemente una mentira que se ha querido hacer pasar por verdad, y se define más bien desde el punto de vista de la historia de las religiones, es más compleja que esto, por supuesto, y no carece de connotaciones positivas que le confieren, incluso, una buena dosis de verdad, como sucede, por ejemplo, en esa categoría literaria que ya algunos eruditos llaman el mito-historia, aplicable en particular a algunas de las narraciones bíblicas típicamente controvertidas a lo largo de la historia, como lo es en los últimos años la llamada “búsqueda del Adán histórico” que tiene como finalidad establecer la historicidad de Adán en vista de las convergencias y divergencias simultáneas que la ciencia está estableciendo en relación con este asunto y que se encuentran hoy en plena y candente discusión.

Una discusión que, si bien no es el objeto de esta serie de artículos, si debe tener en cuenta no sólo la alusión marginal e incidental que hace Cristo a Adán y a los comienzos conforme al relato bíblico del Génesis en Mateo 19:3-6, habida cuenta de su bien ganada credibilidad a la que volveremos más adelante; sino también las demás referencias bíblicas a Adán posteriores al Génesis (1 Crónicas 1:1; Job 15:7; 31:33; Oseas 6:7; Lucas 3:38, 1 Timoteo 2:13-14, Judas 14), que no parecen dar pie a la idea de que él es un mero símbolo de la humanidad, de modo que interpretarlo de este modo únicamente para conciliar la Biblia con teorías científicas de última hora o ideas filosóficas en continua revisión, es incurrir en una deficiente y condenable exégesis que en últimas pondría también en entredicho lo hecho por Cristo a nuestro favor, habida cuenta de los contrastantes paralelismos bíblicos entre Adán y Cristo (Romanos 5:12-19, 1 Corintios 15:22, 45-49).

Pero volviendo con nuestro tema, quienes insisten en descalificar el cristianismo dejando sin piso las narraciones bíblicas al tacharlas de mitos, entendidos en su acepción popular de mentiras históricas mandadas a recoger; no toman en cuenta con la debida consideración que, de hecho, la misma Biblia nos exhorta a someterlo todo a prueba (1 Tesalonicenses 5:21), instrucción que ha traído como resultado que el cristianismo haya sido y siga siendo, en sus versiones ilustradas, una doctrina desmitificadora y antisupersticiosa que, al promover la verdad desenmascara el engaño y la falsedad, fomentando de paso el pensamiento racional y ceñido a los hechos; de donde poner a prueba lo que se nos pide creer es algo por demás natural en un creyente en Cristo, haciendo de los cristianos saludables escépticos en el sentido original del término que indica a aquel que examina las cosas y no traga entero ni se deja engañar fácilmente. No es casual, ni deja de ser significativo, que en la época del imperio romano los cristianos fueran acusados de ser ateos y perseguidos por esta causa, ya que negaban a los falsos dioses de las mitologías de las civilizaciones antiguas y de las numerosas religiones de misterio que estaban en boga en la época.

Paradójicamente, quienes introdujeron la noción del mito en el campo del cristianismo para aplicarla a las narraciones bíblicas, fueron teólogos cristianos que militaban en lo que se conoce desde entonces como “teología liberal”, de la que podría muy bien decirse que con “amigos” así la iglesia no necesita enemigos, pues fueron ellos quienes, cual caballo de Troya, introdujeron los cuestionamientos al cristianismo por cuenta de la noción del mito. Sin embargo, sus credenciales académicas no deben hacernos perder de vista lo que muchos eruditos conservadores igualmente acreditados también se han encargado de hacernos saber al respecto, como por ejemplo lo relativo a los llamados “mitos de la creación”, pues ya está establecido que, como lo afirman J. P. Moreland y J. M. Reynolds “Toda cultura se aferra a su particular mito de la creación”

Hoy por hoy es, entonces, de muchos sabido que los mitos sobre la creación están presentes en bastantes culturas antiguas, registrados con anterioridad al relato bíblico. Pero eso no significa, como lo pretenden algunos de manera ligera, que se pueda equiparar sin más al judaísmo con las religiones paganas al poder identificar algunos paralelos entre sus respectivas narraciones, como si la narración bíblica de la creación fuera un mito más entre muchos.

Se ha llegado a decir incluso, con evidente mala intención, que la Biblia toma prestados elementos mitológicos de las culturas paganas de la antigüedad y los incorpora en su propio relato, sin tomar en consideración la gran sobriedad y concisión del relato bíblico al compararlo con los fantasiosos y adornados mitos de la creación propios de las culturas paganas.

Además, la narración bíblica sobre la creación posee una característica única que la coloca en una categoría aparte en relación con los mitos paganos sobre la creación, y es que la Biblia habla de una creación ex nihilo, es decir, de la nada, mientras que todos los mitos antiguos de la creación pintan a los dioses creando el mundo apelando a una materia preexistente.

Lo cierto es que cualquier semejanza entre los mitos paganos y el relato bíblico de la creación tiene una mejor y más razonable explicación en que, como lo señala Gino Iafrancesco Villegas: “El mito y la historia navegan siempre en la misma embarcación… Muchos mitos son versiones deformadas de una verdadera historia… Una historia verdadera es la raíz de la cual se desprendieron los mitos… Las similitudes de la historia verdadera con los mitos son obvias y tiene su razón lógica de ser. Han de parecerse si provienen de un pasado común. El mismo mito confirma el detalle auténtico de la historia”.

De hecho, la cultura occidental actual también sigue sosteniendo su propio mito de la creación: el mito científico de que el universo no requiere de Creador alguno, en contravía incluso con lo que sugiere fuertemente la teoría del Big Bang, y nociones como el llamado “ajuste fino del universo” y el principio antrópico, dándole la razón de nuevo a Gino Iafrancesco Villegas:  “No todo es tan sólo mito en los mitos, como tampoco todo es ciencia en las ciencias… muchas hipótesis científicas son evidentemente también mitos, y cumplen el papel del mito entre sus adeptos. La fe en la ciencia es la nueva mística de la mitología actual. La ‘ciencia’ es el mito moderno”.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - Génesis y la creación ¿mito o verdad?