¿Ser madre antes que mujer?

Una respuesta a esta pregunta desde una perspectiva teológica y psicológica.

19 DE MAYO DE 2019 · 08:00

Averie Woodard, Unsplash,mujer sola, mujer paisaje
Averie Woodard, Unsplash

Queriendo significar que la inclinación de su afecto materno es más sólido o importante que el afecto que tiene por su pareja o marido, una dama dice a viva voz: “primero son mis hijos, porque soy madre antes que mujer”. Este tipo de expresiones suelen escucharse cuando una fémina tiene problemas con su pareja por causa de sus hijos, sean sólo hijos de ella o de ambos.

No me refiero en este artículo al justificable repudio que puede mostrar una mujer cuando su hijo ha sido violado, humillado, o tratado con maldad por el padre biológico, o por el padrastro, en su defecto. Más bien escribo centrado en aquellas situaciones domésticas donde los códigos de crianza y la conducta del hijo biológico o del hijastro afectan directamente la relación de la pareja.

Voy a dar respuesta a la interrogante planteada en estas líneas desde una perspectiva teológica y psicológica. Agradezco siga mi reflexión hasta el final para comprenderme.

En términos teológicos se puede decir que el rol más importante de una mujer es ser pareja o esposa del hombre. Dios notó que Adán se sentía solo en el Edén y creó una ayuda idónea para él, un complemento perfecto, una compañera que integrara con plenitud su vida. Una unidad indivisible, una coexistencia armoniosa conectada por elementos emocionales, físicos, afectivos y sentimentales que generan el goce que ninguna otra relación tiene capacidad de producir.

Siempre he pensado que Dios no decidió darle a Adán un hijo, una madre o una suegra para apartarlo de la soledad y hacerlo feliz, sino que creó una entidad con la facultad de ser pareja (Gén. 2:18-23).

Por esta concepción y necesidad natural de realización, cada ser humano que se hace adulto aspira tener una pareja y formar su propia familia, dejando atrás el antiguo núcleo familiar y estableciendo nuevas prioridades afectivas y proyectos de vida, tal como Dios se lo explicó a Adán (Gén. 2:24-25).

También se puede leer en las Escrituras que las relaciones de pareja o esposos son únicas y excepcionales, incomparables con cualquier otra pues demanda la entrega de la vida misma, tal como lo expresó el Apóstol Pablo: “el marido debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia y entregó su vida por ella” (Efe. 5:25), y “la esposa debe vivir continuamente para agradar a su esposo por encima de todas las demás personas” (Efe. 5:22). No existe otro tipo de relación mencionada en la Biblia que sea tan profunda, especial y exigente como el de pareja.

En términos psicológicos podríamos abordar el tema comenzando por el hecho de que ninguna bebé mujer nace embarazada, por lo tanto es imposible primero ser madre y luego mujer. La condición de mujer la faculta para ser madre y no al contrario.

Por otro lado, ninguna mujer en estado normal quiere vivir sin pareja, o sin la ilusión de hacer vida con un hombre, pues esto equivale a renunciar a su propia identidad sexual, al diseño de su estructura orgánica y a la extinción de su mundo psicológico-afectivo.

En cambio, una mujer puede ser estéril y vivir en pareja hasta el final de su vida, quizás lamentando no haber podido tener hijos, pero sin trastornar su existencia, fenómeno que sí suele ocurrir cuando no alcanza la plenitud relacional de pareja.

La razón por la que muchas mujeres afirman que primero son sus hijos y luego su marido no responde a lo afectivo sino a: descomposiciones en la relación de pareja, erróneas concepciones socioculturales, presiones sociales y familiares basadas en deseos de control, frustraciones y negativas experiencias que el colectivo sobregeneraliza, trastornos en la dinámica familiar nuclear (padres-hijos), modelajes familiares disfuncionales y desestructurados, trastornos intrapsíquicos que tocan el campo familiar y las relaciones, o sencillamente la ausencia de amor en la pareja.

Si Usted está viviendo este dilema con su pareja, la invito a considerar los siguientes consejos:

  • Asegúrese de que la unión de usted y su esposo está motivada por el amor pues él es la única garantía para permanecer juntos y armonía.
  • Maneje sus diferencias de pareja de una manera constructiva y madura. Intente llegar a acuerdos concretos sobre la manera como quiere vivir y ser tratada.
  • Busque ayuda profesional con su esposo cuando no logren superar un conflicto por ustedes mismos.
  • Póngase de acuerdo con su esposo respecto a la crianza de sus hijos y/o hijastros. Establezcan normas de convivencia para ellos.
  • Demuéstrele a sus hijos que entre usted y su esposo existe una unidad y armonía indestructible.
  • No permita que sus hijos la manipulen ni que la inciten a tener una discusión con su esposo. El control y la autoridad deben reposar en los esposos, no en los hijos.
  • Dé muestras de afecto a su esposo delante de sus hijos, así como las primicias de su cariño y de sus atenciones.

 

Con gusto atenderé a tus preguntas o comentarios: [email protected]

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Convicciones - ¿Ser madre antes que mujer?