¿Quién y dónde escribe tu destino?

La expresión filosófica “destino”, hace referencia a todo lo no esperado que ocurre

17 DE FEBRERO DE 2019 · 10:00

Simone Viani, Unsplash,barco arena, barco papel
Simone Viani, Unsplash

En una ocasión escuché al popular conferencista mexicano Miguel Ángel Cornejo decir que el destino es lo que ya pasó, lo que nos llegó y no lo que vendrá. Desde este enfoque, el destino sólo tiene que ver con lo que nosotros no pudimos elegir: nuestros padres, nuestra nacionalidad, nuestra condición física y nuestra condición social originaria.

Es una visión del destino totalmente pretérita. Aquella conferencia estaba diseñada para jóvenes y tenía el propósito de persuadirlos a tomar las riendas de su futuro, lo cual es plausible. Pero, creo que el manejo que le dio Cornejo al concepto de destino es mitad verdad y mitad error.

En primer lugar, la expresión filosófica “destino”, hace referencia a todo lo no esperado que ocurre, es decir, al “yo no lo planifiqué, pero sucedió”. Por ejemplo, así como no es posible decidir nuestra fecha de nacimiento y las condiciones en que venimos a este mundo (evento que antecede nuestra existencia), tampoco es posible decidir, en situaciones normales, la fecha y condiciones de nuestra muerte (evento que sucede nuestra existencia).

La otra razón por la cual no creo que la definición del destino es únicamente anterógrada la fundamento en la connotación psicológica que se le da al término, que en resumen es: “a pesar de...” o “aunque yo...”. Estas frases indican nuestra imposibilidad de tener el control de los demás y de todo cuanto pasa a nuestro alrededor, o sea, nuestra incapacidad de que siempre sea hecha nuestra voluntad.

Es por esta razón que muchas personas suelen utilizar el término destino para expresar alguna forma de fracaso; para denotar el haber fallado en la persecución de la satisfacción personal. Sensación naturalmente humana pues la verdad es que nadie puede estar plenamente satisfecho con todos los factores de su propia vida y con las decisiones que en algún momento le dieron un rumbo equivocado a ella.

Pero quiero concluir de manera constructiva y no sombría, refiriendo que lo realmente importante es tener en cuenta que la satisfacción personal, es decir, “el buen destino”, está en tomar decisiones guiadas por Dios, asertivas, conducidas por el amor y la sensatez y no por las pasiones; y junto a esto, ajustarnos de manera inteligente a los fenómenos que de manera inesperada, o esperada, cambian o alteran nuestra vida.

El libro Inspirado de Arriba nos entrega una hermosa promesa: “Confía en el Creador y haz el bien; lleva a cabo tus proyectos y mantente fiel a los principios divinos. Deléitate en el Señor Dios y Él te concederá los deseos de tu corazón. Encomienda a Dios tu camino; confía en Él, y Él actuará… Pues el Señor Dios afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir” (Sal. 37:3-5, 23).

 

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