Percepción de la corrupción en América Latina
La iglesia, en el mejor de los casos, ha tenido una denuncia tibia de la corrupción y en el peor de los casos un silencio cómplice
04 DE JUNIO DE 2019 · 08:00

La iglesia frente a la corrupción, un
problema que excede lo espiritual (4)
Transparencia Internacional, es una organización no gubernamental que promueve medidas y leyes contra la corrupción política, crímenes corporativos y lavado de dinero y activos, con sede en Berlín, Alemania.
Cuenta con una trayectoria de 25 años y anualmente publica lo que se conoce como el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), que no sólo refleja la percepción de la corrupción en cada uno de los países del mundo, sino fundamentalmente la incapacidad de los países por desarticular la corrupción en todas sus formas y supuestos.
Sin duda América Latina tiene varios países con un alto índice de corrupción y cuando se analiza su evolución se observa un retroceso en las posiciones o ranking. Esto no solo habla de la incapacidad de las autoridades locales de cada país y la sociedad en su conjunto en la lucha contra la corrupción sino, además, de un mal endémico o crónico de nuestra región. El IPC del 2018 se nutre de 13 encuestas y evaluaciones realizadas por expertos para medir la corrupción en el sector público de 180 países y territorios.
Es bastante frustrante observar cómo todos los países de la región salvo Uruguay y Chile, están pintados en una tonalidad de rojos que señalan un IPC alto, mostrando en consecuencia la pobre labor y resultados en la lucha contra la corrupción. Es obvio que los esfuerzos reales por luchar contra la corrupción no están siendo eficientes, ya sea por incapacidad de las autoridades, o bien por complicidad de las mismas para que nada cambie en la pesada maquinaria público-privada. Graficamos el índice a continuación:
Es dable mencionar que la iglesia no está exenta de una apreciación regular o mediocre respecto de su credibilidad y confianza de cara a la sociedad.
Para esta sección es bastante gráfico los índices analizados por el Latinobarómetro 2018. Cuando trabaja la confianza en las instituciones, si bien la iglesia aparece en primer lugar, lo hace sólo con un 63% y esto llama la atención por dos cosas. La primera por el hecho de ser la institución que más confianza inspira (veremos cada país en particular); y la segunda, el índice sigue siendo bajo para la institución que de cara al Evangelio debería ser un modelo a seguir.
Cuando se habla de iglesia en el estudio mencionado dicho término se refiere, y cito: “A la confianza en la iglesia -incluye todas las iglesias, la iglesia de cada cual- ha bajado en los últimos cinco años diez puntos promedios de 73% en 2013 a 63% en 2018” (Latinobarómetro, 2018, p.48).
Históricamente los países centroamericanos son los que más han confiado en la iglesia, salvo Chile que dado los casos de pedofilia y su encubrimiento hizo caer estrepitosamente la confianza en la Iglesia Católica a un 27% durante el 2018, cuando en el 2007 era de un 68%. Uruguay es el segundo país que dado su agnosticismo generalizado tiene un índice de confianza del 36%. En tercer lugar, siguen El Salvador y Argentina con un 52% (veremos más abajo que un estudio interno de Argentina le asigna un 59%).
El país que más confía en la iglesia es Paraguay con un 82% y le siguen Panamá con un 78%, Honduras con un 75% y Venezuela, pese a su coyuntura con un 74%, Brasil tiene un 73% de índice de confianza en la iglesia y Guatemala un 71%. Luego entre el 57% y el 69% aparece el pelotón restante de países de la región.
Cabe mencionar, repito, que salvo Paraguay la iglesia no tiene un alto índice de confianza en la población de cada uno de nuestros países y esto es un síntoma de alerta que habla de la falta de compromiso de la iglesia en la lucha contra la corrupción. Se introduce gráfico más bajo:
En Argentina, mi país, cabe mencionar que el Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) hizo un estudio sobre la confianza de las instituciones el cual es revisado periódicamente, y en el caso particular de la iglesia evangélica, la ubica en el índice de confianza que le tiene la población en el sexto lugar, incluso, después de instituciones tan sospechadas en su nivel de confianza como la policía y la justicia y apenas por encima de los sindicatos y los partidos políticos, con lo que ello significa.
Conclusiones
En virtud de lo expuesto y dado el serio problema que cada uno de nuestros países tiene por la corrupción, lo cual no es algo ”del otro”, “del estado”, “de los políticos”, de los que “no tienen valores”; sino por lo resumido en el presente artículo, algo bastante común, diario y que ha permeado en las costumbres y accionar cotidiano de la mayoría de las personas, incluso de aquellos que podríamos enrolar en el concepto de cristianos:
1) La corrupción es un mal endémico de carácter multidimensional que afecta a nuestro continente y a la mayoría de los países del mundo. Es una de las causas fundamentales de la pobreza, la marginalidad y la falta de educación que sumergen a los pueblos en una situación de profunda desesperanza. No es posible encarar su estudio y realizar acciones concretas contra ella a menos que haya una mirada integral y abarcativa de todas las dimensiones sociales. No existe una solución mágica, es menester llegar a una transformación y modificación de los patrones culturales que la facilitan e implantar una nueva cosmovisión (cristiana) con valores y comportamiento genuinos y de profundas raíces en la Palabra.
2) Es un hecho, como diría Christopher Clapham, que hemos naturalizado la anomia, incorporado lo incorrecto, y vemos como natural lo impropio. Ese pasaje de lo indebido o ilegal que se torna en normal o natural a partir de la maquinaria público-privada que le da cabida, ha ocasionado estragos. Debemos dejar de naturalizar lo que está mal, debemos dejar de consentir con las pequeñas zorras que echan a perder el ganado o la poca levadura que leuda toda la masa. No se trata de la cuantificación del “no es nada o todos lo hacen”, sino del confronte de dicha actitud y acción con los valores del Reino.
3) La iglesia, en el mejor de los casos, ha tenido una denuncia tibia de la corrupción y en el peor de los casos un silencio cómplice. Incluso en algunos casos ha permeado puertas adentro los antivalores que conforman y dan vida a la corrupción. En el lenguaje de la socionomía instrumental, hemos “naturalizado” lo que no corresponde. El primer paso es el reconocimiento de tal situación, el segundo paso es la acción concreta para corregirlo, el tercer paso es vivir conforme a lo que predicamos. Un desafío no menor en nuestros días.
4) Lo que no hagamos nosotros nadie lo hará, esa debería ser la premisa básica sobre la cual trabajar a fin de impulsar un cambio. La gente corrupta no viene de Júpiter o Marte, nace de nuestras sociedades, de nuestros pueblos, son fruto de nuestra cultura, incluso de nuestras iglesias, por ende, hay que dar un fuerte golpe de timón que provenga del arrepentimiento genuino y sincero delante de Dios.
5) Muchos son los hermanos y hermanas, la mayoría diría, que se esfuerzan por ser imitadores de Cristo, eso es lo bueno. Sin embargo, esto no alcanza, deben visibilizar su accionar y comprometerse a ser fuente de microcambios en su entorno inmediato a fin de influenciar a la mayor cantidad de personas posible.
6) Es vital un rol activo de la iglesia, sea en la denuncia, en la formación de liderazgo de influencia social, en la participación ciudadana, pero fundamentalmente en la consistencia entre el mensaje y la vida cotidiana; sin ese punto de quiebre, el mundo tendrá menos esperanza y la luz se verá más difusa. Algunos podrán decir: “esto no cambia más”, es mejor decir: “movido por Dios, hice todo lo que pude para producir un cambio”.
BIBLIOGRAFÍA:
- Corporación Latinobarómetro (2018). Informe 2018. Banco de datos en línea: www.latinobarometro.org
- Durkheim, E. (1998). El Suicidio. Buenos Aires, Grupo Editorial Tomo, Primera edición.
- __________ (1998). La División del Trabajo Social. Ciudad de México, Editorial Colofón, Primera edición.
- Olivera Prado, M. (2001). Ensayo: Hacia una sociología de la corrupción. Buenos Aires. Revista Probidad.
- Transparency International (2018). Corruption Percep Index 2018. Berlín. Disponible en: www.transparency.org/cpi
- Weber, M. (1991). La ética protestante y el espíritu del capitalismo. México. Premia Editora.
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