La única constante es el cambio (2)

En el anterior artículo tratamos que todos y cada uno de nosotros somos conscientes de las transformaciones que se están produciendo a nivel global y en cada uno de nuestros países.

No obstante, decíamos, pese a saber y conocer el cambio de época, hacia el interior de la iglesia no hemos realizado adaptaciones profundas que nos permitan adecuar nuestra comunicación y estrategia para compartir el inmutable y eterno mensaje del Evangelio en nuestras comunidades, sino que solamente hicimos modificaciones de tinte más superficial o de formas.

Ya abordamos, en primer lugar, la necesidad de un nuevo entendimiento de la “Gran Comisión”, esto es respecto de nuestro proceso de multiplicación.

En el presente, y en segundo lugar, debemos considerar el actual perfil o estilo de liderazgo.

Los que llevamos años en el ministerio hemos visto líderes paternalistas que forman discípulos sin carácter y decisión; líderes manipuladores que forman discípulos dependientes y sumisos a la autoridad eclesial incluso por encima de la Biblia; líderes carnales que terminan siendo ciegos que guían a otros ciegos; líderes egoístas que solamente viven el desarrollo eclesial como instrumento para resaltar su ego y vanagloria en detrimento de las personas; líderes sin carácter que sucumben a sus propios deseos y forman discípulos ambivalentes e inestables; pero además y de manera mayoritaria, líderes contextuales que aman a Cristo y a Su rebaño y son capaces de sacrificialmente dar y consagrar sus vidas para que el Reino se expanda.

Me parece importante considerar que tanto las denominaciones, como las iglesias y los seminarios, deberían desarrollar los procesos adecuados para formar pastores con ministerios contextuales que vivan conforme al corazón de Dios y no midan el éxito en términos seculares, sino con parámetros espirituales basados en el amor, la obediencia, la santidad y el sacrificio. Dios y las personas sin lugar a duda notarán la diferencia.

En este tiempo la iglesia necesita pastores que anhelen pasar más tiempo cuidando el redil que dedicados a la plataforma y consuman sus horas más cerca de las personas que de las agendas.

En el siguiente artículo abordaremos el terrible drama de los jóvenes que abandonan la iglesia cuando alcanzan la mayoría de edad.

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Artículos anteriores de esta serie sobre “La única constante es el cambio”

1.- La iglesia precisa un cambio de mentalidad

2.- Perfil y estilo de liderazgo en la iglesia hoy