¿Qué dice la Biblia acerca del celibato?
No hay indicación expresa alguna de Dios para que sacerdotes o servidores en el templo en general no se casaran.
21 DE JULIO DE 2019 · 08:00

Roma y su celibato obligatorio (Parte 2)
En nuestra entrega pasada analizamos el inicio y la condición obligada del celibato entre los hombres y mujeres que sirven en el magisterio de la religión católica romana, hoy nos proponemos dar un acercamiento de lo que dicen las Sagradas Escrituras acerca de este tema.
De entrada, es bueno aclarar que gran parte del sistema eclesiástico romano es una mala copia del sacerdocio veterotestamentario de Israel; decimos mala, uno, porque estamos en el tiempo de la gracia del Señor, y dos, por la gran cantidad de agregados paganos heredados de los anteriores imperios (babilónico, medo/persa y griego).
Lo más cercano al celibato que encontramos a lo largo de toda la Biblia es de aquellos que decidían no casarse para dedicarse íntegramente al servicio del Señor, entre ellos los eunucos.
Pero no existe ninguna indicación expresa de Dios para que quienes ejercían el sacerdocio o el servicio en el templo en general no se casaran, no hay tal prohibición, salvo que fueran nazareos, que en su mayoría era por voluntad propia o la de sus padres; sin embargo, no había una prohibición divina expresa.
Dios es el Señor del matrimonio y de la familia, fue su idea, Él los instituyó y lo ordenó en el mismo Génesis de todo, salvo casos muy puntuales, no hay referencia al celibato obligatorio en las Escrituras.
En nuestra era, la del Nuevo Pacto establecido sobre el fundamento de los apóstoles y profetas en Jesucristo como piedra angular (Efesios 2:20), del que la religión romana se dice «heredera», en ninguna de las cartas y evangelios existe una orden expresa para llevar una vida célibe, por el contrario, la inmensa mayoría de los apóstoles y líderes de la Iglesia del primer y sucesivos siglos eran casados, salvo Pablo que por voluntad propia no lo era y aunque recomendaba «mejor no casarse» para poder servir a Cristo de manera total, escribió: «lo mejor para hombres y mujeres sería no tener relaciones sexuales, pero por causa de la inmoralidad sexual, cada hombre debe tener su propia esposa y cada mujer su propio esposo» (1ª Corintios 7:1-2).
¿Y no es acaso la inmoralidad sexual el principal problema del celibato impuesto? Por esa razón las escandalosas cifras de abusos sexuales, pederastia, homosexualidad intra y extra muro, entre otras inmoralidades sexuales, son el pan de cada día entre los servidores religiosos del catolicismo. Si Dios nos mandó a casarnos y nos hizo hombre y mujer con ese fin, ¿con qué autoridad y basados en qué parte de la Biblia los jerarcas romanos obligan a no casarse?
El apóstol Pablo en el capítulo 7 de su primera Carta a los Corintios con respecto al tema del matrimonio y la vida sexual, señala: «esto lo digo más como concesión que como mandamiento. En realidad, quisiera que todos los hombres fueran como yo; pero Dios le ha dado a cada uno su propio don, a algunos de alguna manera y a otros, de otra. A los solteros y a las viudas les digo que sería bueno que se quedaran como yo; pero si no pueden dominarse, que se casen; pues es mejor casarse que arder de pasión» (vss. 6-9); y cometer actos de inmoralidad o abuso sexual -agregamos nosotros.
Pablo tenía «don de continencia», que como todo don, es un regalo de Dios, pero MUY POCOS LO TIENEN. Es obvio que quien no tenga el don de continencia sea tentado y peque, y si viven en claustros solo para hombres o solo para mujeres, pues fornicarán con gente del mismo sexo o abusarán de otros, incluyendo indefensos niños.
Recientemente dos monjas católicas ventilaron su relación homosexual y la justificaron con versículos dichos por Cristo, pero sacados de su contexto; si esto fue grave, más grave fue la respuesta del papa Francisco al respecto: «¿quién soy yo para juzgar(las)? Nadie debería juzgar. Esa frase (la justificación de dichas monjas) nos ha abierto el corazón». Antes de abrirles el corazón más bien esa frase les entenebreció el entendimiento.
Nadie está llamado a emitir juicio contra su prójimo, eso es cierto, pero sí a confrontar sus actos con lo que dice la Biblia. Jesús afirma: «Por sus frutos los conocerán…» (Mateo 7:15-23), eso significa que los frutos de cada quien hablan por sí mismos de la calidad de persona y cristiano que es; se nos permite juzgar los frutos, pero no al árbol (pecador), pues esa es tarea del Señor. Como existe una larga tradición de celibato obligatorio y anti bíblico, es natural que ahora la jerarquía católica busque justificar el producto de tan errática práctica.
Cerramos con la pregunta que formula el apóstol Pablo en el capítulo donde defiende su apostolado: «¿Y acaso no tenemos derecho a traer con nosotros una esposa creyente, como lo hacen los otros apóstoles, y Cefas (Pedro) y los hermanos del Señor?» (1ª Corintios 9:5). Todos tienen derecho a tener esposa/so, si lo tenían los apóstoles de Jesús, ¿cómo no lo van a tener los sacerdotes y monjas católicas?
Nuestra intención no es atacar a la institución religiosa romana, sino honrar la verdad del Señor por sobre las erráticas interpretaciones de los hombres y sus instituciones religiosas, y el celibato obligatorio es una de ellas...
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - ¿Qué dice la Biblia acerca del celibato?