Dejó la tumba vacía para llenarlo todo

Vació de toda autoridad a las tinieblas que mantenían subyugado al hombre a través del pecado.  

    21 DE ABRIL DE 2019 · 08:00

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    Andrew Preble, Unsplash

    Decir que Jesús venció la muerte ya es mucho.

    No solo dejó la tumba vacía, sino que vació de toda autoridad a las tinieblas que mantenían subyugado al hombre a través del pecado. Venció sobre la muerte y el pecado, y dejó la mayor evidencia de la historia: su tumba está vacía y se apareció, vivo, durante 40 días después de su resurrección a sus discípulos, quienes a partir de allí ya no tuvieron más temor ni al hombre ni a la muerte, porque habían recibido la llenura del Espíritu de vida que resucitó al Vencedor de los siglos.

    En la tierra no quedaron rastros físicos de Jesús, porque Él «ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo».

    Solo Él pudo declarar, instantes antes de ascender ante la mirada de más de 500 de sus seguidores, que «toda autoridad le ha sido dada en el cielo y en la tierra». En el cielo, porque está a la derecha del Padre y en la tierra, porque recuperó lo que habíamos perdido por causa del pecado y nos lo legó en el poder y la llenura del Espíritu Santo, Él es hoy «la cabeza de todo y de todos».

    Por eso los seguidores del Señor siempre han estado dispuestos a dar hasta la vida por Él, por la certeza de que morarán con Él por la eternidad, eso es lo que sustenta nuestra fe y nuestro mensaje como sus testigos en la tierra; a pesar de lo que digan los escépticos y las religiones que contrarían el evento más glorioso de la historia como es la resurrección.

    «Pero el hecho es que Cristo ha resucitado de entre los muertos, como primicias de los que murieron; porque así como la muerte vino por medio de un solo hombre, también por medio de un solo hombre vino la resurrección de los muertos. Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados» (1ª Corintios 15:20-22).

    Así lo declara el apóstol Pablo de manera gloriosa en su carta a la Iglesia en Éfeso (1:18-23), donde ora para que se nos revele todo lo sucedido en la vida, muerte y resurrección de Jesús, y podamos creer y caminar en sus poderosas promesas, entendiendo quiénes somos en Cristo:

    «Pido también que Dios les dé la luz necesaria para que sepan cuál es la esperanza a la cual los ha llamado, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros, los que creemos, según la acción de su fuerza poderosa, la cual operó en Cristo, y lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en los lugares celestiales, muy por encima de todo principado, autoridad, poder y señorío, y por encima de todo nombre que se nombra, no sólo en este tiempo, sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio a la iglesia, como cabeza de todo, pues la iglesia es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena a plenitud».

    Solo nos resta pronunciar un rotundo y sonoro: ¡AMÉN!

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Dejó la tumba vacía para llenarlo todo

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