La Iglesia venezolana frente a la posible intervención de EEUU

Aunque las naciones se levanten en guerra, proclamamos que la paz de Cristo es más fuerte que los cañones

04 DE DICIEMBRE DE 2025 · 08:00

Garten-GG, Pixabay,paloma paz, paloma jaula
Garten-GG, Pixabay

Estamos ya en diciembre de 2025, la tensión entre Estados Unidos y Venezuela ha alcanzado niveles inéditos. El gobierno norteamericano ha desplegado fuerzas militares en el Caribe, ha presionado directamente a quienes están al frente del país acusados y solicitados por la justicia de EEUU y ha cerrado el espacio aéreo, lo que ha provocado la suspensión de vuelos internacionales.

Analistas advierten que la situación “está presta para un bombardeo” según discusiones en la Casa Blanca, mientras organismos internacionales como Alemania y el Grupo de Amigos de la Carta de la ONU llaman a evitar una escalada que podría desestabilizar toda la región.

En estos días, voces de poder anuncian la posibilidad de intervención militar en Venezuela. Las amenazas de guerra se ciernen sobre nuestra tierra, y el pueblo vive entre la incertidumbre y el temor. Pero la Iglesia no puede interpretar estos tiempos únicamente desde la política o la geopolítica: debemos discernirlos desde la Palabra de Dios. Ante una posible guerra, un cristiano bíblico no puede pensar como lo haría el mundo —con miedo, odio o venganza— sino desde la perspectiva del Reino de Dios.

Analicemos esta delicada situación desde la perspectiva de las Sagradas Escrituras, sin olvidar la palabra profética que gravita sobre Venezuela desde hace cuatro décadas ya.

La guerra no es sólo un conflicto político: es la manifestación de poderes espirituales de las tinieblas que buscan dividir, destruir y sembrar odio. Ante ello la Iglesia debe denunciar la idolatría del poder militar y la corrupción que esclaviza al pueblo, pero también proclamar que la Iglesia no será cómplice de la violencia, sino testigo de la reconciliación, de la paz, la esperanza y el discernimiento espiritual.

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Fundamento bíblico

  • Dios gobierna sobre las naciones (Daniel 2:21). Ningún ejército ni presidente tiene la última palabra; el Señor es quien establece y remueve reinos, y lo que Dios determinó proféticamente para Venezuela eso sucederá.
  • El llamado a la paz (Mateo 5:9). Somos pacificadores, no agitadores. La Iglesia no se alinea con propaganda bélica, ni ideológica, sino con el Reino de Cristo.
  • La oración como resistencia espiritual (1ª Timoteo 2:1–2). Oramos por Venezuela, por Estados Unidos y por todas las autoridades, para que podamos vivir en paz y dignidad, aun si se presentara una confrontación bélica.
  • La esperanza en Cristo (Juan 16:33). Aunque haya aflicción, confiamos en que el Señor ya venció al mundo, y su voluntad y justicia es la que siempre prevalecerá.

«El Señor anula los planes de las naciones; frustra las maquinaciones de los pueblos. Pero los planes y pensamientos del Señor permanecen por todas las generaciones» (Salmo 33:10–11).

 

Llamado a la acción

  • Orar sin cesar por la paz y por la conversión de los corazones de quienes no conocen a Cristo todavía y por fortaleza para la Iglesia y el pueblo venezolano, tanto dentro como fuera del país.
  • Unir a la Iglesia más allá de fronteras y partidos, recordando que nuestra ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20).
  • Servir al prójimo en medio de la crisis, mostrando el amor de Cristo en obras concretas.
  • Proclamar esperanza: Venezuela no será definida por la guerra, sino por la fidelidad del remanente fiel de un pueblo que confía en el Señor.

 

¿Por qué llegamos hasta aquí?

Esta grave situación que se cierne sobre Venezuela es por causa del pecado tanto de la iglesia como el de la nación que se volcó a la brujería, la idolatría y a ideologías contrarias a la Palabra de Dios; como en el pasado, Dios tiene que juzgar y disciplinar al país debido a las reiteradas advertencias y llamados divinos al arrepentimiento ante un pueblo duro de corazón, orgulloso y egoísta que le dio la espalda al Señor de la misericordia.

Su gracia está dispuesta hoy a todo aquel que se arrepienta de su maldad y se vuelva de corazón a Jesucristo, desde los políticos que ostentan el poder hasta el más sencillo y humilde ciudadano. Es propicio recordar en esta hora crucial la amonestación de Dios a través del profeta Isaías:

«Busquen al Señor mientras pueda ser hallado; llámenlo mientras se encuentre cerca. ¡Que dejen los impíos su camino, y los malvados sus malos pensamientos! ¡Que se vuelvan al Señor, nuestro Dios, y él tendrá misericordia de ellos, pues él sabe perdonar con generosidad!» (Isaías 55:6-7).

Aunque las naciones se levanten en guerra, proclamamos que la paz de Cristo es más fuerte que los cañones. Venezuela no será marcada por la violencia, sino por la fidelidad de un pueblo que confía en el Señor que ha prometido darnos una Nueva Venezuela de gracia, prosperidad y coronada con un glorioso avivamiento.

No nos resta más que decir: ¡que se haga la voluntad soberana de Dios sobre Venezuela...!

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - La Iglesia venezolana frente a la posible intervención de EEUU