La herencia caínica en Colombia

La herencia perversa de Caín no murió en el diluvio, subió al arca y nuevamente se diseminó por el mundo.

    15 DE JUNIO DE 2025 · 08:00

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    Adege, Pixabay

    Una de las historias más trágicas en las Sagradas Escrituras y que ha sido objeto de profundos estudios y análisis teológicos, es la de Caín y Abel, y de cómo apenas en la generación siguiente a Adán y Eva las consecuencias del pecado de desobediencia y rebelión contra Dios cobraba su primera víctima: el hermano mayor asesinó a su hermano menor.

    Está claro que lo que movió a Caín a tomar tan severa decisión fue la maldad que venía anidando en su corazón en contra de su inocente hermano como nos lo muestra el capítulo 4 del libro de Génesis. La maldad en Caín vino por envidia, soberbia y celos en contra de Abel, porque este ofreció a Dios una mejor ofrenda que la de su hermano mayor; y a pesar de que el Señor le advirtió que no consumara el asesinato que ya había cometido en su corazón, este rechazó el consejo divino.

    Si el pecado cometido por sus padres había cambiado el curso de la voluntad de Dios para con su dilecta creación, este infausto evento, consecuencia del primero, no es menos importante, puesto que abrió una brecha espiritual y social que marcaría a la humanidad desde sus inicios y hasta el fin del mundo (Apocalipsis 20:7-9).

    Caín, así como sus padres fueron echados del Edén, Dios no sólo lo echó de esas tierras, sino que sabía muy bien que ya no tendría comunión con el Señor por su rebeldía y andaría errante por el mundo. «Caín salió de la presencia del Señor y habitó en la tierra de Nod [errante], al oriente de Edén» (4:16).

    A partir de ese momento la descendencia de Caín en su mayoría heredó su carácter y conducta, llegando a llenar la tierra de violencia y perversión, al extremo que Dios tuvo que enviar un diluvio para borrar de la faz de la tierra a sus generaciones a excepción de Noé, quien halló gracia delante de los ojos de Dios (Génesis 6:6-8).

    A pesar de eso el pecado seguía transmitiéndose de generación en generación hasta nuestros días y los por venir hasta el fin del mundo. La herencia caínica sigue engendrando pecado en el corazón y manifestándolo a la luz con acciones asesinas al prójimo, que a final de cuentas son sus hermanos.

    Cada vez que Dios pone gracia en alguien, salen los caínes con su veneno cargado de celos, envidia, orgullo y soberbia, y asestan un duro golpe a sus hermanos; sea verbal, moral, a través del ultraje, el rechazo, la violencia y hasta la muerte.

    Porque los caínes nunca aceptan el talento y la gracia ajena, son tan ambiciosos que no permiten la sana competencia ni que nadie sobresalga por sus talentos por sobre ellos. Sencillamente no aman a sus hermanos, sólo a sí mismos y a lo que representa sus intereses.

    El apóstol Juan escribió: «El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto se ha manifestado el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, ni ama a su hermano, tampoco es de Dios. Este es el mensaje que ustedes han oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano eran justas» (1ª Juan 3:8-12).

    Esa herencia caínica perversa no murió en el diluvio, subió al arca y nuevamente se diseminó por el mundo. Por eso a lo largo de la historia los escándalos, violación a los derechos humanos y asesinatos del semejante han seguido el mismo patrón y legado de Caín, asestándole siempre un duro golpe a los Abel.

    La semana pasada fuimos testigos a través de las redes sociales de una nueva manifestación de los cainitas sobre un hermano en Colombia. El intento de asesinato del joven senador colombiano Miguel Uribe Tarbay (que en realidad fue asesinado en los corazones de quienes lo quieren muerto), es una muestra de lo que los caínes actuales se atreven a hacer por los mismos sentimientos de celos, envidia, soberbia y orgullo hacia este Abel, a quien Dios dotó de una gracia especial y probablemente se convierta en el nuevo presidente de Colombia; porque si ya el Señor lo dispuso nadie podrá contra la voluntad de Dios.

    No les basta a los caínes colombianos haber secuestrado a su madre cuando apenas Miguel Uribe era un niño, sino que la devolvieron muerta, marcando con un profundo dolor a este pequeño junto con su padre. Hoy no toleran que Dios le haya dado un ascenso vertiginoso y temen que llegue a la presidencia a hacer justicia y ponerles un coto a estos caínes que tienen décadas enquistados y que uno de sus mayores exponentes ocupa hoy la silla del Palacio de Nariño.

    A lo largo de la historia los caínes fueron agrupándose para frenar a los abeles, unidos por sus oscuros intereses; de ahí nacieron las pandillas/gangas, piratas, corsarios, grupos políticos rebeldes, agrupaciones ideológicas, sectas religiosas y secretas, grupos terroristas y guerrilleros, entre muchos otros. Todos bajo un mismo móvil, frenar y sacar del escenario público a aquellos a quienes Dios ha bendecido con su gracia; porque a final de cuentas los caínes jamás toman en cuenta el consejo divino, más bien su marca distintiva es la rebelión contra el Reino de Dios y su justicia.

    Dios le dé salud y larga vida a Miguel Uribe Tarbay y a todos los abeles de quien Dios se ha agradado por su carácter y corazón recto. Pronto la herencia de Caín desaparecerá de la faz de la tierra cuando venga Jesucristo a juzgar al mundo y reinar con paz y justicia por mil años, entonces se consumarán los tiempos y Dios creará cielo nuevo y tierra nueva (Apocalipsis 20-21).

    He aquí el consejo del rey David para “los Abel”:

    • «No te alteres por causa de los malvados, ni sientas envidia de los que practican el mal, porque pronto se marchitan, como la hierba; pronto se secan, como la hierba verde.
    • Confía en el Señor, y practica el bien; así heredarás la tierra y la verdad te guiará. Disfruta de la presencia del Señor, y él te dará lo que de corazón le pidas.
    • Pon tu camino en las manos del Señor; confía en él, y él se encargará de todo; hará brillar tu justicia como la luz, y tu derecho como el sol de mediodía.
    • Guarda silencio ante el Señor, y espera en él; no te alteres por los que prosperan en su camino, ni por los que practican la maldad.
    • Desecha la ira y el enojo; no te alteres, que eso empeora las cosas. Un día, todos los malvados serán destruidos, pero si esperas en el Señor heredarás la tierra.
    • Un poco más, y los malvados dejarán de existir; los buscarás, pero no los hallarás. Pero los humildes heredarán la tierra y disfrutarán de gran bienestar.
    • Los malvados conspiran contra los justos, y rechinan los dientes contra ellos, pero el Señor se burla de ellos porque sabe que ya viene su hora» (Salmo 37:1-13).

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - La herencia caínica en Colombia

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