¡Si tengo una Palabra, lo tengo todo!
Cuando declaramos la Palabra alineados a la voluntad de Dios se desata el poder divino inherente a ella.
09 DE MARZO DE 2025 · 08:00
Todo lo que Dios hizo, hace y hará todavía está totalmente relacionado con la palabra que sale de su boca; con ella sustenta todo lo creado y a través de ella, en fe, nosotros podemos imitar el accionar del Señor y producir grandes milagros y prodigios gracias a la autoridad que hemos recibido en el nombre de Jesucristo y por el poder de su sangre.
Desde el inicio mismo de la creación vemos el accionar de Dios a través de su Palabra. «Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas cubrían la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Y dijo Dios: “¡Que haya luz!”. Y hubo luz» (Génesis 1:1-3).
Dios dijo y fue hecho. A pesar del desorden dejado por el diablo, y todo desorden significa crisis; sin embargo, el Espíritu Santo se movía y junto con el Padre y el Hijo (la Palabra) crearon todo lo que existe en perfecto orden. ¿Cómo lo crearon?: «dijo Dios», a través de su Palabra; primero creó la luz porque de ella mana la vida y todo lo demás.
Siglos después el apóstol Juan nos da mayor revelación acerca de la creación por medio de la Palabra: «En el principio ya existía la Palabra [gr. logos]. La Palabra estaba con Dios, y Dios mismo era la Palabra. La Palabra estaba en el principio con Dios. Por ella fueron hechas todas las cosas. Sin ella nada fue hecho de lo que ha sido hecho. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra ella» (Juan 1:1-5).
Jesucristo, la Palabra creadora encarnó (asumió un tabernáculo humano), predicó con grandes prodigios y señales, murió para nuestra redención y resucitó al tercer día venciendo al diablo y la muerte, y nos dio de su victoria eterna, por lo que quienes reciben al Señor como su único Salvador «son más que vencedores por medio de Aquel que nos amó» y se entregó a sí mismo por nosotros.
Dios todo lo hace por medio de su Palabra. En la Palabra reposa el poder (creativo, destructivo, la vida y el sostenimiento de todo lo creado). La Palabra cuando encarnó glorificó al Padre y recibió todo su poder y la autoridad, y nos la otorgó a nosotros por medio de la palabra de fe («la fe viene por el oír... la Palabra de Dios»). La Palabra es la verdad (Juan 14:6). Por medio de ella damos vida o muerte, abrimos o cerramos el reino para otros, en el nombre de Jesucristo.
Debemos entender que la Palabra hace todo aquello para lo cual Dios la envió, «así será Mi palabra que sale de Mi boca, no volverá a Mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié» (Isaías 55:11). Por eso Jesús, la Palabra viviente, siempre dijo: «no hago y digo nada que no haya oído y visto a mi Padre hacer y decir».
Cuando declaramos la Palabra alineados a la voluntad de Dios se desata el poder divino inherente a ella, porque la Palabra de Dios lo creó y lo sostiene todo, como lo asegura el autor de la Carta a los Hebreos:
«Dios, que muchas veces y de distintas maneras habló en otros tiempos a nuestros padres por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y mediante el cual hizo el universo. Él es el resplandor de la gloria de Dios. Es la imagen misma de lo que Dios es. Él es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la derecha de la Majestad, en las alturas» (Hebreos 1:1-3).
El accionar de la Palabra de Dios
En resumen, podemos observar a lo largo de la Biblia que Dios produce a través de su Palabra:
• La creación de todo lo visible e invisible (Génesis 1 y 2)
• Sanidad
«El centurión le respondió: “Señor, yo no soy digno de que entres a mi casa. Pero una sola palabra tuya bastará para que mi criado sane”» (Mateo 8:8).
• Salvación
«No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: en primer lugar, para los judíos, y también para los que no lo son» (Romanos 1:16. RVC).
• Venció al diablo
«Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. El tentador se le acercó, y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”. Jesús respondió: “Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso sobre la parte más alta del templo... Jesús le dijo: “También está escrito: ‘No tentarás al Señor tu Dios’”. De nuevo el diablo lo llevó a un monte muy alto. Allí le mostró todos los reinos del mundo y sus riquezas... Entonces Jesús le dijo: “Vete, Satanás, porque escrito está: ‘Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás’”» (Mateo 4:2-10).
• Es nuestra única arma de guerra
«La batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes!...
«...esgriman la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios» (Efesios 6:12,17).
«Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas...» (2ª Corintios 10:4).
¡Si tengo una Palabra...!, lo tengo todo.
Sólo la Palabra nos sostiene...
Cuando tienes una Palabra de Dios, ella:
• Te levanta cuando caes
• Te fortalece en la adversidad
• Te libra de la duda y el temor
• Direcciona tu vida
• Te da poder ante los ataques del diablo
• Te capacita para enfrentar los desafíos
• Te ayuda a alcanzar el propósito divino para tu vida
Si tengo una Palabra tengo todo lo que necesito, porque Dios se mueve a través de su eterna Palabra. Jesús aseguró: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mateo 24:35).
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - ¡Si tengo una Palabra, lo tengo todo!