Viendo desde la perspectiva de Dios

El apóstol Pablo en su 1ª carta a los Corintios ofrece cómo discernir nuestra vida con la perspectiva de Dios.

    10 DE MARZO DE 2024 · 08:00

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    Lucas Clara, Unsplash

    Desde que éramos niños buscábamos modelos a seguir, idealizábamos a quienes nos rodeaban o a aquellos que veíamos en los medios de comunicación, los imitábamos con cierto orgullo, eso era hasta normal; pero cuando conocemos al Señor y pasamos por la experiencia del nuevo nacimiento, se nos pone a Jesucristo como nuestro modelo a seguir para ser bienaventurados y victoriosos, y alcanzar así el propósito que Dios nos trazó en la vida.

    El mundo y los modelos que este ofrece ya no son un referente para los hijos de Dios, porque ahora debemos ver desde la perspectiva del Señor y esta es totalmente diferente a la del mundo.

    El mundo es natural, sensorial, vano, perecedero y completamente contrario a Dios y su reino; pueda que sea atrayente en la dimensión meramente humana, pero carece de sentido espiritual y de trascendencia.

    El apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios 2:10-16, nos ofrece una importantísima información para saber cómo ver y discernir nuestra vida desde la perspectiva de Dios, que es la perfecta y con trascendencia eterna. El contexto de este pasaje bíblico es acerca de la revelación por el Espíritu Santo en comparación con el comportamiento de la gente común que nos rodea: «Pero Dios nos las reveló a nosotros por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo examina todo, aun las profundidades de Dios».

    Aquí se nos enseña a los hijos de Dios en Cristo que lo importante y trascendental se nos revela por medio del Espíritu Santo como el único que puede examinar las profundidades de Dios y revelárnosla a nosotros para que sepamos cómo debemos vivir en un mundo cada día más alejado y enemistado con el Señor.

    «Porque ¿quién de entre los hombres puede saber las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así mismo, nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios».

    Aquí el apóstol Pablo amplía y compara el conocimiento que tiene de nosotros nuestro propio espíritu, que entra en contacto con nuestra alma conformada por nuestra mente, corazón y voluntad personal, del que tiene el Espíritu de Dios. Nadie conoce más al Padre celestial que su Santo Espíritu, de ahí la importancia de dejarnos guiar por medio del Espíritu de Dios en vez de los dictados de este mundo perdido.

    «Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que entendamos lo que Dios nos ha dado, de lo cual también hablamos, pero no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, que explican las cosas espirituales con términos espirituales».

    Recalca la Biblia que al convertirnos a Cristo no recibimos el espíritu que viene del mundo como para imitar la conducta de la gente del mundo, sino que recibimos al Espíritu de Dios que nos guía y muestra lo que se nos ha concedido y la manera en que debemos comportarnos que agrade al Señor, puesto que ‘quien se hace amigo del mundo se convierte en enemigo de Dios’, escribe Santiago en su carta.

    De eso que Dios nos ha dado por su Espíritu es que debemos hablar cotidianamente, palabras que no provienen de la sabiduría humana ni de ninguna enseñanza terrenal, sino directamente del mismo trono de Dios. Estas palabras que nos modelan «explican las cosas espirituales con términos espirituales»; o como lo dice otra versión: «de modo que expresamos verdades espirituales en términos espirituales» y a personas espirituales, por eso que quienes no son espirituales difícilmente nos entenderán, puesto que en ellas se mueve el espíritu que rige al mundo sin Dios.

    «Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son una locura; y tampoco las puede entender, porque tienen que discernirse espiritualmente».

    Cuando la Biblia expresa ‘hombre natural’, hace referencia al hombre psíquico, el hombre que es dirigido por su mente o psiquis, que es un direccionamiento natural y no espiritual; por esa causa no puede entender las cosas que provienen por la revelación del Espíritu Santo; de hecho, las tilda de locura, a eso se debe que cuando los cristianos hablan de cosas espirituales frente a gente natural ellos piensan que estamos locos. Tratemos de hablarles de Cristo de la manera más llana y sencilla para que puedan entendernos.

    «En cambio, el hombre espiritual juzga todas las cosas, pero él no está sujeto al juicio de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿O quién podrá instruirlo? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo».

    La capacidad que tiene el creyente espiritual de ver todo desde la perspectiva de Dios es inmensa y muy por encima del entendimiento natural de la humanidad, lo cual es una bendición, pero implica también una gran responsabilidad ante Dios y ante los demás, porque se espera de nosotros madurez, testimonio y un hablar de altura que en nada se parece al que emplea el mundo natural.

    Termina esta porción bíblica (1ª Corintios 2:10-16) señalando que los creyentes tenemos la mente de Cristo por medio del Espíritu Santo, de manera que eso nos da una elevada visión y perspectiva ante el común del mundo. A eso se debe que la gente espere tanto de los cristianos y se decepcione rápidamente cuando estos en vez de ser sal y luz del mundo se comportan como cualquier persona natural, y no dude que lo reclamarán de nosotros.

    Tener la mente de Cristo es un gran privilegio, pero también una gran responsabilidad, significa que debemos ver, caminar y hablar a la altura de personas espirituales que son guiadas por el Espíritu de Dios. Tenemos todo lo necesario para ser diferentes al común y para vivir en permanente victoria a pesar de las adversidades.

    Veamos, caminemos y hablemos como gente espiritual, personas conformadas a la imagen de nuestro Señor Jesucristo, que piensan como Él porque tienen su mente espiritual y que viven para agradar al Padre y hacer su santa voluntad.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Viendo desde la perspectiva de Dios

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