Los ‘invitados’ de Epstein

Muchos pensaron que al morir Epstein todo sería olvidado, pero Dios siempre hace justicia y no deja que nada permanezca oculto

07 DE ENERO DE 2024 · 08:00

Jeffrey Edward Epstein con su tristemente célebre isla al fondo,Jeffrey Edward Epstein
Jeffrey Edward Epstein con su tristemente célebre isla al fondo

El año comenzó con un escándalo moral en puertas, debido a que la famosa lista de visitantes a la pequeña isla Saint James (Little Saint James Island, en inglés), una de las Islas Vírgenes de los Estados Unidos, ínsula que los habitantes locales denominaron «La isla del pedófilo», en referencia a su propietario, el magnate financiero Jeffrey Edward Epstein.

Esa pequeña isla de apenas 28 hectáreas, tres playas y un helipuerto, cobró fama debido a que en ella funcionaba toda una ‘industria’ pedófila propiedad de Jeffrey Epstein, la cual lo llevó a la mala fama por ser el proxeneta/propietario de un gran antro de depravación que manejaba una red de tráfico de menores que ponía al servicio, no de cualquiera, sino de los mejores postores de la élite política, empresarial y hollywoodense.

Este tristemente célebre Jeff Epstein, fue arrestado y condenado por los cargos de: tráfico de menores, tráfico sexual, prostitución infantil, estupro y abuso sexual infantil; muchos dicen que faltó en su expediente «el sacrificio de niños en rituales a la deidad satánica Bafomet». Terminó sus días suicidado (hay muchos elementos que señalan que ‘lo suicidaron’ para callarlo definitivamente).

Pero como aseguró nuestro Señor Jesucristo, de que «no hay nada encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de ser conocido» (Lucas 12:2); ahora sale a la luz la esperada ‘lista de visitantes a la isla de Epstein’, de la que nos vamos a ocupar, sin nombrar a ninguno, porque ni quien suscribe ni este portal cristiano nos movemos en el submundo del morbo, más bien vamos a analizar, a la luz de la Palabra de Dios, la vergonzosa y depravada conducta de los mundialmente afamados ‘invitados’ y autoinvitados a «La isla del pedófilo».

Jeff Epstein, a quien parece que no le alcanzaban los millones obtenidos en sus negocios financieros, se dedicó a hacer dinero a costa de la explotación y el tráfico de menores de edad para ofrecerlos a celebridades en su isla. ¿Quién mejor que un empresario del sexo con infantes que un pedófilo confeso para satisfacer el deseo de una creciente ‘clientela’ con suficiente dinero para pagar lo que sea por saciar sus deseos carnales más bajos?

La lista de ‘invitados’ y visitantes, que ya es del dominio público, aparecen grandes personalidades del espectáculo, la política, expresidentes, el mundo empresarial y financiero, entre otras acaudaladas personalidades; a quienes les unen sus bajos instintos y deseos perversos por aprovecharse de menores indefensos para satisfacer su hedonismo exacerbado por sus millonarias cuentas. Hay quienes visitaron esa isla más de 50 veces, una barbaridad, ¿no lo cree usted?

Lo que hacían en «La isla del pedófilo» era variado, según confesaron varias de las personas que trabajaban ahí, iba desde sexo con menores, orgías, sacrificios de menores para beber su sangre (adrenocromo), rituales satánicos, entre muchas otras abominaciones, todas prácticas condenadas por Dios en la Biblia.

Muchos pensaron que con la muerte de Jeff Epstein todo quedaría olvidado, pero no, Dios siempre hace justicia y no permite que nada permanezca oculto, por eso sale esa lista sale a la luz para Dios exhibir la desvergüenza de aquellos que piensan que por ostentar poder terrenal y mucho dinero pueden abusar, violar, sodomizar y hasta sacrificar la vida de niños y adolescentes llevados a esa isla engañados, secuestrados o comprados de manos de las mafias del tráfico infantil; menores que tienen familias que los buscan y lloran su ausencia.

Lo más deplorable es que en esa infausta lista de Epstein hay muchos que se autocalificaban como ‘cristianos’ ante la opinión pública, pero en su vida privada son unos depravados pedófilos, a quienes hoy Dios exhibe públicamente como para darles la oportunidad de arrepentirse de sus perversidades, enmendar el daño causado y convertirse genuinamente a Cristo, si es que no quieren terminar en el lago de fuego que arde con azufre eternamente.

Si algo abomina Dios es el abuso, violación y toda clase de violencia contra los niños, no olvidemos que Jesús dice que «de los niños es el reino de los cielos», y juzgará severamente a gente como Epstein y otros perversos como él que han raptado, encarcelado, comercializado como mercadería barata, violado, ultrajado y hasta sacrificado en el diabólico altar del desenfreno a los menores para finalmente beber su sangre y desechar sus cadáveres como trapo viejo; porque como lo afirmara Tim Ballard: «Los niños de Dios no están a la venta».

Ya Jeff Epstein está en la eternidad y pronto se enfrentará al Juicio Final, pero aquellos visitantes de su isla como a todos los involucrados en la perversión de la pedofilia y en el submundo del tráfico de menores les recordamos que aún están a tiempo de arrepentirse y buscar el perdón de Cristo, «porque el Señor abomina al perverso» (Proverbios 3:32a).

No olviden que nadie escapará de Dios, pues el Señor «prende a los sabios en la astucia de ellos, y frustra los designios de los perversos» (Job 5:13). «Porque no hay nada encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de ser conocido» (Lucas 12:2).

No terminen siendo como a quienes se refirió el apóstol Pablo: «Como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, los entregó Dios a una mente reprobada para hacer lo que no es debido. Se han llenado de toda injusticia, maldad, avaricia y perversidad. Están repletos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, mala intención. Son contenciosos, calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de males, desobedientes a sus padres, insensatos, desleales, crueles y sin misericordia. A pesar de que ellos reconocen el justo juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen en los que las practican» (Romanos 1:28-32).

¡Dios tenga misericordia no sólo de los casi 200 de la ‘lista de Epstein’, sino de todos aquellos que usan y abusan de la niñez para hacer dinero a costa de estas vidas inocentes o para satisfacer sus más bajos instintos carnales...!

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Los ‘invitados’ de Epstein