El error de querer ayudar a Dios

La decisión más sabia es aprender a descansar en Sus promesas, que son muchísimas a lo largo de la Biblia.

    14 DE MAYO DE 2023 · 08:00

    Tasha Lyn, Unsplash,camino error
    Tasha Lyn, Unsplash

    Dios es Todopoderoso y autosuficiente, no necesita de la ayuda de ningún ser humano para cumplir sus propósitos; sin embargo, el «usa» a quienes quiere para hacer su voluntad, por esta razón es que debemos aprender a confiar y depender de Él totalmente, aunque no entendamos su divino proceder Dios siempre obrará todo para nuestro bien, porque su naturaleza es la de ser bondadoso y misericordioso.

    La Palabra de Dios está llena de promesas de bien y de gracia para nosotros, y aunque pasemos por dolor, enfermedad, crisis, problemas económicos, entre otros, Él siempre estará a nuestro lado y actuará a nuestro favor a pesar de que en el momento de la adversidad parezca que estamos solos.

    Dios nunca ha dicho que nos evitará las adversidades, por el contrario, Él las usa para formar nuestro carácter y madurarnos espiritualmente (Romanos 8:28). Eso lo vemos claramente resaltado en el siguiente pasaje bíblico:

    «Pero ahora, oh Jacob, escucha al Señor, quien te creó. Oh Israel, el que te formó dice: “No tengas miedo, porque he pagado tu rescate; te he llamado por tu nombre; eres mío. Cuando pases por aguas profundas, Yo estaré contigo. Cuando pases por ríos de dificultad, no te ahogarás. Cuando pases por el fuego de la opresión, no te quemarás; las llamas no te consumirán. Pues yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador...”» (Isaías 43:1-3A).

    Eso no significa que debamos ayudar a Dios en su obrar en nuestra vida, porque no sabemos más allá de lo que vemos ni entendemos qué nos pasará mañana; sin embargo, Él lo sabe todo, conoce nuestra historia antes de que ocurra. Por esta razón es que la decisión más sabia, cualquiera sea nuestra situación, es aprender a descansar en sus promesas, que son muchísimas a lo largo de la Biblia.

    Cuando intentamos ayudar a Dios en alguna situación que estemos atravesando o en el cumplimiento de su propósito en nuestra vida, terminaremos por arruinar sus planes de bien para nosotros. El peor error que podemos cometer es tratar de ayudar a Dios, porque terminaremos por complicar las cosas o arruinaremos sus planes. Eso fue exactamente lo que hicieron Saraí y Abram.

    Dios le da grandes promesas a Abram, pero este le recuerda al Señor que no tiene quien las herede porque él no tenía hijos; y es cuando Dios le promete darle un hijo (Génesis 15:4). Pero como la promesa tardaba en cumplirse (porque no entendemos que las cosas suceden en el tiempo de Dios y no en el nuestro), Saraí le sugiere a su esposo Abram que tenga un hijo a través de su sierva egipcia Agar, de manera que así tengan hijos que los hereden (Génesis 16).

    Ahí cometieron un gran error que creó un problema de orden mundial que permanece hasta hoy y que será Jesucristo, en su segunda venida, quien lo termine de resolver.

    Abram consiente y embaraza a la esclava Agar, y esta al verse encinta de su amo se abrogó derechos que no le correspondían y comenzó a hacerle la vida imposible a su ama Saraí y esta hacía lo propio con Agar; la situación terminó por salirse de control, y todo por habérsele adelantado a Dios.

    Quisieron ayudar a Dios y terminaron por crear un problema de dimensiones incalculables que ha costado millones de vidas debido a enfrentamientos y guerras hasta el día de hoy.

    Y como siempre, Dios cumple sus promesas y en su tiempo Sara queda encinta de Abraham y nace Isaac, el hijo de la promesa divina y del pacto perpetuo, mientras que el hijo tenido con la esclava Agar, Ismael, tuvo que ser despedido junto con su madre y separado para siempre de Abraham su padre (Génesis 21).

    Posteriormente Isaac fue el padre de Israel, mientras que su medio hermano Ismael fue el padre de las naciones árabes.

    La historia bíblica y la historia universal cuentan de las guerras y enfrentamientos entre las naciones descendientes de estos dos hermanos, situación que permanece actualmente y tendrán su máxima expresión en la guerra de Gog y Magog  contra Israel (Ezequiel 38-39), y en la última gran batalla mundial: la que se escenificará en Armagedón (el valle de Meguido) en tiempos del Anticristo, en la cual intervendrá Cristo para ganarla y establecer la paz definitiva entre Israel y las naciones descendientes de su medio hermano Ismael (Apocalipsis 16, 19:11-21).

    Todas estas duras situaciones mundiales vienen del error de Sara y Abraham de anticiparse a voluntad de Dios y querer «ayudarlo».

    Y eso sucede también en la vida de muchos hijos de Dios, quienes por no saber confiar en el Señor tratan de resolver sus situaciones sin esperar en la divina providencia, trayendo sobre ellos y quienes les rodean mucho más dolor y sufrimiento de lo normal.

    En la desesperación por alcanzar una promesa de Dios o superar una situación difícil, a veces tratamos de intervenir y «ayudar» a Dios como lo hicieron Sara y Abraham, trayendo sobre nuestra vida y la de nuestros seres amados estrés, ansiedad, problemas y lágrimas por dudar de que Dios realmente hará lo que Él nos prometió hacer.

    «Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no lo hará? Habló, ¿y no lo cumplirá?» (Números 23:19). Aprendamos a descansar en Dios y jamás procuremos tratar de ayudarlo porque de seguro no terminaremos bien.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - El error de querer ayudar a Dios

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