La hora de las tinieblas
Cuando el enemigo tiene licencia divina para operar su maldad, el Padre lo permite con un fin de bendición, gloria, juicio y justicia.
25 DE AGOSTO DE 2024 · 08:00

En mis inicios como creyente me pregunté, como creo que lo han hecho millones de personas: ¿por qué Dios permite la maldad? Cuando profundicé en el estudio de las Escrituras observé la manera que el Altísimo usa el verbo «permitir», que unido a la frase «es necesario», muy usada por nuestro Señor para referirse al porqué es imprescindible que el Padre permita eventos donde aparentemente el reino de las tinieblas obtiene la victoria, nos deja un gran aprendizaje.
De Job aprendemos que Satanás nada puede hacer si Dios no se lo permite. Que el Señor permite las maquinaciones, tentaciones y ataques de las tinieblas en nuestra contra con el fin de que formemos nuestro carácter y ejerzamos el poder y la autoridad que nos ha delegado, en el nombre de Jesús. Es la manera de madurarnos y de que se distinga al trigo de la cizaña.
En cierta ocasión Jesús dijo: «es necesario que vengan los tropiezos» (acción de las tinieblas), porque estos terminan produciendo madurez, fortaleza, crecimiento personal y del Reino en la tierra; aunque al momento no lo parezca.
Otro de los grandes ejemplos de la licencia que Dios le otorga a las tinieblas para el cumplimiento de su perfecta voluntad lo vemos durante la última cena, cuando Jesús habla de aquel que le va a entregar y le da el pan a Judas, quien «después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto”» (Juan 13:27).
Jesús habló de «la hora de las tinieblas» cuando el enemigo tiene licencia divina para operar su maldad, puesto que el Padre lo permite con un fin de bendición y gloria; así como para juicio y justicia, como claramente se observa en el libro de Apocalipsis, capítulo 13.
En ese capítulo de Revelaciones, entran en escena las dos bestias apocalípticas, y una de ellas «comenzó a blasfemar contra Dios y contra su nombre y su tabernáculo, y contra los que viven en el cielo. Se le permitió combatir contra los santos, y vencerlos; y también se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación» (vss. 6-7).
La otra bestia «hacía grandes prodigios, al grado de que a la vista de todos hacía que cayera fuego del cielo a la tierra. Por medio de las señales que se le permitía hacer en presencia de la primera bestia, engañó a los habitantes de la tierra y les mandó que hicieran una imagen de la bestia, que vivió a pesar de tener una herida de espada. También se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que ésta hablara y mandara matar a todo aquel que no la adorara» (vss. 13-15).
Tanto el falso profeta como el anticristo, a pesar de ser los más grandes instrumentos de Satanás en los últimos siete años de esta era de pecado, no pueden hacer nada si Dios no se los permite. ‘Permitir’ en griego en esta porción bíblica significa, entre muchas acepciones: “consentir, dejar, entregar, remitir”. En nuestro tiempo es igual a una “licencia”; una licencia divina para actuar.
Dios le da licencia a las tinieblas para que ejecuten su maldad, la cual el Señor permite para que salga a la luz lo que está oculto en los corazones de los seres humanos y así se vea quiénes son de Él y quiénes no. Eso «oculto que es manifestado» será el elemento en contra de Satanás, sus servidores y cada hombre malo en el juicio final. Mientras que para los hijos de luz será motivo de honra, gloria y galardones por parte del Padre en la eternidad.
En virtud de todo esto, es menester que los creyentes en Cristo disciernan los actuales planes del Estado Oscuro, que con su Nuevo Orden Mundial y los ‘poderosos’ al frente de la agenda de la maldad mundial, será permitido por Dios para que millones todavía abran sus ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz de Cristo; mientras que para los cristianos es parte de su diario batallar espiritual y el motivo de su victoriosa firmeza para el futuro galardón.
Por algo Jesús dejó para el final de la Biblia la siguiente afirmación: «¡Miren! ¡Ya pronto vengo! Y traigo conmigo mi galardón, para recompensar a cada uno conforme a sus acciones» (Apocalipsis 22:12).
Sigamos orando, ayunando, predicando y desnudando al misterio de la iniquidad en tanto que nuestro Señor viene por nosotros; sin olvidar lo que el Padre ha permitido y para qué lo ha permitido...
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - La hora de las tinieblas