Venezuela cambió misioneros cristianos por extremistas
Los indígenas afectados elogian la labor de los misioneros cristianos y lamentan la expulsión de sus territorios, tomados por extremistas ideológicos y religiosos que abusan de ellos.
08 DE MARZO DE 2020 · 08:00

Siempre que sacan a Dios de un lugar entra el enemigo. Cuando la Iglesia llega, en el nombre de Jesucristo, la luz y la verdad comienzan a cambiar todo, porque «la luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra ella». Esto, además de ser una verdad eterna, es perfectamente comprobable en el mundo físico.
En Venezuela desde hace dos décadas existe una pugna por sacar a Dios del país para establecer religiones afroamericanas idolátricas y perniciosas en lo moral, que atentan contra las buenas costumbres. Esta importación de creencias y superchería es una de las principales causas por el declive del otrora país pujante y en vías de desarrollo. La santería e idolatría en todas sus expresiones traen maldición, atraso, miseria y ruina a las personas, familias y naciones.
Existe también un sincretismo entre ciertas ideologías políticas y las tinieblas, son socias, caminan de la mano en los fines que buscan. De igual manera existen facciones religiosas terroristas que combinan creencia e ideología política para la subyugación del prójimo y la obtención del dominio por sobre los demás. En Venezuela se han conjugado ambos casos, para calamidad de su población en general.
Por un lado, vino el ataque ideológico-religioso contra todo lo que tiene que ver con el Señor y su Iglesia; y por otro, grupos guerrilleros-ideológicos tomaron regiones fronterizas de Venezuela para la explotación, a toda costa, de los recursos minerales y su gente. A manos de ambos sufrieron las iglesias y misioneros cristianos que trabajaban en esas regiones del país. En ambos casos el Estado ha actuado de manera negligente y hasta en complicidad, porque los mueve el mismo perverso interés.
La primera agresión fue contra los misioneros de la Misión Nuevas Tribus, a quienes expulsaron de territorios indígenas venezolanos, acusándolos de ser «espías de la CIA» y de ser «un ente transculturizador». De igual manera actuaron contra otros misioneros e iglesias que venían trabajando en diferentes etnias de Venezuela. El resultado: explotadores de nuestros minerales, de religión musulmana y con tendencia extremista ‘islamizaron’ a nuestros indígenas cambiándoles el vestuario, la cultura y costumbres por las que dicta el Corán. Ante eso ha habido un silencio oficial cómplice.
La segunda agresión, la acaba de denunciar el ex diputado a la Asamblea Nacional, Juan Francisco García Escalona, al señalar que «integrantes de la guerrilla colombiana de las FARC y el ELN, en la frontera del estado Apure, abusan sexualmente de niñas y esclavizan a los adultos de las comunidades indígenas». «Se aprovechan sexualmente de las niñas indígenas de 10 y 11 años en adelante», dijo en una reciente entrevista con la respetada periodista Sebastiana Barráez, en el portal Infobae.
García Escalona aseguró igualmente que «la situación de los indígenas es alarmante. Aparte de ser esclavizados para las actividades propias del contrabando de gasolina, drogas y comida, muchos están desnutridos y se mueren de hambre o por enfermedades como la malaria»; cosa que casi no sucedía cuando los misioneros cristianos trabajaban en las zonas indígenas, pues hasta de avionetas disponían para el traslado de alimentos, medicinas y enfermos a los centros asistenciales de ciudades cercanas, logrando así salvar muchas vidas. Nunca explotaron ni sexual ni de ninguna otra manera a la población indígena a quienes sirvieron durante décadas por mandato divino y por amor.
El ex diputado denunció que ningún ente gubernamental interviene para frenar estos atropellos, por lo que «las comunidades indígenas en Apure están totalmente abandonadas. Las comunidades indígenas no cuentan con ningún tipo de atención. Las sedes del Ministerio Indígena y del Instituto Regional son ruinas con vehículos que son chatarras».
Solo en el estado Apure viven alrededor de 16.000 indígenas distribuidos entre cinco etnias: pumé, hivi, capuruchanos, guahibos y yaruros; sin incluir los de los estados Amazonas, Delta Amacuro, Bolívar y Zulia, todas regiones fronterizas de Venezuela donde se asientan estos grupos de irregulares extremistas religiosos e ideológicos para explotar nuestras riquezas y a su población.
Cuando se logra hablar con los indígenas afectados, estos sin titubear elogian la labor de los misioneros cristianos (portadores de la luz y la verdad) y lamentan su persecución y expulsión, porque sus territorios han sido tomados por extremistas ideológicos y religiosos (representantes de las tinieblas) que imponen, atropellan, violentan y abusan de ellos.
El Estado venezolano permitió el cambió de los misioneros cristianos por los extremistas, esa es una verdadera catástrofe que está causando hoy estragos entre la población indígena y general de los estados fronterizos, de la ya de por sí atribulada Venezuela.
Sería bueno recordarles lo que expresa la Biblia: «El que explota al pobre ofende al Creador, pero el que le tiene compasión honra a Dios» (Proverbios 14:31).
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