Celebrar el Carnaval ¿es inofensivo?

Es una fiesta religiosa y espiritual, por su origen, su simbología y el uso de deidades paganas.

17 DE FEBRERO DE 2023 · 08:00

Ryan Wallace, Unsplash,carnaval
Ryan Wallace, Unsplash

Mucha gente, cristianos incluidos, manifiestan que el Carnaval o «fiesta de la carne», es inofensiva y, por lo tanto, los cristianos pueden participar de ella. Veamos qué tan cierto es esto.

El origen del Carnaval es totalmente espiritual, puesto que tiene fundamentos religiosos, aunque no al estilo de las religiones imperantes en el mundo. Era una fiesta celebrada en vísperas de la cuaresma católica, ante la perspectiva de pasar cuarenta días en abstinencia de la carne; para ello se pintaban y disfrazaban para ocultar la verdadera identidad y dar paso a la lujuria, el desparpajo, la burla y el desenfreno moral y sexual.

La burla era hacia el clero católico y se manifestaba públicamente con el jolgorio carnestolendo; algo así como «desacato a la ‘madre iglesia’ y le doy rienda suelta a la carne y sus apetitos pecaminosos y luego me consagro durante la cuaresma». Esta celebración incluía la invocación del dios Momo o dios de la burla en la mitología grecolatina; con el tiempo comenzaron a «coronar» como ‘rey Momo’ a un hombre con características contrarias al estereotipado galán de la sociedad, para que la burla llegara al nivel más alto.

El rey Momo se presentaba como un personaje estrafalario coronado con un ridículo gorro adornado de cascabeles, siempre mantenía una mueca constante de carcajear con una máscara que le cubría la mitad del rostro y también en su mano sostenía un muñeco ‘carnaval festival’, que se hace en honor a tres dioses: ‘Eros’, dios del sexo; ‘Pan’, dios de la música y ‘Baco’, el dios del delirio y el narcisismo. Esto es una burla directa no a la jerarquía católica y sus dogmas cuaresmales, sino al Dios verdadero manifestado como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

El Carnaval con sus fiestas, parrandas y bailes obscenos con cuerpos semidesnudos en abierta insinuación al sexo desenfrenado y a la homosexualidad; así como la violencia, ingesta de alcohol y drogas, es una fiesta dedicada al dios de la perversión y la maldad: Satanás.

El Carnaval es una fiesta pagana donde todos los que participan de ella en su multiforme manera de celebrarla dan rienda suelta a la carne, algo que la Palabra de Dios rechaza. «No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará. Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción, pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna» (Gálatas 6:7-8).

Otra porción bastante esclarecedora respecto a lo que venimos tratando está en Romanos 8:5-8, y dice: «Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz. La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios».

Afirmábamos al inicio que es una fiesta religiosa y, por ende, espiritual, por su origen, su simbología y el uso de deidades paganas, por la entronización del dios Momo, en lugar del único Rey y Señor, Cristo Jesús; porque la celebran los mismos que profesan la religión cuaresmal y, lo más importante, porque quien está detrás del Carnaval es un ser espiritual que fue echado del cielo por querer usurpar el lugar del Dios verdadero; sí, el diablo es el señor del Carnaval, ¿no es acaso suficiente argumento para considerarla una fiesta religiosa disfrazada de jolgorio?

¿Deben los cristianos celebrarla? La respuesta es obvia. No solo no debe un hijo de Dios participar en cualquier manifestación de ella, ni siquiera mirar sus desfiles y carrozas. «Examinen qué es lo que agrada al Señor, y no participen en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, desenmascárenlas» (Efesios 5:10-11). Por su parte, Santiago sentencia: «¡Oh almas adúlteras! ¿No saben ustedes que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios» (4:4).

La gran pregunta que amerita una rotunda y comprometida respuesta es: ¿a quién debemos agradar los cristianos? De su respuesta depende de si pueden celebrar o no el Carnaval. Todo buen lector y estudioso de la Biblia, y que es dirigido por el Espíritu Santo, sabe cuál es la respuesta. ¡Es importante que usted la sepa!

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Celebrar el Carnaval ¿es inofensivo?