Pecados medioambientales
El hombre seguirá abusando en la fabricación de emisores de CO2 y otros contaminantes, fabricando y desechando plástico y derivados del petróleo que terminarán en ríos y mares
26 DE ENERO DE 2020 · 08:00
Declaraciones de gobernantes y políticos mundiales van y vienen acerca del cambio climático, sin que hasta ahora se haga gran cosa para frenarlo, y si somos sinceros -más aun, veraces-, debemos reconocer que esta situación no tendrá una solución humana; todo lo contrario, el hombre seguirá acabando con el planeta que Dios puso bajo su cuidado desde el mismo inicio, hasta que venga la inevitable intervención divina cuando muy pronto regrese a la tierra nuestro Señor para juzgar a las naciones, a su pueblo elegido y poner orden a todo este caos ambiental (Apocalipsis 19:11-21, 20:1-6).
Para entender mejor esta catástrofe ambiental contemporánea debemos remitirnos a su causa. Nuestros primeros padres vivían en un huerto paradisíaco creado por Dios para ellos, ahí diariamente el Señor se deleitaba con ellos, hasta que tomaron la infausta decisión de desobedecerle comiendo «del árbol de la ciencia del bien y del mal», inducidos por la serpiente/Satanás; hasta ahí duró la inocencia, se acabó la vida sencilla y entró el pecado en ellos, y al mundo, por causa de ellos.
La sentencia divina, previamente advertida, fue determinante: «Al hombre le dijo: “Puesto que accediste a lo que te dijo tu mujer, y comiste del árbol de que te ordené que no comieras, maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Te producirá espinos y cardos, y comerás hierbas del campo. Comerás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado; porque polvo eres, y al polvo volverás”» (Génesis 3:17-19). La sentencia abarcó: separación de Dios por causa del pecado, muerte física y espiritual, trabajo fuerte y maldición sobre todo el planeta y sus habitantes.
Ahí inició todo. El pecado de desobediencia maldijo también al planeta, trayendo un paulatino deterioro en el medioambiente y la desaparición de especies animales. Lo que un día fue paradisíaco, hoy es una bomba de tiempo que pronto estallará con repercusiones incalculables. A pesar de que el hombre trajo la maldición a la tierra, Dios nunca le quitó la responsabilidad de administrarla: «...¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y llenen la tierra! ¡Domínenla! ¡Sean los señores de los peces del mar, de las aves de los cielos, y de todos los seres que reptan sobre la tierra!» (Génesis 1:28). Pero hemos fallado en nuestra mayordomía del planeta. Hemos cometido pecado tras pecado medioambiental.
Desde individualidades hasta grandes consorcios y transnacionales industriales le hemos fallado a Dios al contribuir con el deterioro del medioambiente, en vez de cuidarlo como ese preciado tesoro legado por el Creador en manos de hombres que se rehúsan salir de su torpe manera de vivir. «El que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, comete pecado» (Santiago 4:17); eso nos hace culpables de que el planeta esté como esté, hemos sido nosotros, en mayor o menor grado, quienes lo condujimos al actual e irreversible deterioro.
¿Por qué irreversible? Porque el hombre no dejará de cometer pecados medioambientales. Seguirá abusando en la fabricación de emisores de CO2 y otros contaminantes. Seguirá fabricando y desechando plástico y derivados del petróleo que terminarán en ríos y mares. En fin, seguirá con su avaricia incontrolada hasta llevar el planeta al límite de su destrucción. El ser puesto para disfrutar y cuidar su casa, la está destruyendo desde el mismo inicio.
Hace poco el Dr. Saleemul Huq, director del Centro Internacional para el Cambio Climático y el Desarrollo, escribió un artículo acerca del cambio climático titulado «La casa está en llamas», de donde extraemos lo siguiente: Estos ya no son efectos producidos por la voluntad divina, sino que han sido provocados por la acción humana... Algo va mal. Una emergencia significa que la casa está en llamas; significa que tenemos que resolver el problema ahora mismo». Lamentablemente no lo resolveremos.
Y nos preguntamos al respecto: ¿Ha habido alguna acción mundial conjunta fuera de toda la retórica mostrada hasta los momentos? ¿La industria mundial ha detenido el uso de elementos contaminantes sustituyéndolos inmediatamente por otros más benévolos? ¿Ha habido sanciones más allá de imples exhortos y advertencias de los expertos en medioambiente? Todas las respuestas son: ¡no! Seguimos cometiendo pecados medioambientales.
En la próxima entrega, Dios mediante, estaremos echando un vistazo a las consecuencias medioambientales ya advertidas por el Señor en las Sagradas Escrituras contenidas en la Biblia; Él conoce la historia antes de que sea escrita...
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Pecados medioambientales