Solidaridad total: el más hondo sentido de la Cruz

Jesús fue más que un "representante", y mucho más que un "sustituto".

    25 DE SEPTIEMBRE DE 2021 · 08:00

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    Marcello Gennari / Unsplash

    (2 Cor 5:21; Gal 3:13) [1]. Con razón dijo Pablo que la cruz es una locura y un escándalo (1 Cor 1:18-23); si su "irracionalidad" no nos escandaliza, no hemos comenzado a entender su significado.

    La tradicional teoría de "substitución" (yo debo dinero en el almacén pero un amigo lo paga en mi lugar; estoy preso bajo sentencia de muerte, pero un amigo me visita en la celda, cambiamos de ropa, yo salgo libre y el amigo muere en mi lugar) es una simplificación que traiciona los datos bíblicos, y hace de la muerte de Jesús una crasa injusticia (Camus, Bernard Shaw, Domenic Crossan).

    La muerte de Cristo no puede entenderse como una transacción externa y objetiva, una especie de intercambio o trueque.

    Sin pretender "explicar" la cruz, dos puntos importantes pueden por lo menos comenzar a aclarar su sentido.

    1.- Primero, nunca debemos olvidar que en el plano humano e histórico, la muerte de Jesús en la cruz no fue un mero episodio desconectado de toda su vida sino que fue la consecuencia inevitable de su manera de ser y de vivir.

    Polemizaba osadamente con los líderes y toda la "buena gente", y defendía a los que eran "mala gente" ante los ojos de la sociedad.

    Comenzó la semana final de su vida con una marcha pública, seguida por un violento acto de protesta en el mismo templo.  Su manera de ser y su conducta eran insoportables para las autoridades.  Así entendido, lo mataron por subversivo.

    2.- La segunda pista, que ayuda aún más, nos la proporciona Juan Calvino, junto con otros. Calvino introduce el tercer libro de Institución de la religión cristiana, precisamente sobre la salvación, con un párrafo muy importante:

    Ante todo hay que notar que mientras Cristo está lejos de nosotros y nosotros permanecemos apartados de él, todo cuanto padeció e hizo por la redención del humano linaje no nos sirve de nada, no nos aprovecha en lo más mínimo. Por tanto, para que pueda comunicarnos los bienes que recibió del Padre, es preciso que Él se haga nuestro y habite en nosotros. Por esta razón es llamado "nuestra Cabeza"  y "primogénito entre muchos hermanos"; y de nosotros se afirma que somos "injertados en Él" (Rom 8.29; 11. 17; Gál 3.27); porque, según he dicho, ninguna de cuantas cosas posee nos pertenecen ni tenemos que ver con ellas, mientras no somos hechos una cosa con Él (Calvino Inst 3.1).

    Interesantemente, fue sólo en la última edición de su magnum opus que Calvino introdujo este fuerte énfasis sobre la identificación solidaria de Cristo con nosotros como clave a su obra redentora.[2]

    Parece que le fascinó tanto el tema, que acuñó una serie muy rica de expresiones latinas al respecto ("nostrae cum Deo coniunctionis" 3.6.2; "cum ipse in unum coalescimos" 3.1.1; "in Christi participatione" 3.16.1; Cristo "se nobis agglutinavit societatem" 3.2.24 etc.).

    Para Calvino, el Cristo que nos justifica y redime no es un "Christus extra nos" sino que nos redime en "la más íntima coalescencia" con nosotros (3.11.10), en un "sagrado matrimonio" (3.1.3 "sacrum coniugium") entre él y nosotros.

    No debemos considerar a Cristo "como separado de nosotros" (procul stantem) sino "más bien habitando en nosotros" (3.2.24). Por la " habitatio Christi in cordibus nostris" (3.11.10) compartimos "vita in consortio" (3.8.1; cf. 3.6.5).

    Esta relación es una especie de amalgama aglutinada, en que el Espíritu Santo es el "vinculum" (3.1.1). "Incorporados nosotros a su cuerpo, nos hace partícipes, no solamente de sus bienes, sino incluso de sí mismo" (3.2.24).

    Todo eso puede entenderse como lo que hoy llamamos "solidaridad".

    Cristo se hizo carne y uña con nosotros, e hizo a nosotros carne y uña con él.  Puede verse como una especie de "trasplante total". Cristo tomó nuestro pecado porque nos tomó a nosotros dentro de sí y entró él dentro de nosotros, en un mismo cuerpo solidario.

    El fue más que un "representante", y mucho más que un "sustituto".

    Su solidaridad llegó a tal grado de identificación, que sería más fácil para dos gemelos siameses separarse que para él separarse de nosotros. [3]

     

    [1] La traducción de 2 Cor 5:21 en la Nueva Versión Internacional, "Dios lo trató como pecador", queda corto del sentido del texto griego, huper hêmôn hamartian epoiêsen; "por nosotros lo hizo pecado".

    [2] El primer capítulo del Libro III (3.1) es completamente nuevo en la edición de 1559, como es también el lugar definitivo asignado a la unión con Cristo en todo el tercer libro (Barth, Church Dogmatics, IV/3: 552-3).

    [3] Sin duda estas formulaciones pueden prestarse para exageraciones o malos entendidos, pero captamos mejor su fuerza y su profundo sentido, según Calvino mismo, si lo sobreformulamos.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Bene studere - Solidaridad total: el más hondo sentido de la Cruz

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